Esposa Mia romance Capítulo 19

Cariza.

Me encontraba en el jardín disfrutando del aroma de las rosas y las margaritas, aspire los olores que emanaban. La brisa es agradable, levante las manos, inhale y exhale, me sentía plena y feliz, en estos días Arthur ha cambiado, logre decirle que lo amo y aunque él no me respondió lo mismo ahora me trata diferente y cuando se va a la empresa me llama.

Hace unos días sucedieron muchas cosas, me llevo a cenar y a hacer compras, luego me regalo un celular. Pasamos un sábado agradable y fuimos a ver el mirador de Catarina en Masaya, fue increíble ver a mi esposo sonreír y tomarse fotos conmigo, ese día nos quedamos a dormir en un hotel y toda la noche hicimos el amor.

Fue una experiencia inolvidable.

Hasta me sonrojo en solo pensar en todas las cosas que Arthur me hizo. Jamás pensé que salir con la bestia hubiese sido tan genial, llevo casi tres meses de casada y cada día me enamoro más de él. Suspiro y me pregunto si Max se encontrara bien, sé que él me ama o me amaba y espero que me perdone pero nunca pensé que reaccionaria de esa manera, sé que mi confesión le dolió pero debía enfrentarlo.

Me enamore de Arthur, sin saber cómo ya que él es unos años mayor que yo y la forma en que me trato no fue la mejor pero en el corazón no se manda. Dejo de lado mis pensamientos al ver los arbustos en el fondo del inmenso jardín.

Me levanto de la banca y camino en esa dirección. Al llegar me detengo al sentir una sensación extraña, es como si algo me llamara, de lejos veo dos caminos uno que lleva al gran árbol en donde vi esa tumba (sentí un escalofrió) y en el otro una calle que está lleno de una valla de flores y al fondo una puerta de madera vieja.

Mire hacia los lados para cerciorarme que nadie me vea, por suerte Arthur no se encontraba y los guardias se encuentran en la parte delantera. Corrí con el corazón en la mano, abro el pequeño portón de madera y de lejos puedo ver una caseta vieja a punto de derrumbarse, al llegar la curiosidad me gano, abrí la puerta de hierro oxidado, todo está en oscuridad. La piel se me erizo, el corazón me palpito con una fuerza sobre natural.

Algo me decía que entrara, tenía miedo pero entre y baje las escaleras con mucho miedo, la madera crujía por estar tan vieja, me detuve en el tercer escalón al oír la voz de Nina llamarme.

—¡Oh Dios! Tengo que salir de aquí antes que Nina se dé cuenta— salí a toda prisa a lo lejos la veo buscándome, camine por los arboles de frutas, llegue hasta las vallas de margaritas disimule estar concentrada.

—Señorita por Dios, la he estado llamando—dice Nina con preocupación. Le sonreí falsamente.

—Perdón, lo que pasa es que las margaritas son mis flores favoritas y pues estaba tan concentrada que no te escuche.

Dios desde cuando soy buena mintiendo.

—Oh lo imagine— mira para todos lados.

—¡Vamos!— le pedi pestañeando los ojos.

No sé qué demonios esconde Arthur pero debo averiguarlo, me pregunto porque razón hay un sótano en este inmenso jardín y lo otro que me intriga es la tumba. Espero que mi marido no ande en algo turbio. Lo más raro de todo esto fue la sensación y la necesidad de entrar a ese oscuro lugar, es como si tuviera una conexión con el lugar pero que podrá ser, si apenas llevo meses viviendo en esta casa.

***

Esta noche es la fiesta del socio de Arthur, creo que se llama Dylan, según cumple 18 años de matrimonio, es magnífico el amor que se tiene esa pareja, no lo conozco pero me imagino que se deben amar muchísimo, es casi los mismos años de casado que tienen mis padres. Suspire exasperada al pensar en mis padres, más en Xenia, estará bien al lado de un ser tan despreciable, ojala lo este y pues Demetrio puede irse al diablo.

Entre a la ducha a refrescar mi mente y mi cuerpo, mientras frotaba el jabón de vainilla por mi cuerpo, mi mente volvió a divagar en el jardín, no entiendo porque no puedo olvidar lo que descubrí. Remuevo la cabeza tratando de olvidar todo el acontecimiento de hoy.

Sobre la cama encontré dos cajas blancas y dentro de ellas se encontraba un vestido negro liso hasta la rodilla, su escote es de corazón y en la otra caja tacones negros.

Seco mi cuerpo, aplico crema hidratante, prendo la secadora para mi cabello. A la hora termino de arreglarme, esboce una sonrisa de felicidad al verme realmente hermosa, mi cabello largo con trenzas, mi rostro maquillado, mis ojos se resaltan por la sombra en mi parpaeos y del vestido ni hablar hace resaltar mis atributos.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: Esposa Mia