Al escuchar las palabras de Diego, la enfermera se mostró un poco insegura, se mordió los labios rojos y luego miró detenidamente la foto por un rato, -Bueno, los pacientes están todos descansando. Entra y búscalo con cuidado, tú sola. El señor también tiene razón. Al fin y al cabo, ya están muy cansados. Debe ser diferentes a él de la foto, ¿tal vez... es lo que no lo reconocí?-
Tras decir esto, la enfermera volvió a mirar la foto.
El hombre de la foto tenía un rostro apuesto. Es el tipo de hombre que nunca se olvidaría después de una mirada, y si uno de los supervivientes salvados tenía la apariencia como la suya, la enfermera estaba segura de que no lo olvidaría.
Pero... las palabras de Diego la hicieron dudar.
Ellos estaban buscando a su familia, y ella no podía precipitarse en su juicio.
-Gracias, vamos a buscarlo entonces.- Diego extendió la mano y apartó el teléfono de Xenia, y luego le empujó suavemente el hombro, -Muévete con cuidado, yo voy contigo.-
Xenia asintió con la cara pálida, -Vale, vale.-
Dijo con un escalofrío. Diego la tomó por los hombros y la acompañó a la sala. Debido al accidente y al hecho de que sólo había un hospital cercano, y no especialmente grande, tenían camas limitadas y tuvieron que añadir camas a las salas, algunas de las cuales se habían añadido a los pasillos.
Diego llevó a Xenia a través de las salas una por una, pero nunca vio al hombre familiar.
Xenia no se inmutó y no dijo nada en todo el proceso. Después de buscar unas veces en silencio, no vio a Simón, así que volvió a buscarlo, temiendo que se le hubiera escapado.
Primera vez ...
Segunda vez ...
Tercera vez ...
No sé cuántas veces había buscado, pero Xenia seguía mirando. Diego no pudo evitar tomarla de la fina muñeca blanca, obligándola a detenerse.
-Deja de buscar, Simón no está aquí.-
Xenia levantó la vista y sus ojos se posaron en el rostro de Diego, desconcertados.
-Diego, tal vez nos lo perdimos, si no está aquí... entonces ¿dónde está ahora?-
A esta pregunta, Diego no podía responderla, y no sabía cómo contestarla. Sólo pudo morderse sus finos labios sujetando seriamente sus hombros, -Tontita, ahora es muy tarde. Los equipos de búsqueda y rescate no empezarán el rescate hasta mañana, aquí hemos buscado seis o siete veces, pero no hemos visto a Simón.-
-No...- Xenia asintió, -No lo hemos visto, pero tal vez nos lo perdimos. ¿Qué te parece... preguntar a la enfermera de nuevo?-
Mirándola Diego se mostró impotente, -No seas tonta. Todos los rescatados están aquí. Si no lo encontramos aquí, es que no está. Todo lo que tienes que hacer ahora es encontrar un lugar para descansar. Y mañana cuando te despiertes, seguiremos al equipo de búsqueda y rescate otra vez.-
Sorprendentemente, los ojos y la expresión de Xenia eran tranquilos, lo que era extraña. Carmen, que estaba al lado, no pudo resistirse a dar un paso adelante al verlo.
-Sí, señorita. La salud es importante. Cuídese para poder encontrar al señor Simón Freixa.-
Lo dijo con la esperanza de que Xenia se cuidara y volviera al hotel a descansar. Pero el mismo truco no funcionaba dos veces. Cuando escuchó sus palabras, Xenia negó con la cabeza.
-No puedo dormir.-
Luego miró bruscamente a Diego y le agarró de la manga, -Quiero regresar a buscarlo.-
Al verla por fin comprometida, Carmen sonrió, -Así es, señorita, el coche ya nos está esperando fuera, ¿vamos?-
-Bueno.-
Carmen ayudó a Xenia a salir, y Diego se detuvo unos tres segundos antes de seguirla.
Ya hacía frío, sobre todo al anochecer. La brisa fría entró en las orejas cuando salieron del hospital, así que hacía bastante calor cuando subieron al coche. Después de subirse al auto, Xenia siempre estaba acurrucada en un rincón, abrazada a los hombros y con aspecto muy aislado.
El coche llevaba unos diez minutos conduciendo cuando empezó a llover fuera.
-Está lloviendo...- Murmuró Carmen inconscientemente mientras miraba por la ventana.
Después de decirlo, inmediatamente dejó de hablar. Había pensado en algo.
“Llueve con este tiempo... No es algo bueno.”
Carmen miró inconscientemente a Xenia.
Efectivamente, Xenia, que había estado acurrucada y sin moverse, se sentó bruscamente al oír el ruido de la lluvia.
-Está lloviendo.-
Carmen miró por la ventana y dijo con una voz tranquilizadora, -Sólo un poco, no debería llover mucho.-
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: Esposa falsa de Simón