Un estornudo se escuchó de parte de Valentinne rompiendo por completo aquel denso silencio que se había impuesto después del saludo de Cedrik. Adrien se había preguntado qué clase de trato tenía con aquel par. Alguno sentimiento le había invadido en ese instante y él no lograba comprender qué era. Se suponía que él detestaba a aquella mujer que a pesar de sus hermosos ojos que parecían ser inocentes, solo eran para confundirlo y hacerle pensar que tal vez ella no era una completa casa fortuna, aquello era más que imposible.
Esas mujeres tenían la tendencia a ser lo peor, él sabía que tenía que lidiar con muchas de ellas todo el tiempo. Las mujeres eran crueles y completamente manipuladoras, decían que te amaban y te juraban estar contigo para siempre, pero luego se iban y te abandonan, dejándote completamente destrozado. Adrien odiaba el sentimiento de abandono, odiaba el dolor que podía llegar a tener por un corazón roto y más que todo odiaba tener que lidiar con la desilusión que llegaba a ser la decepción. Por eso se había cerrado por completo, por esa razón desconfiaba de todos, pues él no volvería a salir lastimado por nada del mundo.
--Mi señora, lamento tanto este inconveniente. La verdad es que todo fue un gran malentendido. Por favor pase. Señor Cedrik le pido mil disculpas, por favor pase... --Valentinne, quien estaba aún en silencio, logró comprender que el hombre que la había sacado efectivamente era su esposo. El hecho de ser tirada a la calle no había sido un accidente, era la muestra real de que sí lo era. Él lo había hecho con toda la intención de dejarla afuera y posiblemente para que ella hubiese dado un paso atrás y se marchara.
--No te preocupes Calun. Pero me preocupa un poco nuestra invitada que está helada ¿Puedes por favor encargarte de que la ayuden como es requerido? --antes de hablar el viejo mayordomo, la chica había sido jalada de la muñeca hacia el hombre que la observaba con fiereza. Este hombre con sus hermosos ojos azules, la observaba con una frialdad que hubiese podido congelar los polos y hubiese aterrado hasta al más valiente.
El hermoso castaño le sonrió, mientras ella solo decidía retirar la mirada del que supuestamente era su esposo, hacia él. Era su caballero sin armadura, o más bien su príncipe. Era hermoso, tenía la misma piel lechosa que aquella bestia, sus ojos también eran de un azul el cual eran completamente hermosos, su cabello era lacio y estaba muy bien peinado y estilizado, su traje gris se ajustaba completamente a su cuerpo y su sonrisa parecía ser pura y completamente amable, aquel hombre era un ángel sin duda, era hermoso y bondadoso, a ella le hubiese gustado conocerlo en otras circunstancias, pero al parecer las cosas nunca se dan como se desean. Observó al hombre que no alejaba la mirada de ella y al fin lo comprendió.
Ahora entendía completamente, comprendía por qué su prima no quiso casarse con aquel hombre, por qué su tío había ofrecido un trato tan jugoso con tal que ella se casara con aquel hombre. Era un ser terrible. Era hermoso, sin duda, su piel completamente pálida, sus ojos azules y su cabello rizado un poco largo que cubría su frente, mientras que había mechones rebeldes que lo hacían ver completamente exótico y hermoso a la vista.
Pero su personalidad bruta y amenazante le hacía temblar de miedo con solo tenerlo cerca. Ahora ella veía completamente alejado aquel año cerca de aquel, no se imaginaba cómo podría ella siquiera compartir la misma habitación con el azabache.
¿Esperen un momento? ¿Compartir la habitación? No, ella esperaba que no fuese de aquella manera. El hombre era hermoso y que cualquier mujer estaría más que dichosa, claro si este no le mostraba su fría y cruel personalidad, pero ella no quería estar con él.
Había pasado cerca de una semana desde aquella noche, había sentido que su mundo se lograba tambalear después de lo ocurrido. No tenía la paciencia o mucho menos la habilidad de tolerar una noche con un hombre, aunque este fuese un adonis.
--No te quiero cerca de mí... ¿Quedo claro? Cuando me veas te irás por otro camino, si yo bajo tú subes, si yo subo...
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