Xenia tomó el ascensor directamente a la oficina.
En la oficina, Naomí estaba parada frente al estante de información con su teléfono celular, hablando y buscando las carpetas en el estante. Probablemente encontró la carpeta que quería, así que se puso el teléfono en el hombro y hojeó los archivos, preguntó, -Disculpe, señora, lo que acaba de decir, no lo escuché muy claramente en este momento, ¿puede repetirlo?-
-Bueno, está bien. Entonces luego puede enviármelo por correo electrónico y leeré de nuevo.-
Después de colgar el teléfono, Naomí exhaló un suspiro de alivio y luego se dio la vuelta con la carpeta.
Cuando vio a Xenia, Naomí se sorprendió y luego reaccionó.
-¿Xenia?-
Xenia sonrió, se acercó a tomar la carpeta en su mano y bromeó, -¿Tan ocupada, eh?-
Naomí tomó la carpeta que tenía en la mano y le pidió que se la llevara, luego se volvió a meter el teléfono en el bolsillo y dijo impotente, -¿Qué puedo hacer? No estás aquí, tengo que tratar todas las cosas.-
-Hablando de eso, ¿por qué vienes de repente? Pensaba que no vendrías a la empresa hoy, después de todo...-
En este punto, las miradas de Naomí eran un poco evasivas y su cabeza se agachó.
-Después de todo, ¿qué?- Xenia abrió la carpeta y la miró.
-Después de todo, lo que dije anoche debe haberte ofendido- Naomí se mordió el labio y miró a Xenia con expresión culpable, -En realidad, lo pensé cuando me acosté anoche. Me equivoqué. En cuanto a las relaciones, ¿cómo pueden los otros decir claramente sobre sus asuntos? Incluso si veo el exterior, no puedo ver tu corazón. Como tu amiga, lo más maldito es que dije esas cosas pretenciosamente. Lo siento...-
-Está bien.- La interrumpió Xenia y dijo impotente, -No tienes que disculparte, no me tomé este en serio.-
Ella casi perdió la voz. Probablemente era una secuela de fiebre.
Naomí era muy cuidadosa. Al escuchar su voz, se sintió extraña y luego la miró, -¿De verdad no estás enojada? Anoche...-
-No.- Xenia negó con la cabeza. -Se acabó, se acabó. No lo pienses más.-
-Bien.-
Después de eso, Xenia no habló más, pero comenzó a trabajar seriamente con Naomí.
Unos diez minutos después, Xenia recordó algo, -Por cierto, tengo que volver en un rato.-
-¿Por qué?- preguntó Naomí, muy confundida, -¿Estás enferma?-
Al escuchar, Xenia se sorprendió, y miró a Naomí, -¿Es obvio?-
-Casi pierdes la voz, y la cara está un poco roja. ¿Qué te pasa? ¿Estás realmente enferma? Solo pregunté casualmente.-
-No.- Xenia sonrió y negó, -¿Cómo podría enfermarme casualmente? Es solo un poco de dolor de garganta. Solo necesito beber más agua.-
Xenia miró la hora y quedaban pocos minutos antes de la hora acordada con Simón, si no hubiera bajado, se estimaba que Simón subiría para encontrarla, de acuerdo con su personalidad.
Así que decidió bajar a tiempo.
Mientras pensaba, la puerta del salón trasero se abrió de repente, y luego una voz dulce sonó desde atrás.
-¡Mamá!-
Xenia se sobresaltó y se volvió. Vio que Bernabé salió repentinamente del salón y en cuanto la vio, corrió hacia ella de inmediato, muy adorable.
Al quedarse atónita, Bernabé se había levantado de un salto y la había abrazado. Xenia inconscientemente levantó la mano para sostener su culito y dijo sorprendida, -Bebé, ¿por qué estás aquí?-
-¿Acaso... él te llevó aquí?-
Xenia asintió lentamente.
-Va a buscarme luego. Espero que me ayudes a esconderlo por un tiempo. Déjalo bajar primero y esperarme. Yo bajaré de inmediato.-
-Pero...- Naomí estaba un poco impotente, -¿Hasta cuándo puedo ocultar esto? La situación de hoy, así como la situación de hace unos días, todo sucedieron de repente, por si acaso...-
-No me importa el futuro. El presente es más importante. ¿Quieres ayudarme?-
Naomí asintió.
-Mientras hables, definitivamente estoy dispuesto a ayudarte, ¿acaso ayudo a él?-
-Gracias, Naomí.-
-Entra tú, lo hablaré con él cuando venga Simón.-
-Bueno.-
Después de discutir con Naomí, Xenia se levantó y caminó hacia el salón, tras entrar cerró la puerta del salón y se dirigió hacia Bernabé.
Después de que Naomí escuchó lo que dijo Xenia, toda la persona se puso nerviosa. En muy poco tiempo, se abrió la puerta de la oficina por alguien.
Tan pronto como escuchó el sonido, Naomí inmediatamente levantó la cabeza y miró hacia la puerta.
Mirando los ojos fríos de Simón, Naomí sintió de pronto un escalofrío.
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