Esposa falsa de Simón romance Capítulo 1018

Ella no quería volver a casa.

Sin embargo, en esta ocasión en la que después de dimitir, se sentía tan vacía en el interior aunque vivía en la casa de Xenia.

Los tres, Bernabé que lo acompañaba a su abuelo en el extranjero, Xenia que emparejaba con Simón y Naomí, siempre habían vivido juntos, pero ahora Naomí estaba sola.

Naomí tenía el sentimiento solitario, por eso era natural recordar a su familia en este momento.

No obstante, al pensar que su padre no la había llamado ni una vez durante tantos años se ponía muy triste y herida, a pesar de tener muchas ganas de volver a casa se aferró a no hacerlo.

Los jóvenes siempre no reflexionaban antes de obrar, por lo que finalmente tenían que atenerse al resultado doloroso causado por sus locuras.

Sería de lo que bueno si su padre le llamara ahora y le dijera que volviera a casa.

Naomí pasó el día y la noche solo comiendo y durmiendo, y dándose rienda suelta a sí misma como una perdedora.

Creía que estaba negra y nunca había existido un momento en el que se hallaba tan aislada, sumada la pérdida de su amor, se sentía como si hubiera sido abandonada por el mundo, aun era un amor no correspondido.

Decían que el amor le molestaba a uno mucho, por lo visto, lo que no era un rumor. Ella no debía acercarse al amor y ahora le resultaba así.

Naomí pensó: “si me alguien pudiera acompañar en este tiempo, ¡qué bueno!”

Se dio la vuelta y el sol entró por la ventana, el cual era tan cegador que se levantó para correr las cortinas, quitando la luz y en la habitación reinaba la oscuridad, así se encontraba cómoda. Después, Naomí se dirigió a la cama y se echó.

Cuando sonó el móvil, Naomí se quedó pasmada un ratito, pensando: ´´Es increíble que alguien me busque. ¿Acaso es Xenia o Bernabé?

Al pensar en esto, se le vino a Naomí una esperanza vaga en el corazón. Sacó el móvil para saber quién sería pero descubrió que era su madre.

Naomí se preguntó: “¿Mi mamá? ¿Por qué me llama a esta hora?”

Cogió el móvil con asombro y perplejo, contestando:

-¿Mamá?

-Naomí -la voz de su madre en el móvil sonaba algo ansiosa y parecía que tenía algo urgente.

-Mamá, ¿por qué me llamas en este momento? Ya le he dicho que no volveré -diciendo, se frotó los ojos.

-Naomí, es mejor que vuelvas pronto.

Efectivamente, volvió a llamarla para que regresara a casa. Naomí hizo una expresión impaciente sin querer responder.

-Naomí, ¿me estás escuchando?

-Sí, te escuchando -contestó distraída mientras se tumbó en la cama arropándose.

-En todo caso, tienes que volver a casa esta vez. Sé que llevas estos años enfada, sin embargo, ya han transcurrido cinco años en que no has vuelto a casa ni una vez. Tu padre y yo no te criamos a fin de que nos ofendas.

Naomí se hartó muchísimo de esa cháchara, pero ahora para ella, solitaria y aislada, sintió el amor inexplicablemente. En el pasado, Naomí probablemente daría alguna excusa en este momento diciendo que estaba ocupada con el trabajo y colgaría el teléfono.

No obstante, de presente no quería colgar el teléfono, sino que escuchaba los machacones de su madre tendiéndose.

-Mamá, no soy yo quien quiere enfadarles, ya sabes la causa, que entonces me dijo que rompiéramos la relación padre-hija y ahora hago como lo que quiera él, ¿para qué vuelvo a casa? ¿No les fastidio si vuelvo?

-No te importa lo que dice tu padre, quien ya es muy mayor. Aunque te lo dice, ¿qué pasa? ¿No puedes comprenderle más?

-Querría tener alguna compasión de él, pero no lo puedo -dijo Naomí.

-Bueno, yo no hablo del asunto del pasado contigo, sino el de hoy, que debes volver.

-No quiero volver, mamá. Ya te he dicho que no volveré a no ser que me llame en persona, si no, ¿no será una vergüenza que vuelvo ahora?

Pero durante tantos años, su padre nunca había hecho la concesión, ni Naomí tampoco.

Cuando le vino eso en la mente, sentía molestia. A lo mejor regresaría a casa corriendo sin respirar siempre y cuando su padre le dijera: “Vuelve, hija.”

Hubo un silencio al otro lado del teléfono durante un rato, y la madre suspiró fuertemente mientras su tono se volvía pesado:

-Naomí, incluso tu padre quiere llamarte, ahora no puede hacerlo.

-¿Qué quiere decir?

-Ayer tu padre tuvo un accidente de coche en el camino a casa del trabajo, y ahora está en el hospital.

Boom...

Esta noticia le dio un enorme impacto. Naomí se quedó atónita en su sitio sin reaccionar un gran rato.

Los labios temblaban tanto que ella no podía pronunciar ni una palabra, y su mente de repente se convirtió en caos.

-Naomí, antes no le pasó nada a tu padre, pudiste ser tan caprichosa como lo que quisieras, pero ahora tu padre está en el hospital. De seguir así, no me culpes por mi inclemencia.

-¿Cuál hospital? -dijo con una voz trémula.

La otra parte se quedó callada por un momento y después le dijo el nombre del hotel a Naomí.

-Te espero en el hospital.

Tras colgar el teléfono, Naomí no pensó mucho, recogió el móvil y las llaves y salió de casa sin llevar el bolso ni mudar de ropa. Cuando caminaba por la calle, ni siquiera quiso preocuparse de las miradas extrañas de los demás. Paró un taxi y fue al hospital directamente.

Esperaba ansiosamente que llegara al destino pronto, pero por casualidad había un atasco en el camino, por lo que Naomí estaba extremadamente intranquila y no dejaba de preguntar al taxista cuándo llegaría al hospital.

Le preguntó al taxista muchas veces, al principio le respondió a Naomí amablemente y pacientemente, empero, más tarde se volvió un poco impaciente. Cuando le preguntó al taxista, la contestó directamente:

-Ya ves esta situación, no es que yo no deseo avanzar, para decir unas palabras desagradables que no estoy seguro de la hora.

Tras sufrir el enojo dado por el taxista, Naomí se deprimió. Encogió tristemente las piernas, bajó la cabeza y se abrazó las canillas, enterrando la cara entre las rodillas.

El taxista se quedó sin palabra y pensó: “Sólo hablo un poco más serio, ¿llora por mis palabras?”

El taxista se sintió algo embarazoso de pronto y le dijo calmando su tono:

-Chica, no quiero disgustarte, solo sino que hay atasco ahora, pero no te preocupes, seguro que podremos llegar al hospital, únicamente tardaremos un poco más de lo normal, aunque hay embotellamiento a esta hora, no es tan terrible y se abrirá el camino en un rato.

Asintió con la cabeza sin replicar.

No dijo nada más cuando el taxista la vio así. El camino se despejó lentamente y logró llegar al hospital. Pagó la tarifa, bajó del coche y la vio a su madre que le estaba esperando en la puerta del hospital.

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