De todos modos, en cuanto vio sus lágrimas, Simón supo inmediatamente que esta vez se equivocó.
Sólo pudo abrazarla y seguir disculpándose.
En el silencio de la sala, la voz de disculpa de Simón era la única que resonaba, tan suave como si temiera asustar a Xenia. Además, se escuchaba unos sollozos.
Xenia no dejó de llorar, por eso Simón estaba tan arrepentido que quería matarse.
-Todo es culpa mía, haré lo que quieras cuando vuelva. Puedes hacer todo lo que quieras conmigo. ¿Vale?
Xenia no quería llorar, pero no pudo evitarlo en aquel entonces. Y cuanto más decía él, más difícil era para ella.
La gente era así.
Cuando nadie te cuidaba ni te quería, sólo te esconderás y te tratarás las heridas solo.
Por otro lado, se caerán lágrimas con facilidad y se volverán vulnerables.
Ahora mismo era la última.
Cuando no lo había visto, estaba tranquila y calmada.
Pero cuando lo vio, se volvió tan frágil como el cristal.
Xenia respiró hondo, cuando dispuesta a secar todas sus lágrimas, Simón se inclinó de repente y la besó. Muy sorprendida, pero era demasiado tarde para apartarlo.
Luego, unas lágrimas saladas resbalaron por sus mejillas hasta llegar a su boca.
El beso se cambió en el otro significado.
Un segundo, dos segundos...
Xenia reaccionó estirando la mano para empujarle, luego él le tomó las manos y las llevó detrás, siguió besándola.
Las lágrimas cesaron en algún momento, probablemente detenidas por el repentino beso, o tal vez porque ya se había llorado bastante.
No sé cuánto tiempo pasó hasta que Simón la liberó.
Apoyó su frente contra la de ella, dijo con sus ojos oscuros y sus finos y pálidos labios, -Lo siento, no volveré a hacerlo, perdóname, ¿vale?
La mente de Xenia estaba un poco desorientada por su beso. Cuando le oyó decir eso, levantó la vista hacia él y vio sus ojos. Obviamente no había dormido bien últimamente.
También tenía la barbilla cubierta de pelusa y su cara se veía mal.
De una mirada se podía ver que lo había pasado muy, muy mal recientemente.
Xenia se mordió el labio, -Si alguna vez, alguna vez, vuelves a hacer tal algo. No te lo perdonaré nunca más. Entonces llevaré a Bernabé y al bebé en mi vientre a irnos juntos.
Al oír esto, Simón entrecerró ligeramente los ojos, -¡No!
-Me refiero a si, si vuelves a hacer algo así...
-No lo haré. -Simón la interrumpió y dijo con decisión-. Como no te gusta, no lo haré en el futuro.
Con esto, Simón miró a Xenia que estaba cerca, y no pudo resistirse un poco más a besarla otra vez, ligeramente y cariñosamente.
Después de besar los labios de ella, se sintió un poco insatisfecho y se acercó a su cara para posar sus labios en su frente, con la voz ronca, -Nunca lo haré, siempre te escucho.
Era algo muy romántico que un hombre besara la frente de una mujer, pero Simón no lo había hecho nunca.
El corazón de Xenia se ablandó tanto que su cuerpo se volvió suave y se acurrucó en los brazos de Simón.
-Bueno, tú lo prometes.
-Sí, lo prometo.
Xenia se echó en sus brazos y cerró los ojos. No le había visto en una semana.
Después de un largo rato, ella no pudo resistirse a preguntarle, -¿Es cierto que tú deseas tanto recuperar la memoria?
Simón pensó que claro que sí, si no quería recuperar su memoria, ¿por qué tenía que sufrir todo esto? Pero Xenia no quería que hiciera ninguna de esas cosas.
-Porque, no esperaba que dijeras que sí tan rápido, pensé que no volverías conmigo.
Simón guardó silencio, y el ceño se frunció con fuerza.
Resultaba que ella tenía tanto miedo de él.
No, debería haber sido por una profunda falta de confianza en él, por eso pensó que no volvería con ella.
Al pensar en ello, Simón le cogió la mano, y la miró cariñosamente.
-No dudes ni te preocupes, escucharé todo lo que digas. No pretendía ocultártelo esta vez, sólo por si estaría preocupada, nada más.
Xenia sabía, por supuesto, que se había guardado todo esto porque no quería preocuparse, y también por miedo a que ella se lo impidiera.
Frunció el ceño, -¿Por qué de repente quieres recuperar la memoria tan rápido? Antes estabas bien.
Siempre hubo algo extraño en estar demasiado desesperado.
-¿Alguien te ha dicho algo?
Simón volvió a estar muy triste al recordar las palabras que había dicho Bernabé.
Esto, naturalmente, Simón no pudo decírselo a Xenia y tuvo que negarlo.
-No, es que no creo que sea justo para ti yo haber perdido la memoria.
Ante esas palabras, Xenia no pudo evitar lanzarle una mirada de reproche.
-¿Qué hay de injusto en eso? Yo mismo no he dicho nada, así que, ¿qué estás pensando? ¿Sabes qué es lo más importante para mí en este momento?
¿Qué?
-Eres tú. -Xenia se acercó a su brazo y se mordió el labio por un momento antes de decir lentamente-. Desde el momento de tu accidente hasta ahora, todo lo que quiero es que estés a salvo. Antes de eso quería que recuperaras la memoria, pero eso se basaba en el hecho de que no yo te gustaba. Luego nos reunimos y me di cuenta de que, si lo recordabas o no, no era importante.
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