Esposa falsa de Simón romance Capítulo 938

-Gracias.

-De nada, todo lo que digo es verdad. ¿Pues quieres ir a encontrar a mi papá? Parece estar preocupado de él.

-Sí.

-Pues vete, yo os espero aquí.

Rafael se levantó de inmediato, le remachó que no saliera aquí, luego se dirigió al servicio directamente.

En el servicio, Simón se lavó la cara. Mirándose en el espejo, tenía la cara pálida. No era extraño de que Rafael le hubiera visto con el gesto preocupado.

El hecho era que la memoria le atormentó mucho. Seguía sufriendo el dolor de cabeza, pero él deseaba mucho que pudiera acordarse de todo lo que le había pasado.

Aunque sufriera el terrible dolor de cabeza, sería mejor que le hiciera recordar todo.

No era un buen sentimiento que no había nada en la memoria.

Cuando estaba meditando, sonó la voz de Rafael fuera.

-¿Señor Simón?

Se volvió, vio que Rafael se quedaba en la puerta mirándole con preocupación.

Mordió el labio, luego se le acercó.

-¿A qué vienes?

Rafael no quería ocultar su preocupación.

-¿Está bien usted? Si hace falta...

“Si hace falta enviarle al hospital” esta oración todavía no se contó completamente, le interrumpió Simón.

-¿Se puede recuperar la memoria perdida?

Rafael tardó un buen rato en reaccionar, y respondió vacilante, -Quizás...

La vista de Simón pasó por él, pero no sabía qué estaba mirando.

-Has dicho que tú eres mi asistente, ¿pues puedes hacer una cosa por mí?

-¿Qué?

-Quiero recuperar mi memoria, y necesito tu ayuda.

-¿En qué puedo ayudarle?

***

Bernabé se sentaba en la silla meneando las piernas, mirando que la camarera les había servido dos veces las comidas, pero ellos todavía no volvieron. Levantó las manos para sostener la barbilla y empezó a pensar.

¿Por qué dos hombre se quedaban en el servicio tan largo tiempo?

¿Acaso había pasado algo que no podía saber él?

¿Si debía hablarlo con su mamá? Según decían, ahora a muchos hombres les gustaba la homosexualidad.

Mientras pensaba, regresaban ellos, que justamente encontraban a la camarera.

Esta vio al guapo Simón, le mostró una sonrisa, además, le lanzó un guiño.

Las extranjeras tenían desparpajo, si encontraron a los guapos, les seducirían. Si ambas partes tenían similar idea, sería perfecto, de lo contrario, también podría tomarlo como saludo.

El niño se fijaba en Simón, y quería ver su reacción.

Pero este se le acercó sin nada expresión, él no le hizo ningún caso ni su guiño.

Y aquella camarera, en vez de recibir la respuesta, vio una espalda indiferente, inmediatamente perdió el interés, pero ella no se sintió enfadada, se fue naturalmente.

Pero Rafael lo vio claramente.

Cuando estaba harta, Xenia apenas se levantó.

Sentada en la silla, ella acarició el abdomen, -No puedes así, como mucho también no es bueno para el feto. ¿Qué haré si él se hace demasiado gordo?

-¿Qué dices? Eres tan delgada, ¿cómo es posible que el feto se hiciera gordo? A los días siguientes, te ayudaré a suplir las nutriciones faltadas. Si el bebé que está en tu vientre es desnutrido, me preocuparé mucho.

¡La malnutrición era bastante exagerada! ¡Era imposible!

En este momento, Naomí oyó que su móvil sonaba. Se quedó suepensa, luego dijo a Xenia, -Voy a contestar a la llamada, que será de tu hermano. Si él me reprocha, ayúdame, por favor.

No le quedó el tiempo para responderle, Naomí se desapareció.

No tardó mucho en volver llevando el móvil. Cuando ella se guiñó a Xenia, la cual afirmó que Diego le llamó.

Dio una sonrisa a Naomí para señalarla que contestara a la llamada.

Lanzó un profundo suspiro, hizo todo lo posible para calmarse, -Dime.

-Abre la puerta.

-¿Qué?

Las palabras repentinas le sorprendieron mucho, y apenas entendió qué había dicho.

Naomí tardó mucho tiempo quedándose atónito.

-¿Para qué?

-Da prisa.

Le apresuró indiferentemente.

Naomí se detuvo un buen rato, echó una mirada rígida a Xenia, luego se dirigió a la puerta como títere.

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