Esposa Mia romance Capítulo 27

Arthur.

La semana la pasamos inolvidable, quien diría que Cariza hubiese hecho todo lo que hizo. Uff recordar todos esos detalles me pone mal.

Ella moviéndose encima de mi como una diosa, su pequeño cuerpo aferrándose en mi hombro mientras me cabalgaba, su boquita bien rica besando mis pectorales, lo más sabroso era sentir como se movia, fue la primera vez que me deje llevar, jamás dejé que las aventuras me hicieran lo que ella si ya que que mi infancia fue horrorosa.

La amo tanto que ahora lo único que deseo es permanecer a su lado. Ella es mi todo.

Esta mañana la he pasado entre buscar más información sobre Demetrio, Xenia y los Hamilton, me intriga muchas cosas y una de ellas es darme cuenta que a Xenia se le murió su bebé al nacer. Qué casualidad más extraña que la señora de Hamilton perdió una bebé la misma fecha, todo eso me da entender una sola cosa y es que Cariza fue arrebatada de sus verdaderos padres.

Le ordene a Gamaliel que trate de sobornar a la administradora del hospital Central Managua en donde nació la bebé muerta de los Hamilton, necesito los expedientes, le haré una visita a mi socio Dylan, por medio de él descubriré lo que pasó hace 18 años atrás.

Algo me dice que descubriré muchas cosas juntas, si lo que mi mente piensa es verdad, no sólo hundiere a Demetrio en la cárcel, si no a esa mujer, ambos son tal para cual, están cortados por la misma tijera.

En estos momentos me encuentro en la tienda de Plaza inter, me da algo de vergüenza pero deseo comprarle a Cariza mucha lencería de encaje y baby doll, quisiera que me lo modelara antes de dormir.

Pero que pervertido soy, cuando se trata de ella.

Mientras elijo todo tipo de ropa al estilo de mi esposa, pienso en como mi vida a estado cambiando a su lado, hasta siento temor, no quiero que ella recuerde todo lo sucedido hace diez años, no quiero correr el riesgo de perderla.

Suspiro exasperado, llego a la caja a pagar todo lo que elegí, la pendiente no quita sus ojos de mí y la cajera está igual, me preguntó que tendré en mi rostro.

Le extiendo mi tarjeta, ella lo toma y la pasa por la máquina... A los segundos me la devuelve con una sonrisa estúpida.

-Gracias por su compra, que tenga un lindo día.

No quise responderle, ni siquiera sonreírle, no suelo ser amigable con casi nadie, aún no logró entender como logre tener amistad con Enzo el italiano y con el Doctor Brayan, ambos son hombres de confianza.

Es mejor que me vaya ya es muy tarde.

Luego de que la pendiente empacara las compras, se las quite y me encamine a la salida... creen que uno tiene su tiempo.

Minutos más tarde llego a la casa, quito los seguros del auto y salgo, le lanzó las llaves a uno de los guardias. Camino con una sonrisa de oreja a oreja. Me siento jodidamente feliz.

Al entrar al interior de la casa, escucho murmullos dentro de la cocina, camino cauteloso y me asomó, dejo las bolsas de compras encima de la mesa junto a la entrada de la cocina.

Cariza está encima de la encimera, comiendo flam y gelatina. Al otro extremo se encuentra Nina preparando una ensalada. Ruedo los ojos al saber que esa ensalada es de ella.

Esta adicta a lo acido.

Últimamente anda con un apetito feroz. Entró a la cocina ambas al notar mi presencia se sobresaltan del susto.

-Amor-. Dice ella con la boca llena... Me acerco, beso sus labios con sabor a Flam de vainilla, la tomo de la cintura bajándola de la encimera.

-Estas de comelona, cuida de no engordar-. Le digo con burla, rápidamente deja lo que come.

-Que malo eres-. Dice mordiendo mi labio inferior.

-Es una pequeña broma-. Ella sonríe mostrando sus dientes.

-Vamos a la habitación luego bajamos por la cena.

Asiente tomando mi mano, pero luego dirige su mirada a Nina.

-Nina que tal si subes la cena-. Le ordena.

-Como usted ordene señorita

Al salir de la cocina, tomo las bolsas en mis manos y le extiendo una, ella se fija y me sonríe. Sé que le agrada que sea detallista y sólo por ella lo soy.

Entramos a nuestra habitación la tomo de la cadera entrado al cuarto de baño, le quito la ropa, ella hace lo mismo conmigo, nos deshacemos de la molesta ropa por completo, besos y caricias es lo que disfrutamos bajo el chorro de agua.

La amo, la necesito, ella es lo único que tengo, con ella deseo formalizar una familia. Y llegar a viejos, bueno yo seré más viejo que ella, pero eso no importa en el amor no hay edad ni prejuicios.

Al terminar el delicioso y excitante baño. Cariza se viste con uno de las tantas pijamas que le compre, le queda espectacular todo lo que viste, le hace ver radiante y hermosa.

Cenamos a gusto, sin quitar la vista del uno al otro, ambos disfrutamos del silencio de la noche, es confortable estar de esta manera con la mujer que amas cada día que pasa, al finalizar la cena, Nina entró por los cubiertos, luego nos cepillamos los dientes.

Mientras ella quedó en el baño, encendí la televisión y me recosté en la cama, sólo en calzoncillos.

-Dime ¿Por qué razón no quieres hablarme de tu vida antes de mí?

Contrólate Arthur.

-¡Porque no! ¡Cariza debes entender!-. Grite ya apuntó de explotar.

Dios porque ella me hace tantas preguntas.

-No debiste gritarme-. Se separa de mí y me da la espalda, apaga la lamparita, coge la sábana tapando su pequeño cuerpo.

-Amor perdóname, pero no me gusta hablar de mi pasado, la única familia era mi madre al ella fallecer me quedé sin nadie, hasta que llegaste tú.

Beso su hombro desnudo.

-La tumba que está aún lado del árbol ¿De quién es?-. Pegunta en un susurro.

Me levanto alejándome de ella, no entiendo porque mierda ella nunca me hace caso, en que momento vio la tumba.

-Eres una insensata. No debiste desobedecerme cuando te advertí que no fueras más al fondo del jardín.

-Lo lamento-. Dice mientras se levanta de la cama, me abraza y ahora ella me pide que me recueste a su lado.

Sólo espero que no descubra el sótano, debo vigilar sus pasos nuevamente. Juro por Dios que no deseo que ella recuerde, tal vez al principio si, ya que el odio que tenía por culpa de sus padres me hacía lastimarla pero ahora reconozco que la amo y no permitiré dañarla.

-Es la tumba de mi madre-. Digo a punto de llorar por recordarla.

-Lo lamentó.

Pasa sus manos por mi gruesa cintura, deja un beso en mis labios.

-Te amo, soy tu familia ahora.

-Gracias princesa.

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