Efectivamente, tras estas palabras, las personas que estaban cotilleando se quedaron mucho más calladas y no se atrevieron a hablar tras mirarse cara a cara.
Uno de ellos incluso se inclinó hacia Brisa, -Lo siento, nosotros también hemos sentido una repentina curiosidad y no queríamos hacer daño, no diremos nada más después de que lo hayas explicado.
Brisa la miró una vez más, era una chica que llegaba más tarde y solía ser bastante trabajadora, así que le hizo un gesto con la mano, -Olvídalo, yo tampoco quería ser tu protagonista, pero se trata de la reputación de mi hija y es una falta de respeto a su difunta esposa, así que mejor te lo explico claramente y lo sabes.
-Lo tengo, no lo volveré a hacer.
Los otros asintieron también.
Un malentendido fue así sofocado por Brisa.
Arriba, en el cuarto especial, Naomí colocó los fideos frente a Miguel, que le sonríe.
-Gracias.
Naomí devolvió una sonrisa antes de decir.
-Entonces te dejaré solo.
Es la primera vez que vino desde que se inauguró y parecía estar contemplando algo cuando entró antes, probablemente porque guardaba tantos recuerdos de él y de su mujer que no le apetecía venir y también quería hacerlo.
Por supuesto que estas eran suposiciones de Naomí, pero realmente aunque cuál, Miguel habría sido de los que no quería que nadie más que su difunta esposa se quedara con él, aunque le hubiera gustado entretener a sus superiores, pero era mejor no hacer mucho más que eso.
Diez minutos después, la furgoneta de reparto llegó y algunas cajas grandes y pequeñas fueron movidas por Naomí él solo, aunque había otros para ayudar, pero fue Naomí el más rápido.
Naomí se sorprendió al ver una figura entre la multitud, Miguel, que había bajado del primer piso.
-Señor Miguel, ¿por qué estás aquí abajo?
Miguel era un hombre y era muy fuerte. Naomí sólo pudo cargar un cajón a la vez y luego hacer algunos viajes más, pero levantó fácilmente varios cajones a la vez.
Naomí trotaba tras él sosteniendo una caja.
-Señor Miguel, eres un invitado y algo así como mi jefe, puedes dejar estas cosas, puedo hacerlas yo.
Pero Miguel dijo con indiferencia, -No pasa nada, me lo encontré por casualidad y ayudé de todas formas, no hace falta que te sientas presionado. Además, ¿cuándo me convertí en tu jefe? Tú llevas tu propia tienda y yo cobro el alquiler, es un trato razonable.
-Vale, pero estas cosas...
Naomí quiso decir algo más, pero Miguel insistió bastante, así que no le persuadió, y se limitó a caminar más rápido y a llamar a los demás desde la cocina para que la ayudaran, intentando meter la mercancía antes de que Miguel tuviera que cargar con muchas cajas.
Cinco minutos después, con todo movido, Brisa le sirvió a Miguel una taza de genmaicha y le dijo con una sonrisa,
-Gracias señor, por todo su trabajo, tome una taza de té-.
Miguel tomó un sorbo de su té, -Gracias, por cierto, ¿por qué no consigues un chico que te ayude en la tienda?
Antes de que Naomí pudiera explicarse, escuchó a Brisa, -Normalmente el padre de Naomí se lo mueve, pero hoy no está.
-Eso es.
Miguel lanzó una mirada a Naomí.
Aunque la chica era joven y parecía muy delgada, tená mucha energía, sobre todo cuando sabía que no pudo disuadirlo, y se apresuró a asumir todo el trabajo.
¿Qué clase de hombre desaliñado sería alguien que pudiera conocerlo?
Realmente lo estaba pensando demasiado.
-Un poco mayor, excéntrico y nunca tuvo novia desde que era un niño.
-¿Qué? ¿Nunca has tenido novia? -Brisa se quedó sorprendida, ¿cómo era posible, un hombre de esa edad nunca había tenido novia? ¿Era posible que realmente tuviera algún tipo de enfermedad oculta?
-Cuando un grupo de nosotros empezamos nuestras familias después, él era el único que seguía soltero, no esperaba que siguiera igual después de todos estos años.
A un lado, Naomí se encontraba con una expresión un poco extraña.
"Mayor, excéntrico, nunca tuvo novia".
Era extraño, ¿por qué le vino automáticamente a la cabeza el nombre de una persona cuando escuchó estas descripciones de Miguel?
No, cómo podría ser él, Miguel no debería conocer a Diego.
Estos días, aunque el tiempo pasó, Naomí pensaba cada vez menos en Diego, estaba tan ocupada, trabajando en la tienda, llegando a casa, investigando nuevos productos, y luego comprando suministros para comprar, a veces tan cansada que se acostó después de la ducha.
Sólo ocasionalmente aparecía Diego en sus sueños a medianoche.
Luego se despertó con las lágrimas mojando la almohada cuando Naomí se dio cuenta de que seguía queriendo a Diego. Pero entre semana, había sido capaz de hipnotizarse por completo para que ya no le gustara.
No sabía que ahora Miguel mencionaría casualmente algunas características y ella volvería a pensar en él.
-¿Sería posible ser soltero durante tantos años y no estar casado? ¿O Naomí no tiene oportunidad?
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: Esposa falsa de Simón