Esposa Mia romance Capítulo 31

Capitulo con mucho contenido hot, ya saben no es mi culpa si los dejo traumado.( 18)??

Cariza.

Artic y Cristal esos dos nombres rondan en mi cabeza desde aquel día en el que me desmaye, y en que llego la noticia de mi embarazo. Ya ha pasado un semana, pero me acuerdo que mi esposo me ha llamado Cristal en varias ocasiones, acaso el los conoce o sólo es algo que yo misma estoy creando en mi cabeza. Respiró frustrada de no saber que me está sucediendo últimamente, es mejor que deje de maquinar o el cerebro se me explotara en varios pedazos.

Me tocó el vientre en la que crece el fruto de nuestro amor, lo siento por mi madre pero no puedo irme del lado de mi esposo, eso sería injusto. Por suerte Arthur les dio una fuerte cantidad de dinero el día de ayer, sólo espero que ella mejore con la quimioterapia.

Bajo las escaleras sin ánimos de nada, mi Bestia no está, se ha ido a una importante reunión con el señor Castillo, me pidió que no saliera de mi cómoda cama. Él piensa que estoy lisiada, imagínense ni siquiera logre ir a la escuela, Keyla me ha preguntado que tengo, porque estoy fallando en las clases, incluso me pidió mi dirección, le dije que el lunes iré a la escuela, según ella dice que necesita hablar conmigo sobre Maximiliano, ya que él me ha ido a buscar en dos ocasiones, las cosas están claras, no entiendo que quiere, sólo espero que no me traiga problemas, aun no se me olvida la bofetada que me dio.

-Señorita estuve a punto de llevarle el almuerzo-. Dice Nina.

-No soporto seguir ahí dentro, Arthur está loco si piensa que pasaré todo el día en la habitación encerrada-. Replique con hastió.

-Pero es por su bien señorita.

La fulmino con la mirada, le quito la sopa de pollo y empiezo a ingerir.

-Señorita está feliz por su bebé-. Cuestiona cambiando de tema.

-Sí, me siento muy feliz -. Digo mientras poso una mano en mi plano vientre.

-Ya me imagino a un niño gritando y correteando en esta inmensa casa.

-Si yo igual-. Ya quisiera ver a mi bebé, sé que es muy pronto pero es inevitable esa sensación de desear sentirlo en mis brazos.

Luego de almorzar, me dispuse a leer en el jardín, mientras leo, Tú me perteneces, me sumergí dentro de la historia de Savanna, una mujer que le encanta practicar el sadomasoquismo, ella es algo pulcra e irracional, se compró un marido para satisfacer sus necesidades. Waw... Me encantaría ser como ella o al menos practicar su método de sexo, pero jamás haría las cosas que ella hace.

Dejo un lado la lectura cuándo mis ojos se dirigen al fondo del jardín.

-Tengo ganas de ir a ver que ahí dentro-. Susurro para mí misma, la curiosidad me mata, ya que presiento que todo en la vida de Arthur es un misterio.

El viento golpea mi rostro, cierro los ojos, dejándome vencer por el sueño.

Un niño se encuentra sentado en un largo banquillo junto a él una niña de cabello largo, no puedo distinguir las siluetas está demasiado oscuro, ambos miran el cielo estrellado y ríen, a los minutos sin darse cuenta quedan dormidos.

El grito de una mujer los sobresalta llamando la atención del niño, la niña llora y niega.

¿Quién es ella? Y ¿Él? Porque están apareciendo en mis sueños, necesito despertar de esta pesadilla. Varios hombres se acercan al niño y lo patean como si de un animal se tratará.

La niña es golpeada por otro hombre y luego la señora se la lleva, al niño lo llevan a un lugar oscuro y tenebroso, los hombres empiezan a pegarle nuevamente, pero esta vez con un fajón grueso.

No me gusta esto, quiero despertar pero no lo logró, siento que los golpes me queman la piel, por favor que alguien lo ayude, es tan sólo un niño.

-¡Cariza! ¡Cariza! Despierta amor, despierta ¡¿Qué tienes?!

-Yo no quiero que lo sigan golpeando más-. Murmure con los ojos cerrados.

-Vamos amor despierta, por Dios que tienes.

Abro los ojos encontrándome con los de mi esposo, se nota preocupado. No sé porque tuve esa pesadilla, desconozco la razón.

-Qué haces aqui te dije que no salieras de la habitación-. Replica pasando una mano por su rostro. Hago un puchero como una niña buena.

-No me regañes es sólo que necesitaba respirar el aire natural-. Digo aspirando el aroma de las Margaritas.

Se sienta a mi lado, pasa una mano por mis hombros y me atrae a él, aspiro su aroma varonil que tanto me enloquece.

-Cariza ¿Qué pesadilla tuviste hace un momento?-. Inquiere susurrando. Creo que es mejor no decirle nada de la rara pesadilla e igual no le preguntaré de porque me llama Cristal. Aún que no niego que la curiosidad me mata.

-Hum... fue algo chistoso-. Miento.

El levanta mi mentón y me mira dubitativo.

-Chistoso ¿Cómo qué?-. Pregunta alzando sus gruesas cejas.

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