Cariza.
Días, semanas y meses sin estar consciente de nada al mi alrededor, cada cosa en mi cabeza era dolorosa, las imágenes aún seguían intactas, presenciar la muerte de mi nana fue lo más horrible y doloroso en mi niñez. Al recordar el pasado me di cuenta que me encontraba llena de mentiras por parte de mis padres.
Arthur sufrió mucho cuando era pequeño, ahora comprendo su actitud e incluso su odio por ellos, por otro lado pensé que jamás se me quitaría el estado en el que me introduje pero día a día él a estado para mi recordarme el fruto de nuestro amor y déjenme decirle que Martha es un ángel tan linda y protectora, me cuidaba y daba mimos. Como me hubiera encantado tener una madre como ella y no tener los que tengo, ellos son malos muy malos.
Luego de las palabras de Arthur al decirme que ellos no son mis padres, me alegré por unos minutos. No se me quita eso de la cabeza, podría ser verdad, ya que mi esposo sabe muchas cosas y no me las dice o bueno quizás a su debido tiempo me las dirá, o también lo dijo en la manera en que siente odio por ellos.
Mientras miro su rostro tranquilo al dormir pienso en todo lo lindo que pasamos cuando yo era una niñita y él chico de 12 años. Un recuerdo vago viene a mi mente-Cuando crezca quiero ser tu esposa y deseo que me llames Esposa Mia.
Ahora comprendo porque razón me llamo de esa manera el día en que nos casamos. Arthur ha cumplido todas nuestras expectativas. Sonrió feliz de saber eso, lo amo tanto, quisiera pasa mi vida entera a su lado, él es todo para mí, sin él mi vida no sería la misma.
Me levanto de la cama entrando a la ducha, me quito la pijama enciendo el grifo y dejo que el agua corra por mi piel desnuda, el agua es tan agradable que pasaría 12 horas metida debajo del chorro. Unas manos fuertes y conocidas aprietan mis nalgas, me sobresalto y doy un respingo por la sorpresa.
-Perdón mi amor, no pensé asustarte tanto, lo que pasa es que tu trasero está muy hermoso y quiero sentir la suavidad en mis manos-. Comenta mordiendo el lóbulo de mi oreja.-Te deseo tanto, ya es hora de hacerte el amor. Estos meses han sido una tortura para mí.
Cierro los ojos al sentir como desliza su lengua por mi cuello, una de sus manos se cuelan en mi gran vientre, lo acaricia y luego baja hasta mí ya mojado sexo.
-Arthur, yo también te deseo mi amor, perdóname por hacerte pasar muchos meses sin...-. Mi esposo pone un dedo en mis labios y me mira con lujuria y mucho amor, lo sé, ya que lo miro de la misma manera.
-No digas nada de eso, fui paciente y ahora que estas bien deseo estar dentro de ti-. Dice mi amor con la voz ronca y excitada. Me gira a él y devora mi labio como solo él sabe hacerlo, su lengua acaricia la mía con total pasión, pongo una mano en su pene erecto lo acaricio de arriba abajo un quejido de excitación sale de mi boca, mi cuerpo está caliente y temblorosa.
Meses sin estar con él por incapacidad fue duró para ambos, me sentía fuera de lugar como si me encontrara en otro mundo, pero gracias a Dios ya me siento mejor y creo que el deseo de tener a mi esposo dentro de mi es más fuerte que cualquier cosa.
-Te amo mi princesa, eres mi delirio el poro de mi piel, la única que me hace sentir un hombre completo-. Me dice con amor y yo estoy más que embobada por él, baja hasta mi intimidad me abre las piernas hunde su cabeza y lame mi clítoris, mis manos juegan con su cabello mojado, las piernas me tiemblan al sentir varios circuitos eléctricos golpear mi cuerpo.
-¡Ya! Te necesito dentro de mí ahora -. Le ordeno a punto de explotar en su boca, se levanta lamea su labio, me susurra un estas exquisita. Le sonrió de lado y sin percatarme me levanta en sus brazos llevándome a la acogedora cama, se recuesta y me señala para que me ponga ahorcajada sobre él. Su pene entra en mí con suavidad. Es tan delicioso sentir su dureza en mi interior.
-¡Cariza estas deliciosa!-. Jadea moviéndose dentro de mí.
Muevo mi cadera al compás de sus embestidas, besa uno de mis hinchados senos, sus manos están a mi trasero acariciándolo en círculos. A los minutos el orgasmo golpea el cuerpo de ambos, al punto de la locura y el frenesí de nuestro amor apasionante.
-¡Oh mi princesa! ¡Te amo como un maldito desquiciado!-. Arthur grita exaltado al vaciarse dentro de mí, me bajo recostándome a su lado, besa la punta de mi nariz y me mira con una sonrisa torcida, baja hasta mi abultado vientre y besa mi ombligo.
-Presiento que será un niño fuerte como yo.
-Uhm sí. Será guapo y fuerte como tú-. Comente sonriente.
***
-Ella lo sabrá pero hasta que nuestro hijo nazca, no expondré a mi pequeña, pase días, semanas y meses viéndola ida como si estuviera en otro mundo, no quiero decirle nada que la haga sentir mal por el momento, es mejor que no sepa nada de Xenia y Demetrio.
Que me esconden, que paso con esos asesinos que por desgracia son los que me dieron la vida, no los considero padres pero me gustaría saber que ha pasado con ellos.
-Solo deseo que encuentren a ese Demetrio y lo refundan en la cárcel al igual que esa mujer en ese lugar, se lo merece por asesina y ladrona, pobre mi hija, todo lo que sufrió con ellos-. Fruncí el ceño confundida. ¿Su hija? ¿A quién se refiere?
-Bien, deben irse ya es muy tarde iré a ver a mi esposa, Jaime muchas gracias por todo los cambios que hiciste en los papeles y usted Martha por cuidar de Cariza cada que no estoy, realmente estoy muy agradecido-. Le dice Arthur sonriendo, Martha niega y le devuelve la sonrisa.
-Es mi hija y me siento feliz de estar a su lado-. Creo que lo que acabo de oír provoca que mi cuerpo tiemble a punto de perder el equilibrio, caigo de rodillas a un lado de la puerta, esta vez grite llamando la atención de todos.
-¡Ah! ¡Ayúdenme!-. Mi esposo viene hacia mí y me mira horrorizado.- ¡Ya quiere nacer!-. No dice nada puesto que me levanta en sus brazos, le dice a Martha que busque mis cosas, Jaime sale disparado abriendo la puerta de la casa y luego llega al coche que por suerte estaba en la entrada, lo ayuda a entrar junto conmigo.
-Ya mi amor, solo debes inhalar y exhalar. Tú...tú estarás bien-. Dice nervioso.
Asiento apretando su brazo, a los segundos Martha entra en la parte del copiloto, mi esposo le grita a Jaime que acelere rápidamente a la clínica mientras tanto yo trato de calmarme.
-Todo va a salir bien-. Susurra Martha y luego acaricia mi vientre, cierro los ojos y pienso por un momento en lo que acabe de escuchar, ella es mi madre. ¿Pero cómo es posible?
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