Xenia llegó a casa sana y salva. Le dio un abrazo a Naomi, -Lo siento, no volveré a hacerlo. Pero has besado a mi hermano, como mi futura cuñada, considera que te ocupas de mí por adelantado.-
Naomi estaba muy enfadada, pero cuando escuchó a Xenia mencionar a Diego, se sonrojó tímidamente.
-¿De qué estás hablando? Quién es tu cuñada.-
-¿Qué pasa?- Xenia la rodeó con sus brazos y las dos caminaron juntas hacia la casa. -¿Ya no quieres ser mi cuñada?-
-Me encantaría, pero…-
-Y así es.-
-No sigas hablando de mí, ¿qué te pasa? Ir al hospital a altas horas de la noche y ahora volver a casa a toda prisa, ¿te ha pedido Simón que hagas algo por él otra vez?-
Xenia negó con la cabeza y sonrió, - Nada importante.-
Sin embargo, Naomi la miró fijamente, -No, me estás mintiendo.-
Xenia se congeló, -¿Naomi?-
-Estás bromeando deliberadamente conmigo. Pero, Xenia, ¿no lo sabes? Te conozco desde hace tantos años que puedo saber si eres realmente feliz o no. Ahora sólo estás fingiendo ser feliz, la próxima vez no hagas eso, somos buenos amigos, no tienes que fingir ser fuerte delante de mí.-
- Dime, lo que pasó. -
Desde que Naomi dijo eso, la sonrisa en el rostro de Xenia desapareció. -No es nada importante, sólo que aún no lo he descubierto, así que no quiero hablar de ello.-
-Olvídalo, ya que no quieres hablar de ello, no te voy a obligarte, piénsalo tú primero.-
-De acuerdo.-
Las dos regresaron juntas a casa y Xenia se quitó el abrigo con la intención de descansar. Como Bernabé ya estaba dormido, Xenia no quiso despertarle y se fue a la habitación de invitados contigua.
Apagó la luz y se quedó a oscuras.
Antes debía tener mucho sueño a esta hora.
Pero hoy su mente estaba muy despierta, entremezclada con un montón de pensamientos desordenados.
Xenia cerró los ojos, sus oídos se llenaron de las palabras con las que Simón la había enfrentado en el hospital.
Simón ya sabía de la existencia de Bernabé, y con un poco de investigación probablemente pronto sabría cómo era Bernabé.
Aunque Xenia siempre había mantenido bien la información privada de Bernabé, básicamente no dejando que se descubriera su foto, pero Xenia era inevitablemente negligente en algún aspecto.
Antes podían ignorar estas cosas cuando estaban en el extranjero, pero ahora estaban de vuelta en el país.
Si Simón hubiera sabido esto…
Ahora, Xenia incluso creía que había cometido un error al elegir regresar a su país en primer lugar.
¿Qué debería hacer ahora?
Aunque Xenia ya sentía que se esforzaba por hacerse más fuerte, seguía sintiéndose impotente ante muchas cosas.
*
Pronto fue el día siguiente.
Naomi se frotó el pelo desordenado y salió de su habitación en pijama. Estaba a punto de ir a la cocina cuando de repente vio a un hombre alto sentado en el salón.
Naomi miró más de cerca y casi se cayó por las escaleras del susto.
La persona sentada en el sofá del salón era Diego, pero ¿qué hacía aquí tan temprano?
Naomi se agarró a la barandilla de la escalera para quedarse quieta, y Diego miró a ella justo a tiempo.
Los dos se miraron a los ojos y hasta el aire quedó en silencio durante unos segundos.
Antes de salir de la habitación, Naomi recordó de repente una cosa más. Así que se apresuró a volver a la mesa de maquillaje, cogió un frasco de perfume bucal y lo roció con la boca abierta. Sólo cuando estuvo segura de que su boca no olía, se aventuró a salir de la habitación con confianza.
Naomi miró su aspecto renovado en el espejo, pero seguía estando nerviosa.
Debería estar bien que se encuentre con Diego con este aspecto, ¿no?
Diego recordó lo desaliñada que había estado Naomi antes, un marcado contraste con su aspecto actual.
- Señor Diego.- Naomi le saludó con una sonrisa perfecta, -¿por qué vienes tan temprano?-
Diego no reaccionó mucho a sus palabras mientras retiraba su mirada, - Me levanté temprano, así que vine.-
Naomi pensaba un poco rato y preguntaba, -Pero señor Diego, ¿cómo ha entrado?-
-Por la puerta.-
Naomi sabía, por supuesto, que Diego había abierto la puerta para entrar, pero ella y Xenia eran las únicas que tenían la llave de esta habitación.
Xenia había ido mucho al hospital en los últimos dos días y no llevaba las llaves, así que básicamente abrió la puerta con sus huellas dactilares.
Naomi estaba muy curiosa por dentro.
Finalmente no pudo resistirse a preguntar, -Pero la llave de esta casa…-
-La cerradura electrónica.- Sin esperar a que terminaran sus palabras, Diego resolvió su confusión de inmediato.
Naomi se preguntó aún más, ¿cómo sabía Diego el código?
Diego continuó diciendo como si hubiera leído su menta, -Introdujiste el código cuando llegaste a casa ayer-
Ella se sorprendió: -¿Lo recuerdas?-
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