-¡Sólo trato de ayudar! -Anthony dijo la verdad-. Sé cómo tratar con las chicas, y soy profesional.
Anthony volvió a poner su mano en el hombro de Rafael.
Sintiéndose incómodo, Rafael lo apartó y se levantó, -No, gracias.
-¿Por qué? ¿Ya están juntos? En realidad soy muy confiable, y tengo experiencia que debe funcionar.
Rafael se dirigió hacia el balcón y Anthony le siguió.
A la hora de comer, Rafael no quería decir ni una palabra más.
Simón volvió del trabajo y se quedó helado al ver a Anthony, luego se quitó la chaqueta y dijo, -Qué haces aquí?
Anthony se levantó de un salto y dijo, -¿Algún problema?
Simón no contestó y colgó su chaqueta en el perchero.
-¿No me vas a contar nada de la vuelta? ¡Somos amigos! Por suerte tengo a Xenia -le dijo Anthony a Simón, contrariado.
-Eres muy entrometido -Simón se estaba impacientando.
Anthony se enfadó.
Xenia se levantó justo a tiempo y Anthony le pidió ayuda inmediatamente.
Xenia le lanzó una mirada y susurró, -Yo también lo creo.
-Por Dios, ¿no recuerdas cómo pudiste volver a conocer a Simón?
Anthony les ayudó mucho, y si no hubiera sido por él, Xenia no habría podido conocer a Simón, y mucho menos lo que pasó después.
Pensando en ello, dijo Xenia, -Vamos, sólo quería pasar más tiempo con nosotros.
-Sí, por supuesto -Simón asintió.
En ese momento Naomí salió de la cocina con una olla de sopa, -Es hora de comer.
Rafael se adelantó inmediatamente y dijo, -Déjame a mí.
Pronto se sirvió una deliciosa comida.
Anthony la probó y exclamó.
-¡Incluso mejor que la cocina de Xenia!
-Por supuesto, sólo cocino en mis horas libres -explicó Xenia.
-Está bien, no te preocupes, seguro que te ayudaré.
Rafael guardó silencio un momento, miró a Anthony y dijo, -No, me temo que no estás ayudando.
Como lo que acabó de suceder.
La sonrisa de Anthony se congeló.
Cuando Naomí volvió, Anthony no se atrevió a decir nada más para evitar que se enfadara o que Rafael le echara la culpa.
Antes de que Anthony pudiera probar la fruta de la sobremesa, fue llamado por su abuelo.
Rafael se sintió visiblemente aliviado.
Por la tarde Dylan trajo de vuelta a Bernabé.
Xenia le echó tanto de menos que le vio y le abrazó inmediatamente.
-Bernabé puede quedarse aquí hasta que tú y Simón volváis a casa -dijo Dylan.
Xenia se quedó paralizada un momento, -¿Lo dijo su bisabuelo?
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