Después de que Xenia le pidió a Naomí que le entregase la información del pedido a Isidora, sintió que fue descargada la carga pesada que gravitaba sobre ella.
El día siguiente era domingo, y Xenia deseaba de llevar a Bernabé al espacio de recreación.
Hacía mucho tiempo cuando había vuelto a casa, estaba muy ocupada y no le daba tiempo para acompañarlo.
Acordaron los dos ir solos. No se sabía que Bernabé, el niño sagaz, en realidad llamó a Naomí y a Diego para que participasen.
Pensando en lo que pasó a los dos, Xenia, naturalmente, accedió a que se uniesen al equipo.
De todos modos, realmente no podía aceptar que Diego siguiese siendo soltero.
Al día siguiente, partió el grupo.
A Naomí le daba vergüenza bajar las escaleras al principio, pero por fin salió con la cabeza bajada por la estimulación de Bernabé. Tras subirse al coche, continuó encogiéndose en la esquina y actuando como un avestruz.
Xenia no podía evitar reír cada vez que viese que se tomaba como una persona transparente.
Así que se inclinó a su lado y le susurró, -Si lo haces siempre, ¿cuánto tiempo tardarás en convertirte en mi cuñada?-
Su voz era muy baja. Tal vez solo las dos pudiesen oírla.
Sin embargo, estaban en el coche después de todo. Naomí tenía la ilusión de que Diego fuese capaz de escuchar lo que decían. Clavó la mirada en Xenia y dijo en voz baja, - ¡Cállate! -
Eran feroces su expresión y mirada, como si fuera a matar a los demás.
No obstante, la voz que se bajó deliberadamente no tuvo ninguna agresión en absoluto.
Xenia no pudo evitar sonreír y le dijo de nuevo, -Por lo menos, deberías ser valiente, ¿verdad?-
-Cállate de una vez. No quieres hablar contigo.- Naomí se dio la vuelta y extendió la mano para taparse los oídos. Obviamente ya no quería charlar con Xenia.
Xenia ya no se burló de ella, sino recuperó la mirada y encontró una posición cómoda para sentarse.
En cuanto llegó al espacio de recreación, Naomí no se atrevió a enfrentarse a Diego, por eso se apresuró a llevar a Bernabé a jugar, dejando atrás a Diego y Xenia.
Al verlo, a Diego se le apretaron los labios finos con fuerza. La mirada siguió inconscientemente la figura de la chica bajita en el recinto.
Xenia notó su mirada. Se le levantaron las comisuras de la boca inconscientemente, -Hermano, ¿qué te parece Naomí?-
Al escucharlo, Diego frunció el ceño y recordó su apariencia cuando lo besó dos veces. Se le olvidó de lavar el brillo de sus labios después de que se los tocaron las yemas de sus dedos. Así que los llevó en la mano a la empresa. En ese momento en el que tomó los documentos, Carmen vio el color en su dedo y se burló de él diciendo el árbol de hierro estaba ya en flor.
En aquel entonces, Diego se quedaba un poco aturdido, a fin de cuentas, arreglaba esas cosas completamente en general en los días ordinarios.
Sin embargo, ese día parecía estar poseído por un demonio, así que ...
A Diego no le gustó el sentimiento.
Frunció los labios finos, -¿Qué? No has resuelto el asunto importante de tu vida, ¿e incluso quería ser mi casamentera?-
Xenia se volvió para mirarlo, -Ya no eres un chico joven. Tengo tantos años menos que tú y tengo hijo. ¿Tienes tú?-.
Diego, -...-
Parecía incapaz de responder a eso.
Al ver que se callaba, la sonrisa de Xenia se hizo un poco astuta, -Así que tú eres el que tiene que esforzarse.-
El rostro de Diego se puso serio, -¿Está resuelto el asunto?-
Al escucharlo, la sonrisa de Xenia se desvaneció un poco, y negó con la cabeza, -Todavía no.-
Casi se olvidó de que se iba a divorciar de Simón. "¿Es una buena ocasión llamarlo a la Oficina de Asuntos Civiles cuando se odia a sí misma?"
-Si no hubiese tomado en consideración tus pensamientos, ¿crees que tendrás estos éxitos en los últimos cinco años? No puedes seguir siendo así. Aunque me acomodo contigo, eso no significa que te mimaré cada vez.-
-¿Así tengo que casarme para ser feliz? ¿No puedo vivir sola para siempre?-
-¿Qué pasará a Bernabé? ¿Has considerado por él?-
Xenia se mordió el labio inferior y no pudo hablar en el instante.
Lo hizo, por lo tanto, sintió que debería casarse, pero ... su propio pensamiento fue completamente diferente de lo que hizo Diego.
Después de enterarse de la verdad, Diego encontró de inmediato a unos hombres para ella, lo cual le hizo un poco incompetente de aceptar.
-Elijo algunos para ti. Precisamente, no tienes que ir a trabajar mañana, así que irás a la cita a ciegas. Si no estás satisfecha, la terminarás lo antes posible. Los elegirá para ti hasta que te satisfagas -.
Xenia, -...-
-¿Qué te parece?- Diego giró la cabeza para mirarla.
-¿Qué más?- Xenia solo pudo sonreír con amargor, -Ya que lo has decidido, ¿qué puedo decir?-
-Xenia, no te haré daño. Lo sabrás en el futuro. Todavía eres joven, y no te cansa criar un hijo por ti sola, pero no será así con el tiempo pasando.-
-Está bien. Ya lo he aceptado, por eso, ¿no te toca para prometerme que pensarás sobre Naomí?-
El tema volvió de nuevo. Diego arrugó el entrecejo y sintió un poco de dolor en las sienes. Los acarició y dio una tos suave, -No necesitas preocuparte por los asuntos de mí.-
-Estás preocupado por los míos, ¿por qué no dejas que me preocupe por los tuyos? ¿No has prestado atención a lo que te dije antes? ¿Podrán ser otras, aunque no sea Naomí? O, ¿organizo también algunas citas a ciegas para ti? He visto que son hermosas varias diseñadoras de nuestra empresa. Les encantaría si pudiesen tener una cita a ciegas con el presidente del Grupo Leguizamo en la Ciudad Norte. Si no te apeteciese... ¿iría al sitio web del matrimonio para enviar la información sobre ti?-
Esas palabras hicieron que Diego sintiese un dolor en el entrecejo. Miró a su hermana sin remedio. Sonrió con indulgencia, -Te has hecho madre, ¿por qué sigues siendo tan traviesa?-
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