Esposa falsa de Simón romance Capítulo 465

Aunque Xenia había dicho que a continuación se encargaría ella sola de ese asunto, como hermano mayor, ¿cómo podría Diego ver a su hermana sufrir y enredarse en algo así?

Así que, naturalmente, iba a hacer algo al respecto. Por ejemplo, ahora le había pedido a Simón una cita.

En la cafetería sonaba una música especialmente tranquila y romántica. Dos hombres se sentaron uno frente al otro. Los sentimientos que emanaban de ambos eran extraordinarios. La multitud sólo pensaba que estos dos hombres estaban aquí para hablar de trabajo, pero el sentimiento de sus cuerpos parecían rígidos. No se atrevieron a acercarse.

La mirada de Simón era sombría mirando a Diego que se sentaba frente de él.

Simón había visto a Xenia en el coche de la familia Leguizamo, así que había pedido a Rafael que lo investigara. Al principio, Simón pensó que ella tenía alguna relación oculta con Diego. Luego resultaba que era su hermana.

Aunque no sabía más detalles de su relación, estaba bien si no sería algo más romántico.

Simón no habría venido hoy si no fuera porque Diego era su hermano.

Los finos labios de Simón se curvaron al pensar en ello, -El presidente Diego, estás ocupado. No puedo creer que hayas tenido tiempo de invitarme a salir a un lugar como este hoy. ¿Qué? ¿Quieres hablar conmigo de una cooperación?-

-Deberías saber por qué estoy aquí.- La mirada de Diego era fría. Y su voz era muy firme.

-¿Oh?- Simón levantó una ceja, -¿Conozco bien al presidente Diego?-

Diego levantó la vista. Sus ojos se posaron en su rostro.

-No te acerques a ella. Aléjate de ella.-

-Je.- Simón se burló pero no le respondió. Un momento después, su mano golpeó la mesa con una sonrisa malvada, -Es mi esposa. Como marido, no sé realmente por qué debería alejarme de ella.-

Los ojos de Diego brillaron de ira al mencionarlo. Resistió el impulso de abofetearle, -Si no fuera por tu constante interferencia, ella dejaría de ser tu esposa.-

-¿Y qué? No eres lo suficientemente capaz.- Simón no tenía miedo de ofenderlo. Se decían todo tipo de cosas para burlarse unos de otros.

Durante cinco años, Diego había tratado de encontrar una manera de terminar el matrimonio de su hermana con Simón. Aunque Diego era fuerte y poderoso, los métodos suyos no eran rivales para los de Simón.

Además, era la esposa de Simón. No podía interferir con un hombre tan poderoso.

Cuanto más pensaba en ello, más se enfadaba Diego.

-¿No soy capaz? ¿Son esos los modales tuyos? ¿Atrapando a una mujer? No quería hacer una escena, pero ahora sabes que no me importa pelearte.-

-¿Pelearme?- Simón murmuró esas palabras en contemplación. Al cabo de un momento, se rió fríamente, -Diego, sólo eres su hermano. ¿Qué derecho tienes a determinar su vida? No tienes nada derecho a decidir quién le gusta.-

-No dejaré que esté con un malasangre como tú.-

¿Malasangre?

Simón entrecerró los ojos peligrosamente. El sonido casi salió de sus dientes, -¿A quién llamas malasangre?-

-Cómo la heriste entonces. Ya lo sabes.-

Esto era una guerra de palabras. Rafael y Santino Graciani observaban desde fuera con mucha preocupación.

-¿Todo va a estar bien?- Santino murmuró y entonces sacó su teléfono móvil, -Voy a llamar a la señorita.-

Escuchando que iba a llamar a la señorita, Rafael pensó por un momento y se dio cuenta que era Xenia, así que habló antes de que Santino pudiera llamar, -Santino. No quieres hacer un lío, ¿verdad? Estás llamando a la señorita Xenia a esta hora. ¿No haría eso que las cosas fueran aún más desordenadas?-

Las manos de Santino dejaron de moverse. Se quedó parado un momento y luego dijo, -Así es. Entonces, ¿qué debemos hacer? Entremos y hablemos con ellos?-

Ellos estaban hablando cuando se oyó un grito repentino en la cafetería. Resultó que los dos hombres que estaban dentro habían empezado directamente a golpear.

Probablemente Diego estaba irritado por Simón. Dio un paso adelante y lo agarró por el cuello. Sus ojos eran tan agudos como un rayo.

-No te atrevas a acercarte a ella de nuevo. Si no, no te dejaré salir bien.-

La sonrisa de Simón seguía siendo malvada. Aunque Diego lo tenía agarrado por el cuello, no había ninguna señal de angustia.

Estaba tranquilo, -Yo ya lo habría hecho si no fuera porque eres su hermano.-

-No puedes seguir así. ¿Por qué no voy contigo al médico?- Naomí le miró las ojeras.

Xenia volvió a la realidad y sacudió la cabeza, -No. Estaré bien en unos días.-

-¿Qué pasó... el otro día? Has estado actuando de forma extraña desde que volviste aquel día. Xenia, somos buenas amigas. Dímelo.-

Xenia pensó en todas las complicaciones y sintió que no tenía fuerzas para decir nada, así que tampoco dijo nada.

Naomí la miró con esa mirada sin aliento. Finalmente tuvo que rendirse. Fue a preparar una taza de té para ella y luego se fue.

Naomí acababa de salir de la oficina cuando veía una figura que caminaba sigilosamente hacia ella.

-¿Quién eres?-

Florencia Fraga estaba envuelta como una bola de masa. Cuando Naomí le gritó, también reaccionó inmediatamente. Se quitó la máscara.

-¡Soy yo!-

-¿Florencia?, ¿qué estás haciendo aquí?- Naomí la miró con asombro. Era extraño que viniera sola sin ningún agente detrás de ella.

Florencia sonrió un poco, mostrando sus dientes blancos.

-Voy a rodar una película. Pensé en pasar por aquí y verte.-

-¿Buscando a Xenia? Probablemente no esté en condiciones.-

-¿Qué pasa?¿Por qué no?- Florencia puso los ojos en blanco, -¿Ha perdido el sueño por la emoción?-

-¿Cómo has sabido que ha perdido el sueño?- Naomí se sorprendió un poco.

Florencia se rió, -Estaba siendo retenida por el presidente Simón del Grupo Freixa. ¿Quién se emociona si ella no se emociona?-

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