Cada vez hacía más frío y cuando Xenia salió del hospital después de su revisión, estaba temblando por el viento frío.
Raquel se quitó la bufanda y se lo puso a Xenia.
Xenia se apresuró a quitárselo de encima, -No, tía, hace mucho frío, te vas a enfriar si me das la bufanda.
Raquel le lanzó una mirada de impotencia y no pudo evitar reprenderla, -sabes que tú también vas a pasar frío, ¿por qué no te pusiste más cuando estuviste en Yemen? Sabes que estás embarazada y sigues siendo tan descuidada.
Cuando la regañó, Xenia no se atrevió a decir una palabra de resistencia y se quedó en silencio.
Mientras Raquel hablaba un anillo de aire caliente salió de su boca y miraba los edificios a su alrededor, -Ya casi es la Navidad y creo que este año la pasaré contigo aquí.
Al oír sus palabras, Xenia se congeló y siguió inconscientemente su mirada.
¿Tan rápido? No se podía creer que estuviera a punto de celebrar la Navidad...
Se pasó la mano suavemente por la barriga, que tendría exactamente tres meses cuando llegara la fiesta.
Xenia pensó en su hijo, Bernabé, que estaba lejos en su ciudad natal.
Él y ella no se habían visto en mucho tiempo también.
Y desde que ella se había mudado con Simón, no había podido contactar con esto pequeño mucho, así que se preguntaba cómo estaría el pequeñito y si se extrañaba a ella.
-Bueno, no te quedes aquí, prepárate para volver.
-De acuerdo.
Las dos avanzaron cogidos del brazo y, justo cuando llegaron al borde de la carretera, se detuvo ante ellos un coche que no parecía ni un taxi ni una familia de coches particulares.
Pronto, la puerta del coche se abrió y varios hombres se reunieron alrededor.
Eran cuatro o cinco hombres con trajes negros y gafas de sol, y con aspecto de mafia, esto hizo que Xenia frunció el ceño y los miró impasible.
Raquel miró con recelo a los hombres y se mofó, -¿Os pasa algo?
Entre ellos, uno de los cuales parecía el líder, hablaron: -Nuestro jefe quiere verte.
-¿Es así? ¿Quién es tu jefe? ¿Por qué tenemos que verle ? ¿Solo porque él quiere vernos?
-Señorita Raquel, por favor no nos ponga en una situación difícil, el jefe sólo quiere invitarlos a ustedes dos a ser sus huéspedes-.
-Entonces vuelve y dile a cualquier anfitrión que tengas en tu casa y que tenga miedo de mostrar su verdadero rostro que no lo deseamos.
Después de decir eso, Raquel tomó la mano de Xenia y se preparó para irse.
Los hombres vieron esto y con el ceño fruncido se adelantaron al instante para rodear a las dos de nuevo, deteniéndolas a ambas en su camino. -Señorita Raquel...
Raquel frunció el ceño y ladró con severidad, -¡Fuera de mi camino!.
Varios hombres sólo pudieron retroceder impotentes hacia un lado cuando la vieron así.
Sólo entonces Raquel apartó a Xenia, mientras varios hombres veían salir a las dos en el fondo, inclinándose juntos y hablando de algo.
Después de un corto paseo, el paso de Raquel se hizo más lento, -Realmente asco, las molestas-.
Xenia la tomó de la mano y fue un paseo tranquilo.
Ya era obvio que el grupo acababa de hablar de su jefe; querían pedirle a Raquel que volviera, pero tenían demasiado miedo de ponerse bruscos con ella y así que simplemente se echaron atrás cuando les gritó.
¿Quién sino Jorge?
Pensando en esto, Xenia no pudo evitar decir en voz alta, -Tal vez, el Señor Jorge realmente quiere verte.
Al oír estas palabras, los pasos de Raquel se tambalean y gira la cabeza para mirar a Xenia.
Pensando en ello, Xenia suspiró con fuerza.
-Lo sé, ya se me ocurrirá algo.
Las dos no tardaron en llegar a un restaurante y Raquel se detuvo en su camino hacia la puerta.
-¿Es lo que hablabas antes?
Raquel miró el decorado que tenía delante y la gente que había dentro, el brillo de sus ojos se fue apagando poco a poco.
-No.
Las cosas habían cambiado y era normal ya no existir ese restaurante.
Al notar que ella estaba bastante deprimida, Xenia dijo: -¿Por qué no...?
-Vamos a tomar un poco aquí.
-Bien.
Inesperadamente, el restaurante estaba bastante bien y, después de comer, Xenia sintió que tenía que ir al baño y suspiró impotente, -Tía, voy al baño.
Una de las cosas más molestas de estar embarazada era que siempre ella quería ir al baño.
Xenia dejó el teléfono y el bolso sobre la mesa y fue al baño. Cuando se lavó las manos y salió del baño, se topó con un hombre que se detuvo frente a ella y tenía un aspecto desagradable.
La expresión de Xenia cambió y su cerebro funcionó rápidamente, e inmediatamente habló, -Queréis...
Desgraciadamente, antes de que pudiera terminar su frase, recibió un fuerte golpe en la nuca, deteniendo todas las palabras que siguieron, y cuando intentó decir algo más, una oleada de oscuridad se apoderó de sus ojos.
Inmediatamente después, Xenia perdió el conocimiento.
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