Cariza.
Leer tantos libros eróticos me ha dado valor para hacer lo que estoy haciendo, sé que soy una inexperta pero quiero ser ahora la que le de placer a mi esposo, no permitiré que vea a otra, esa Violeta me choca, la manera en cómo ve a mi hombre, pero eso sí que no se lo permitiré, dejo de pensar al sentir una de las manos de mi esposo en mi espalda, mientras juego con el.
-Oh si mi amor, es mejor que dejes de hacer eso o acabare -. Su voz suena con una fascinante excitación, asombrada por su tamaño, siento como me levanta en sus brazos de un rápido movimiento, me encuentro encima de él, su pene roza mi entrada, las ganas de tenerlo en mi interior son incontrolables, no logró entender este deseo fugas.
-Te amo-. Murmura y gime antes de atrapar mi boca, nuestro sabor se mezcla.
-Yo también te amo-. Le respondí de la misma manera.
Arthur me levanta de la cadera, una de mis piernas las posa en su hombro y el otro lo flexiona en su pecho, su cabeza se hunde en mi sexo, su lengua se mueve en círculos, provocando descargas eléctricas en todo mi cuerpo.
-Arthur-. Gemí en un murmuró.
-Te gusta-. Cuestiona separándose de mi sexo.
-¡Ah! Si me gusta-. Grite al nuevamente sentir como continuo succionando mi parte sensible.
Bajo la pierna ya entumecida, Arthur se recuesta conmigo, yo quedo encima de él ambos jadeamos al sentir el valle de placer, cierro los ojos disfrutando de cada beso proporcionado por él, me muevo despacio mis manos las pongo a cada pierna de él.
Mi Bestia pincha mis pezones con sus dedos, luego mete uno en su boca, juguetea con su lengua, sus embestidas son suaves y chispeantes.
-Eres una diosa-. Me susurra al subir a mi oreja. Muerde mi lóbulo, y yo muerdo su hombro...
Nuestra boca se une bailando un Vals, mis manos bajan por su torneado pecho, y las de él no dejan de jugar con mis pechos... Amo a Arthur y creo que estoy adictica a él. Mi mente y cuerpo están apuntó de colapsar por cada beso suyo.
-Oh Cariza, eres una delicia, me tienes jodido-. Comenta con la voz ronca.
Me hecho una risita por su comentario. Ambos gritamos al llegar al placentero orgasmo. Mi cabeza cae rendida en su duro pecho.
-Te amo mi princesa, me acabas de dominar-. Dice mientras acaricia mi cabello.
-Lamentó lastimar tu orgullo Esposo Mío.
Ríe a carcajadas, levante mi cabeza y admire su preciosa sonrisa, creo que es la primera vez que lo veo reír de verdad.
-Eres la única que me hace sentir de esta manera, antes de ti hubo muchas pero ninguna como tú -. Suspiro por sus lindas palabras de amor y confesión.
-Estamos iguales.
Sale de mi interior, luego me baja dejándome a un lado de él, nos abrazamos, acurrucados el uno al otro, recibiendo calor.
A los minutos Morfeo llegó llevándonos a un placentero sueño.
***
La mañana se nota hermosa para salir a pasear en caballo, levante las manos al aire y respire el aroma proveniente de las hermosas flores que se encuentran en la terraza.
Toma mi mano y besa la palma.
-Te amo desde siempre y para siempre.
Fruncí las cejas, me pregunto desde cual siempre, bueno eso no importa porque yo también lo amo. Me pongo de puntillas y beso su exquisita boca
-Eres una jodida Droga-. Susurra nuevamente juntando su dulce labio.
***
Después de haber desayunado satisfactoriamente, le deje dicho a Carmen que prepare un guiso de pipián. Espero sea rico como los prepara Nina.
Arthur y yo montamos a Poderoso, paseamos por todo los alrededores disfrutando del día, me sentía feliz, plena, segura del amor de Arthur, ojalá que está felicidad dure para siempre, no conozco mucho de él, sé que me guarda su pasado y me encantaría saber muchas cosas, pero no me atrevo a preguntar
Aún la curiosidad de saber de ese sótano y de la tumba en el fondo del Jardín carcome mi mente.
Llegamos al hermoso lago en la que me tomó como si fuera una sumisa, lo odiaba al instante pero ahora lo amo como nunca pensé hacerlo.
-¿Te acuerdas?-. Pregunta toqueteando mi espalda.
-Si señor-. Digo desabotonando su jeans, una de sus manos están en el cierre de mi conjunto entero. Nos desvestimos entrando al agua, mi esposo me toma de la cintura y ambos nos sumergimos, nunca aprendí a nadar ya que no me agrada los lagos, peor si se trata de una alberca, pero con Arthur a mi lado, el temor y el miedo se desvanece.
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