-¡Me has entendido mal! -explicó inmediatamente Anthony.
Xenia aún recordaba lo burro que estaba Anthony cuando lo conoció en el ascensor.
-De todas formas hay que mantener las distancias con mis amigas.
-Vale, ¿pero si están interesadas? ¿Qué debo hacer? -bromeó Anthony vacilante.
Xenia puso los ojos en blanco.
Sonó el móvil de Anthony, era una chica que le había presentado su abuelo.
Le dijo a la chica que podían ser amigos y para su sorpresa ella le envió un mensaje.
Antonio sabía que las princesas tan ricas se encaprichaban y no quería enamorarse todavía.
Así que no respondió al mensaje.
Un momento después, Naomí y Rafael regresaron y antes de que Xenia pudiera reaccionar, Anthony se levantó inmediatamente y abrió la puerta.
Los dos se congelaron al ver a Anthony.
-¿Me he equivocado? -Naomí estaba confundida.
-No, déjame a mí -Anthony tomó con entusiasmo lo que ella sostenía.
Luego explicó, -Encantado, me llamo Anthony.
Naomí estaba aún más desconcertada.
Rafael dio un paso adelante, -Disculpe, pero...
Estaba a punto de preguntar quién era Anthony, cuando vio a Xenia de pie en la puerta, -Bienvenidos a casa.
Naomí entró entonces, y Antonio suspiró por la oportunidad perdida de ofrecer su hospitalidad.
-¿Cómo te llamas? Señorita, soy Anthony, amigo de Xenia y Simón.
-Me llamo Naomí.
-¿Y cuál es tu apellido?
Naomí se avergonzó un poco y no contestó.
-¿Vas a cocinar con nosotros? -Rafael interrumpió a Anthony con el ceño fruncido al ver que seguía coqueteando con Naomí.
Anthony se quedó atónito, -¿Están en pareja?
-Te ayudaré -Rafael sonrió.
-Tengo que decirte que, aunque has hecho mucho por mí estos días, no me gustas -dijo Naomí con frialdad.
-Pero me encanta, por nada -Rafael se sintió un poco decepcionado pero no le importó.
-¿De verdad? -Naomí le fijó-. ¿Y para qué lo que hiciste esa noche? No soy una tonta.
Rafael se rió, -Si eso te molestó, te prometo que no lo volveré a hacer.
Naomí no le creyó, ni siquiera había esperado que la besara de sopetón aquel día.
Y Rafael pasaba tiempo con Naomí todos los días, lo que hizo que Naomí pensara que la estaba persiguiendo.
Pero a ella sólo le gustaba Diego.
Especialmente en este tiempo de tristeza.
-Te advierto que no intentes aprovecharse de la situación.
-¿Así que puedo perseguirte cuando ya no estés triste? -Rafael sonrió como si entendiera lo que ella quería decir.
Naomí le miró y guardó silencio.
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