Cuando puso la cara contra su pecho y escuchó su pulso fuerte.
Naomí pareció que se diera cuenta de los raros en algún aspecto.
Ella debió rechazar sus brazos, no fue porque le odió, sino que no quiso tener su preocupación en este momento. Pero después de ser abrazado en el pecho por él, Naomí se cayó.
Porque sus brazos... realmente fueron cálidos.
Fue el sentido que soñó muchas veces por medianoche. Antes sólo podía soñar con eso, pero ahora se realizó.
La pena fue que la realidad pareció ilusión.
Para Naomí, estos fueran como las burbujas, se pudieron romper con un pinchazo.
Aunque lo supo así, ella todavía quiso ser como una polilla que se abalanzó al fuego, sin miedo y todo directo.
Después de ver el médico, aparte de las heridas en la cara, Naomí también las tuvo en las piernas. Cuando se subió la pernera, hubo un moratón grande desde la rodilla hasta la pierna. El médico prensó encima de ella levemente, Naomí salió el sudor frío por el dolor, jadeó un suspiro frío.
Vio su reacción, el médico aconsejó, -Si puedas, sea mejor que hagas una radiografía para ver si haya una fisura de hueso.
¿Radiografía? ¿No fue un lío?
-No hace falta, yo...
-¿En dónde se hace la radiografía?
Diego interrumpió sus palabras, preguntó el sitio claramente y la abrazó para ir a hacer la radiografía.
salió muy rápido la radiografía, después de verla, el médico dijo a Naomí.
-Según la radiografía, no hay problema de los huesos. Pero recientemente no camines mucho de momento, descanses más días. Te receto unas medicinas para deshinchar la cara y otras para las piernas.
-Gracias, doctor.
Después de recetar la medicina, Naomí se sentó sola en el banco esperando, Diego fue a coger las medicinas. Ella estuvo sentándose allí tontamente, recordó todo lo que pasó de hoy silenciosamente.
Por muchas vueltas que le dio, su mente estuvo desordenada, no se pudo arreglar totalmente.
Fue presa de pánico sólo de recordar lo que pasó en la sala privada. Naomí giró la cabeza, extendió las manos a sostener su cara pensando en apoyarse un poco, resultó que tocó la parte hinchada por descuido. Le dolió mucho hasta que jadeó suspiros fríos.
Justo que en ese momento Diego volvió de coger las medicinas, se sentó a su lado.
Él no dijo nada, sólo abrió las medicinas y cogió una botella de medicina de crema. Luego empapó un poco con el dedo y acercó a su cara.
Naomí escondió atrás, le miró con los ojos inciertos.
-Poner la medicina.
Diego explicó y extendió la mano a su cara con la acción poderosa. Aunque la acción de. extender la mano fue poderosa, la fuerza de caer en su cara se aligeró mucho de repente. El dedo cálido mojado con la medicina de crema verde se deslizó por su piel levemente.
Ella dejó a Diego poner las medicinas para ella suspensa, pero no se atrevió a ver sus ojos.
Tapó la botella después de ponerla las medicinas, mientras dijo, -Dos veces por cada día, una por la mañana y otra por la noche. Si te duela mucho, uses una vez más. Con fuerza ligera cuando lavas la cara, no hagas más daños a las heridas.
Naomí asintió con la cabeza.
-Las heridas de la pierna. -Diego sacó otra medicina, se acuclilló antes de ella y fue a quitar sus zapatos por ella.
-No, gracias. -Naomí le detuvo apresuradamente, -Lo hago yo.
Sus manos no fueron inútiles, ella pudo poner las medicinas en la rodilla a su cuenta totalmente.
Aunque Diego siempre se vio como una persona serena y también fría, tampoco le importó ninguna cosa, él insistió mucho en las cosas que quiso hacer. Por ejemplo ahora mismo, en ponerla las medicinas.
Aunque Naomí estuvo rechazando todo el tiempo, él todavía enrolló la pernera por Naomí. Después de ver un moratón grande en la pierna fina y blanca, apareció un sentido frío en el fondo de sus ojos.
Pero se desapareció instantáneamente, él puso la medicina en su piel. A lo mejor por el dolor, el cuerpo de Naomí tembló levemente, garró la parte baja de su ropa con las manos de subconsciencia.
Diego le ha echó un vistazo.
A lo mejor, él las entendió, pero se fingió de no entender y sólo la contestó según lo que dijo ella.
También fue cierto, la contesta así era más decente.
Pero ella no se resignó, todavía quiso preguntarle más, ella no aguantó echarle un vistazo más.
-Pues bastan para traerme al hospital, ¿por qué quedas y me pones las medicinas?
Diego apretó los labios, lentificó un poco los movimientos de mano. Si él no entendió la pregunta de Naomí antes, pues ahora hubo esta pregunta más, él también la entendió por fin.
¿Ella le estuvo preguntando que no fue rechazarla ya, por qué la acercó ahora de iniciativa?
Si no lo entendió mal, debió ser esta significación.
Vio que él estuvo callado, Naomí pensó en otra posibilidad.
Pues era que él todavía creyó que ella fue pobre. Fue lo mismo como ella pensó cuando estuvo en el. país extranjero. Sólo que tuviste un poco de herida, el hombre delantero se ablandó.
Antes ella todavía estuvo alegre de darse cuenta de esta cosa, pero ahora cuando pensó en eso, fue demasiado irrisible.
¿De qué estuvo alegre ella?
Vio que Diego movió los labios finos, pareció que quiso decir algo, pero Naomí dijo de prisa antes de que él habló, -No hace falta decir algo, yo sé por qué.
Diego,-…
¿Ella supo por qué? Diego entrecerró los ojos, la examinó mientras tapó la tapa, luego volvió a bajar el pernera.
Naomí vio la situación, cogió la bolsa de las medicinas desde sus manos y se rio.
-Gracias por hoy, ¿cuántos dinero pagaste en total?
Diego no la contestó, Naomí tosió levemente, -Yo sé que tienes dinero. Pero de todas maneras, es el dinero que tiene que pagar yo para curar mis heridas. Te he molestado por traer me al hospital. Me da vergüenza de que si gastas dinero por mí.
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