Su inesperada explicación hizo que la volviera a mirar Simón, con los ojos oscuros en los cuales no se veía nada su intención.
Luego Simón dijo en un tono serio, -No hace falta que me lo expliques.
Xenia lo miró a ojos descubiertos por un buen rato, y dijo, -¿No te enfadas por no hablarte contado lo de la familia?
A medida que caía la noche, las farolas se iluminaron gradualmente y la oscuridad empezó a dejar su profundo sombrío en el cielo.
Manejando el coche lentamente, Simón se mantuvo callado por mucho tiempo, -Me lo dirás cuando haga falta.
Después de un dominado silencio, Xenia confirmó que Simón no estaba enfadado, entonces suspiró profundo: “Al fin y al cabo, no es nada importante, no debería estar tan preocupada.”
No tardaron mucho en llegar al nuevo apartamento que le consiguió Simón. Con un ambiente tranquilo, estaba dotado de mejor seguridad, con la tarjeta para acceso a la entrada y la salida.
Con la maleta en una mano, Simón apretó la mano de Xenia con la otra, luego los dos subieron al sexto piso.
-En este piso sólo vives tú, así no habrá mucho ruido por la noche -dijo Simón.
Escuchando sus palabras, Xenia se quedó avergonzada pensando en lo ocurrido de aquella noche, murmurando -¿Sigues recordando lo que pasó esa noche?
-¿A qué noche te refieres? -preguntó Simón mientras abrió la puerta.
Contra las luces parpadeantes del sensor, el rostro de Simón se volvió completamente oscuro, y lo miró Xenia con la cabeza arriba, desde cuya perspectiva vio perfecto su perfil profundo con una hermosura medio borrosa.
Mientras Simón la miró confuso.
“Parece que no se recuerda de nada.” Pensó Xenia con un rostro aún más enrojecido, “¡Qué vergüenza! No debería decirlo.”
Bajo sus miradas confusas, Xenia explicó precipitada, -Nada importante, vamos entrando.
Al entrar al apartamento, Xenia descubrió todo equipado y limpio, con los muebles nuevos.
“Es un hombre fiable, que lo preparó todo bien.” Pensó Xenia tranquila y contenta.
Al frente de la puerta se quedaba un gran balcón, donde había muchas plantas y flores que llamaron la atención de Xenia, quien se las acercó y las olfateó.
Con el cabello largo suelto al lado de su hombro, Xenia le preguntó -¿Por qué las preparas?
Bajo las luces iluminadas, de su rostro brotó una ternura profunda y en la cual se quedó completamente naufragado Simón, que estaba inmóvil, mirándola con suavidad.
Cuando estaba en su apartamento, los había visto Simón, entonces los preparó según su gusto.
-Ven, te muestro la habitación.
Entonces lo siguió Xenia, hasta la alcoba.
Apenas abrió la boca, sus labios ya subieron desde el cuello, lentamente hasta su oreja.
Cuando el respiro de sus labios entró a su oreja como si un viento soplara el campo desierto, Xenia se quedó completamente rígida de estremecimiento, que le recorrió todo el cuerpo desde el corazón hasta sus brazos y piernas.
Luego sus labios se movieron lentamente hacia abajo, volviendo a pasar por el cuello y dejaron ahí un beso y otro.
Xenia se quedó inmóvil, “Demasiado silencioso es el entorno, si lo dejo seguir así, pasará algo en absoluto.” Pensó Xenia, “Aunque hemos confirmado la relación, no quiero que se desarrolle tan rápido.”
Entonces se movió Xenia murmurando, -Voy a ducharme.
Se detuvo Simón sonriendo, -¿Vamos juntos?
Estupefacta, Xenia ni siquiera pudo abrir la boca, pensando en sus siguientes pasos.
Pero Simón la soltó y acarició su nuca suavemente, -Broma. Vete.
No se movió ni un paso Xenia, con los pies todavía entumecidos.
-¿Quieres que te abrace hasta el baño? -dijo Simón.
Hasta entonces Xenia se metió al baño.
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