Y lo primero que le dijo Xenia a Rafael cuando se enteró de la verdad fue.
-¿Dónde está?
Rafael, -Creo que todavía está en el hotel, cuando salí me dijo que me esperaría para volver.
Al oír que Simón seguía descansando en el hotel, el corazón de Xenia se tranquilizó. Al menos seguía a salvo y estaba bien por ahora. Inmediatamente habló, -Entonces llévame con él.
Rafael asintió al instante, -Sí.
Ya había dicho el hecho, así que no dudaba en llevar a Xenia al hotel.
Naomí levantó la mano cuando escuchó a los dos decir que iban a Simón, -Llévenme con ustedes, puedo ayudar si pasa algo, y no me siento preocupada dejando a Xenia sola, ahora que está embarazada.
Xenia no se opuso y asintió con la cabeza.
-Vale.
Naomí se dio la vuelta inmediatamente y volvió a su habitación a por sus cosas.
Y Diego, que había estado sentado en silencio leyendo un libro no muy lejos, dejó por fin su libro y levantó la vista.
-Iré contigo.
Xenia naturalmente no lo detuvo. Al fin y al cabo, era su hermano y Simón era cuñado suyo. Era normal que fuera también en este asunto.
Sólo cuando Rafael escuchó la voz de Diego, recordó que había otra persona en la sala.
Si no hubiera hablado, Rafael se habría olvidado de que aún estaba aquí.
La idea de que a Naomí le gustaba hizo que Rafael le mirara con otras emociones.
Sin embargo, la prioridad ahora era ir a Simón y evitar que todo esto sucediera. No podía estar aquí para pensar en otra cosa.
El grupo hizo las maletas y se dirigió directamente a la puerta. Y cuando llegaron al hotel, encontraron la habitación vacía, no había nadie.
Xenia frunció el ceño y no habló.
Naomí comenzó a criticar a Rafael.
-¿Dónde está? Rafael, eres poco fiable. ¿No dijiste que el señor estaba en el hotel? ¿Por qué no hay nadie aquí ahora? -Naomí dijo estas palabras con cierta paciencia. Si no hubiera estado Diego, le habría dado un golpe.
Naomí no sabía por qué, pero cuando se trataba de Rafael, sólo quería intimidarlo.
Naomí se sentía curiosa, porque ambos no parecían conocerse tan bien.
Rafael recibió otra crítica de Naomí y no se atrevió a replicarle, sólo pudo decir, -Es cierto que el señor estuvo aquí antes de que yo me fuera, pero de acuerdo con esta hora...
Xenia miró a su alrededor y, de repente, dijo, -¿Tienen un tiempo acordado?
Rafael se quedó paralizado un momento y luego asintió.
-Entonces puede haber percibido algo y haberse ido antes de que llegáramos.
Rafael se quedó mudo.
Pensándolo bien, lo que decía la señora era cierto, Simón era un hombre muy inteligente. Y si Rafael no había regresado a la hora acordada, ni le había llamado para darle cuenta de la situación, entonces sólo había una posibilidad.
Era que a Rafael se le presentó una circunstancia especial.
Y esa circunstancia especial era fácil de adivinar, no había nadie más que Xenia.
Así que Simón, habiendo adivinado esta posibilidad, se fue por su cuenta.
-Ahora llévanos de inmediato al lugar donde suelen ir.
Xenia reflexionó un momento y tomó una decisión rápida.
Rafael no dijo nada, pensando, “No importa.”
Xenia frunció el ceño, un poco impotente, -Vamos a él primero.
Naomí enseguida supo que había hecho algo mal. Aunque Xenia no mostraba todas sus emociones, sin duda era la que más se preocupaba cuando ocurría algo así.
Si tuviera el poder de volar, Xenia habría volado al lado de Simón en un instante. Pero siempre actuaba con calma y tranquilidad.
Pero eso no significaba que estuviera tan tranquila y serena por dentro como parecía estarlo por fuera.
Naomí se arrepintió al instante por lo que pasó antes, y se maldijo cien veces antes de seguir al grupo hasta el coche.
Probablemente porque el ambiente no era bueno, así que nadie habló durante un tiempo. Rafael conducía según la ubicación de Jason. Mientras pasaban los minutos, Xenia se sentaba en el asiento del copiloto sin decir una palabra.
Naomí estaba sentada en un rincón, y aunque Diego estaba sentado a su lado, no estaba nada emocionada en ese momento y centraba toda su atención en Xenia.
***
Cuando llegaron al lugar, Jason miró la enorme piscina que tenía delante y se sintió muy estupefacto.
-¿Aquí es el lugar que quieres venir?
Dicho esto, respiró aliviado. Porque acababa de estar muy preocupado de que Simón dijera de repente que se iba al mar.
Al fin y al cabo, había perdido la memoria desde que lo sacaron del mar.
En cuanto a lo que había ocurrido en el fondo del mar, ni siquiera él lo sabía.
La reciente locura de su tratamiento había hecho que Jason pensara que podría lanzarse al mar para sentir de inmediato, sin darse cuenta de que era sólo para venir a la piscina, por suerte.
-¿Y qué, crees que voy al mar?
Simón le miró y le preguntó tranquilamente.
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