Esposa falsa de Simón romance Capítulo 1146

Pero de lo que sí podía estar seguro Diego era de que la niña no quería oírle explicar lo que había pasado aquella noche.

En ese caso, que lo dejara así.

Sin embargo, había algunas cosas que necesitaba saber.

Dio un paso al frente y agarró la muñeca de Naomí, tirando de ella hacia su coche sin esperar su reacción. Naomí sólo sintió la fuerza que le pertenecía en su muñeca, tan pesada que le dio un pequeño tirón.

Ella trató de luchar, pero su fuerza era como unas cadenas, tan pesadas que no podía liberarse.

Pronto fue arrastrada hasta el coche y, tras ver que él abría la puerta, se quedó allí de mala gana, sin querer entrar.

-Si lo que quiero decir es sobre tu cita a ciegas, ¿no quieres saberlo también?

"¿Cita a ciegas?¿Gaitán?"

-¿Qué quieres decir con eso? -Naomí le miró con el ceño ligeramente fruncido.

-Si quieres saberlo, sube al coche.

"¿Me amenaza?"

Los ojos de Naomí se abrieron de par en par y subió al coche después de pensarlo.

La niña entró finalmente en el coche y Diego suspiró aliviado y se sentó en el asiento del conductor.

Cuando subió al coche, la niña se quedó quieta y no le importó ni siquiera que Diego le pidiera que se pusiera el cinturón de seguridad, así que a Diego no le quedó más remedio que inclinarse y abrochárselo él mismo.

Pero justo cuando su mano cruzó la cara de Naomí, ésta habló rápidamente,

-¿Qué pasa con mi cita a ciegas? Dígame rápido, saldré del coche cuando haya terminado, no hace falta que me ponga el cinturón.

Cuando sus palabras terminaron, la mano de Diego ya estaba en el cinturón de seguridad, y la mirada que se posó en su rostro fue un poco más fría, pero el tono de Diego fue un poco más frío que esa mirada.

-Le prometí a tu madre que te llevaría a casa a salvo.

-Eso es lo que prometiste, yo no lo prometí -Naomí apartó la mirada de ella, sin querer mirarla en absoluto, con los ojos llenos de asco- Si tienes algo que decir, dilo, y si no lo vuelves a decir, me iré.

Con ella así, Diego no pudo evitar suavizar un poco su tono.

-¿De verdad que no llevas el cinturón de seguridad? ¿Y no necesitas que te lleve a casa?

-No -Naomí dijo con obstinación y firmeza.

Hubo un momento de silencio en el coche, y Diego finalmente retiró su mano.

Al cabo de un rato, le entregó una copia de la información.

Al oír el sonido del papel, Naomí giró la cabeza para ver que en realidad se había entregado una copia de la información, y la sospecha surgió en su corazón.

-¿Qué es? ¿Y qué tiene que ver con Gaitán? -No la tomó, sino le preguntó a Diego por ella.

-Es el perfil de tu cita a ciegas-.

-¿lo investigas?

Le dirigió una mirada, luego Diego retiró la vista para mirar al frente y dijo con indiferencia,

-¿Sabes con qué tipo de persona estás saliendo? ¿Qué has hecho que no dejes que la gente sepa antes de una cita a ciegas?

Era cierto que Naomí no conocía muy bien a Gaitán, pero como se lo presentó Cristina, aceptó ir a una cita a ciegas porque estaba un poco enfadada. Pero una cita a ciegas no significaba matrimonio, así que si no se llevaran bien, tendrían que romper.

Y las citas eran algo que se suponía que consistía en conocerse poco a poco mientras se pasaba tiempo juntos.

Naomí miró a Diego con una mirada mucho más fría al pensar en ello.

-Aunque haya estado en la cárcel, ¿y qué?

Este comentario hizo que Diego frunciera el ceño.

-¿Sabes de qué estás hablando?

-Por supuesto que lo sé.

Naomí sonrió y se inclinó cerca de Diego, respirando muy cerca el uno del otro, una gran burla era espesa en los ojos de Naomí.

-Estás tratando de decirme que soy una tonta, que soy demasiado estúpida para notar un problema que Bernabé conoce, ¿no es así?

Mirando a Naomí, que estaba tan cerca, Diego no podía decir cómo se sentía.

Él sintió que su corazón parecía revolotear con ella cuando se acercó un poco más, y con el sarcasmo que se mostró la chica en sus ojos, el poco afecto que había en el corazón del hombre volvió a desaparecer limpiamente.

-Sabes que no me refería a eso.

-No quiero saber a qué te refieres, ya te lo dije, ¿no? No voy a volver a molestarte, y también te he dicho que no vuelvas a verme en el futuro, no quiero verte.

Una frase tras otra, Naomí pinchó las palabras en el corazón de Diego.

-Además, aunque mi cita haya estado en la cárcel, eso sigue siendo asunto mío, y como no quiero volver a verte, eso significa que mi asunto no es de tu incumbencia. Incluso si me case con un asesino en el futuro, no te importa nada.

Cuanto más decía, más fría se volvía la sonrisa en los labios de Naomí.

Era realmente ridículo que tuviera que hacer todas estas cosas cuando claramente no le gustaba y claramente la detestaba, ¿qué estaba haciendo? ¿Darle limosna? ¿Realmente pensaba que era un mendigo? ¿Merecía correr a sus anchas, alejarla y acobardarse automáticamente en un rincón?

Ahora ella se daba cuenta de lo mezquina que había sido y de lo poco generoso que había sido su corazón. Ella simplemente no podía soportar esto, en absoluto.

-No seas caprichosa -Diego frunció el ceño ante sus palabras.

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