No podía creer tanto drama ni su corazón que creía muerto y olvidado le reprochaba a su cerebro por lo que acababa de hacer. Justamente cuando él cerró la puerta y la dejó a ella fuera de su vista, aún seguía reprochándose a sí mismo por su actitud.
¿A qué iba con todo aquello? Él era Adrien Leroux, le gustaba ser como era y que hablan de manera despectiva de él. Él amaba que le temieran y con ello él se libraba de ellos. Pero no lograba comprender qué sentía en su pecho, por qué había un sin sabor de amor en su boca con aquello.
Giro su cuerpo hacia la puerta de nuevo y estuvo a punto de abrir la puerta para dejar que aquella chica de hermosos ojos negros como la misma noche, con su hermoso cabello que olía demasiado bien, se adentrara para que lo volviese a mirar, para que le dijese que lo disculpaba por su actitud y que le permitiera quedarse con ella para toda una vida ¿Pero en qué estaba pensado? Eso era más que ridículo, aquello era tonto y completamente irracional, él no necesitaba de ninguna mujer para vivir bien, él no necesitaba de nadie para tener algún sentimiento vacío que solo lo llevaría a la desolación, él vivía en completa armonía en ese instante y nadie lo arruinaría, nadie podría acabar con aquella fabulosa y maravillosa paz que sentía en aquel instante, por eso se autoconvenció en aquel momento.
Giro su cuerpo hacia la puerta de nuevo y estuvo a punto de abrir la puerta para dejar que aquella chica de hermosos ojos negros como la misma noche se adentrara. ¿Pero en qué estaba pensado? Eso era más que ridículo, era tonto y completamente irracional. Él no necesitaba de ninguna mujer para vivir bien.
Que al fin pudo llegar a respirar con un poco de paz cuando se dio a la idea de que esa chica era un problema. Pero él llegó a preguntarse qué clase de visita era y a donde iba todo lo que ella decía. ¿Sería algún otro plan de su hermano? ¿Qué conseguiría Cedrik con todo esto? ¿Sería la chica que contrató su hermano la noche anterior?
Para Adrien solamente había dos culpables de todas sus desgracias y querer arruinar su vida: Cedrik y su madre Camille. Sin duda las personas más peligrosas y malvadas en su mente, seres egoístas y crueles con una máscara de amabilidad que podrían llegar a confundir a cualquier persona.
--¿Señor? Veo que ha llegado... ¿Dónde está? ¿Dónde está la señora? - ¿Señora? ¿De qué señora hablaba su mayordomo? Frunció el ceño y habló lleno de enojo hacia Calun. Él con su rostro ya anciano observaba de un lado a otro buscando a la famosa señora de la cual él no tenía la menor idea.
--¿De quién hablas? No recuerdo haberme casado hasta ahora como para que tú busques una señora ¿O es que mi abuela...? --la pregunta había quedado a medio terminar cuando por fin recordó de qué señora hablaba. Su abuela, su esposa la cual él había indicado a su mayordomo que recoger. Todo había llegado a él como un balde de agua fría, él estaba casado. Era verdad que había una supuesta señora en aquel hogar, o por lo menos por un año supuestamente, pero si lo había.
¿Entonces la chica que había despertado tantos sentimientos en él era su esposa? No, no podía ser verdad. Él no podía estar con alguien que hiciera que él estuviese con tantas cosas y pensamientos en su cabeza. Era más que imposible que pudiese tolerar aquellos sentimientos. Necesitaba tenerla lejos, por eso se alejó de la puerta y tomó asiento en el lugar en el que ella estaba hacía solo unos segundos. Su mayordomo lo observaba sin lograr comprender a que iba con todo eso. Por qué su jefe actuaba de aquella manera y por qué parecía afligido por alguna razón.
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