Cuando se trata de eso, Santino sintió que ya no necesitaría hablar más. De todos modos, era demasiado mayor para hablar de cosas entre hombres y mujeres. El señor debería encargarse de eso solo.
Tras confirmar que Naomí había subido las escaleras, Diego le pidió a Santino que condujese.
Naomí regresó a casa descalza y desesperada.
Cuando entró en el coche, se quitó los zapatos, por lo que ni siquiera se los llevó cuando se fue, así que caminó descalza hacia la puerta. Luego, se revisaron sus huellas digitales. Entró a la casa.
Ella acababa de entrar a la casa. Al cerrar la puerta, se dio la vuelta y vio a Brisa parada no muy lejos frente a ella.
Envolvió sus manos frente a ella, mirándola con una sonrisa siniestra.
-¿Finalmente estás dispuesta a volver? ¿Y llevas un vestido tan hermoso? ¿Acaso el que te llevó de regreso es...
-¡No preguntes nada! ¡No digas nada! ¡Nada tuvo lugar!
Mencionando de eso, Naomí, emocionada, interrumpió las palabras de Brisa.
La madre por fin notó que la cara de su hija estaba un poco pálida y sus ojos estaban rojos mientras hablaba.
Se puso atónita y dio un paso adelante rápidamente.
-¿Qué te pasó?
Cuando la vi salir por la tarde, obviamente se encontraba feliz. ¿Por qué se volvió así cuando regresó?
Brisa no estaba segura de qué le había pasado, pero vio que los ojos de su hija estaban rojos. Como madre, se preocupaba demasiado y solo podía seguir preguntando, -¿Ha sucedido algo? ¿Con quién saliste? ¿Te maltrató el que te llevó a casa?
Estaría bien si Brisa no le preguntase. Naomí podría mantener sus emociones todo el tiempo e incluso regresaría a su habitación sin expresión. Se daría una ducha y se acostaría mecánicamente.
No se supo que tan pronto como sus seres queridos se preocupase, el hilo del corazón suyo no se podía mantener en absoluto.
Abrió los labios levemente y quería decirle algo a su madre, pero las lágrimas cayeron antes de que pudiese salir la palabra. Luego golpearon al suelo como frijoles sin parar.
Brisa las secó apresuradamente por ella.
-No llores. Dime. ¿Qué te ha pasado?
-... -Naomí iba a decir, pero no pudo contarle ni una palabra.
Solo inclinó el cuerpo hacia adelante en los brazos de Brisa. La madre abrió los brazos para aceptarla, y sus hombros se mojaron rápidamente. Quería preguntar más, pero al mirar a su hija, que no podía continuar aun queriendo, le dio unas suaves palmadas en su hombro sin remedio.
-Naomí, carño. Dejemos de hablar. No llores. Querida.
Su padre, Mateo, iba a dormir en la habitación. Cuando escuchó el movimiento afuera, empujó la puerta para echar un vistazo. Al ver a su hija llorando tanto, quiso venir.
Como resultado, Brisa le hizo un gesto para que se quedase donde estaba. Más tarde, le indicó que regresase a la habitación, que no saliese sin permiso. Mateo no tuvo otro medio y regresó.
Naomí no sabía cuánto tiempo había llorado. De todos modos, su madre la llevó de regreso a la habitación. Luego no le quedaron fuerzas para tomar una ducha, y se acostó en la cama con ese pequeño vestido blanco.
-¿Cansada? ¿Qué tal si te acuetas primero y báñate cuando te despiertes?
Naomí asintió con la cabeza con los ojos un poco hinchados por el llanto y se veía lastimera allí acostada.
Brisa se sintió inexplicablemente triste. Tomó una toalla húmeda para limpiarle la cara. Luego, le tocó la frente y le dijo en voz baja, -Buen sueño. Mamá está aquí para protegerte.
Naomí cerró los ojos, pero aún coger a Brisa de la mano. Tal vez estuviese cansada de llorar. Pronto se quedó dormida.
Al escucharlo respecto a lo amoroso, el padre lo persuadió de inmediato, -Bueno. Una chica adulta no puede quedarse en casa.
Brisa le respondió, -Déjala que duerma bien por la noche. Está cansada de llorar. Hablaré con ella mañana.
-Bien. Esperamos a que se levante mañana para preguntarle.
-Acordamos primero si no quiere decirnos, no puedes obligarla.
Mateo le dijo, -¿A quién me tomas? ¿Soy ese tipo de persona? ¡Dios!
Estaba tan enojado que hizo un gesto con la mano de regreso a la habitación, pero Brisa se sentó en la habitación, suspirando. No le dijo al padre que vio ese coche en la planta baja hace un momento.
Aunque no sabía mucho sobre coches, a Mateo le gustaban de verdad y a menudo le daba a Brisa algo de ciencia popular. Así que cuando lo vio, pudo distinguir que era muy valioso.
Su familia era ordinaria. Cualquier enredo con una como aquella sería más que Naomí y la otra parte, pero su hija estaba muy triste.
No pareció ser bueno...
-¿Quién te permite quedarte a mi lado? ¿Te he rechazado tantas veces y no puedo entender las palabras humanas? ¿O el cerebro tuyo resulta tan estúpido que no es capaz comprenderlas?
-Mirad a esa mujer, tan ridícula. Sigue persiguiendo después de haber sido rechazada tantas veces. ¿No sabe lo que significan la etiqueta y la vergüenza?
-Creo que es puramente descarada. Ha dejado en claro que ya no le agradará, y ella se ha aferrado obstinadamente a él. Las seguidoras no son tan repugnantes como ella.
-¡Es vil! ¡Es tan vil! Si fuera ella, ¡moriría yo!
Naomí abrió los ojos y se despertó de la pesadilla.
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