Arthur.
No sé qué tenía en mente en este preciso momento, solo su cálido cuerpo junto al mío. Amo a Cariza pero odio lo que hace, realmente no sé si es verdad que ya no ama a ese mal nacido.
Observo su rostro algo rojizo, trazo líneas en ella, empuño las manos al ver un pequeño morete en su mejilla. En qué momento la lastime.
Me levanto de la cama sin hacer ruido. Entro al cuarto de baño enojado.
—Soy un monstruo.
—Sí que lo eres.
—Déjame en paz y salte de mi vida de una vez.
—Lo hare, pero con una condición.
Ya me imagino que es lo que quiere.
—Dilo de una puta vez
—Deja de lastimarla, ella es inocente de todo. Si cumples me alejo, sino seguiré perturbándote.
Aprieto los dientes y acepto. Artic sonríe desde el interior del espejo. Salgo del baño y antes de salir de la habitación la contemplo una vez más, su pequeño cuerpo esta aferrado a las almohadas. Suspiro exasperado por los malditos celos, como demonios voy a lograr que se enamore de mi si soy un loco posesivo.
Bufe saliendo de la habitación, camino hasta el cuarto de cámaras. Necesito ver realmente todo lo que sucedió y si es cierto que ella le aclaro todo a ese desgraciado juro que tratare de ser diferente con ella.
Entro y cierro la puerta con llave. Prendo los aparatos y busco con la hora, pulso el botón detener al llegar donde quería.
El desgraciado la beso y ella lo rechazo. Por suerte contengo mi ira y sigo escuchando.
—¿Qué pasa, Cariza? —pregunto con tono serio y acercándose unos cuantos pasos a ella. Aprieto lo nudillos con fuerza.
—L siento, pero ya no deseo estar contigo— musito mi pequeña. Sonreí feliz, enserio dijo eso.
—¡Suéltame Maximiliano!—grito mi esposa por la manera que la zarandeaba. Este maldito que se cree.
—¿¡Max, que demonios te pasa!?— grita la amiga de mi esposa.
—Tú no puedes decir eso, yo te amo. Seguramente estas así por tus padres
-Yo amo a otro, Max. Él va a ser mi prome...
Cariza no termino de hablar ya que Maximiliano impacto su mano en su mejilla.
¡Lo mato a se maldito! Como se atreve a golpear a mi mujer.
—¡Eres una Zorra!—le grito a unos centímetros de ella.
Eso fue la última gota que derramo el vaso. Mis ojos se llenaron de furia al ver como el hijo de puta trato a mi mujer, encima le grita que es una zorra, cuando eso es lo que es el.
Esta me las pagara. Llamo a Gamaliel y le digo que saldremos a saldar unas cuentas.
Mientras manejamos al depar del desagraciado, mi mente divaga en mi esposa. Ella no merece esto, Artic tiene mucha razón. Debo tratarla mejor y vengarme de sus padres y no de la manera que lo tenía planeado.
Mi Cristal es una víctima más de ellos y no puedo seguir con esto, mis planes cambiaran.
—Señor, hemos llegado— me dice Gamaliel sacándome de mis pensamientos. Miro el edificio de mala muerte, sonrió con malicia, ahora debo concentrarme en el tipejo este.
Gamaliel toca el timbre, a los minutos aparece el desgraciado con solo calzoncillos puestos, su aspecto es asqueroso, huele a marihuana y alcohol.
—¡Oye preciosa! ¿Llamaste a la pizzería?— pregunto el desgraciado a una chica recostada en el sofá semi desnuda.
A los minutos la puerta de mi despacho se abre dejando entrar al señor Dylan.
—Hola Dylan, que le trae por estos lados—extendí mi mano hacia el estrechándolo. –Toma lugar.
—Gracias, Arthur—dijo sentándose. –Me alegra verlo, vengo personalmente para invitarlo cordialmente a mi fiesta de aniversario y para unos asuntos que quisiera conversar con usted.
—Gracias, estaré presente Y dime lo escucho.
Conversamos por un buen rato, me conto que tiene un hijo de 18 años y lo enamorado que está de su esposa. Le conté que yo también estoy casado pero no le di muchos detalles, luego hablamos un poco sobre su empresa y su propósito para que seamos socios.
El día finalizo, llego a casa y lo primero que hago es entrar a la habitación para ver a mi esposa. Son las 10:15 P.M Cariza duerme plácidamente, su boquita esta entreabierta, joder se ve adorable. Esta semana trate de controlarme para no ser la bestia que soy, ella iba a la escuela y solo se centraba en sus estudios, toda esta jodida semana no pude tenerla ya que estaba en sus días, pero hoy deseo hacerle el amor.
Beso su boquita embriagándome de su sabor, ella abre sus ojitos azules sorprendida.
—Arthur—susurra aun adormilada.
Me subo encima de ella quitándole su pijama, bese su cuello, baje hasta sus pequeños pechos disfrutando de ellos, chupándolos y mordisqueando como si fuera un manjar. Cariza es irresistible para mí, no puedo contenerme cuando la tengo cerca.
Le quito su ropa interior. Me aleje de ella y me desvestí sin quitar mis ojos de su belleza, a los segundos enterré mi rostro entre sus piernas lamiendo su sexo y deleitándome.
—¡Arthur!—chillo mientras enredaba sus dedos en mi sedoso cabello negro. Varios gemidos de placer se escapan de su boca. Levante la cabeza y mordí mi labio al verla excitada y con las piernas abiertas para mí.
Disfrute cada grito y gemido otorgado por mí, su cuerpo tiembla bajo el mío. Bese sus labios rosados y mojados, con mi mano derecha levante una de sus piernas y la eleve en mi hombro, la penetro con delicadeza y en la medida de las embestidas la tome con rudeza.
Mi cuerpo vibro junto al de ella cuando el orgasmo nos golpeó. Sin salirme de ella le susurre palabras sucias, provocando que se excitara nuevamente.
—Te amo Arthur— musito nerviosa y yo quede atontado. No sabía que responder respecto a su confesión, sin duda alguna yo siento lo mismo pero no estoy preparado para decírselo, sé que debo confiar en ella y ser diferente, aun la sed de venganza sigue intacta, no para ella sino para sus padres.
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