Esposa Mia romance Capítulo 40

Arthur.

Camino de un lado para otro sin saber nada de mi esposa y mi hijo, los agentes de seguridad y la policía están buscando su paradero, algo me dice que fue Demetrio quien se ha llevado a mi pequeña, mi interior me lo dice. Cariza no pudo haberse salido sola y porque motivo lo haría si le era dificultoso por su recién cesaría.

Según la cámara se detuvo esta mañana por esa razón se encontraba sin funcionar todo el día de hoy que casualidad más rara, esto me huele muy mal.

-Señor necesitamos tener pistas sobre ese hombre él cual usted cree que se ha llevado a su esposa, sin eso no podríamos hacer nada-. Dice el estúpido oficial.

Lo miro mal, que mierda piensa que yo estoy mintiendo.

-Seré directo con usted. No sirve para nada en esta profesión debería de retirarse-. Dicho eso subo a mi coche y arranco a toda velocidad saliendo de la clínica.

Paso por la autopista a toda velocidad sin percatarme en el semáforo, estoy furioso y endemoniado, juro que si encuentro a Demetrio lo matare a golpes. Golpeo el volante con furia, la sangre me hierve.

-Contrólate o no darás con ella-. Me riñe Artic apareciendo de repente.

-Tienes razón, debo controlarme y ahora desaparece de mi mente-. Le espeto tratando de controlarme.

A las dos horas llego al barrio de Villa feliz, aparco el coche enfrente de la casa de esos malditos, bajo con enojo, miro para todos lados y resulta que todo está cerrado, golpeo el portón con fuerza, algunos vecinos salen de su casa y me miran sorprendidos, subo al coche y sigo mi rumbo, mi corazón late desenfrenado, un nudo se esta formando en mi garganta, no sé cómo lo tomara Martha.

Llamo a Dylan y le pido ayuda para buscar el paradero de Cariza en toda la ciudad de Managua. Acepto desconcertado por la noticia.

Aparcó mi coche en la calle libre, me reúno con Dylan y Jaime, aun Martha no sabe la noticia pero ha de imaginárselo ya que se notaba preocupada cuando llame a Jaime a pedirle que viniese inmediatamente a la casa de los Castillo.

-No puede ser... Como esto es posible, por Dios mi pobre hija en las manos de ese hombre que tanto daño le ha hecho-. Replica con la voz agitada. Puedo notar como se afloja el corbatín.

-Empecemos la búsqueda, voy a mandar a diez de mis hombres con información básica de ellos, si seguimos lamentándonos no daremos con ella-. Replica Dylan con seriedad.

Asentimos y decidimos dispersarnos en diferentes direcciones, de esa manera será más factible.

***

La noche llego y lamentablemente no hubo pistas de ellos, al llegar a casa miro a los Hamilton abrazados, me acerco y Martha se separa de su marido viniendo a mi, me suelto los botones del cuello de mi camisa, mientras que ella pide una explicación, les informe lo sucedido con detalles, mientras pienso, mi cuerpo se tensa al o saber cómo estarán, aprieto mis puños enfurecido, necesito concentrarme y empezar nuevamente la búsqueda de mi esposa y mi hijo.

-No puedo creer que esto esté sucediendo, porque la vida se empeña en hacer sufrir a mi hija, es injusto-. Masculla Martha y luego se hecha a llorar a llanto lastimero, Jaime la abraza y la acompaña en su dolor.

Subo a mi habitación, me encierro con llave miro todo a mi alrededor, me quito la camisa de botón, pongo las manos en mi cabeza. Camino de un lado para otro sintiendo la furia calentar mi cuerpo.

-Mi amor te necesito tanto-. Susurro tomando su pijama en mis brazos.-Te extraño Esposa Mia-. Dios mío ayúdame a encontrar a mi esposa, dame pista o me volveré loco.

El nudo en mi garganta esta por explotar, entro al cuarto de baño y veo mi reflejo en el gran espejo. Aprieto mis nudillos e impacto un golpe en mi propio reflejo. Tiro todo lo que está a mi alcance, no puedo controlar mi cuerpo ya que está siendo manipulado por la rabia.

-¡Maldita sea! Cuando podre ser feliz... ¡Cuando!-. Grito con fuerzas, mis ojos se llenan de lágrimas, caigo de rodillas, mi pecho duele y las imágenes de mi mujer aparecen en mi mente, ella tan lida, diciéndome cuanto me ama. Bajo la cabeza encima de mi brazo y lloro amargamente.

-¿Cariza tú y mi hijo dónde están? Sin ustedes mi vida ya no sería igual, los necesito para poder respirar o moriré asfixiado...-. Susurro con la voz entrecortada, mi garganta esta seca mis piernas entumecidas por la mala posición en la que me encuentro sentado, me cuestiono internamente de como ella estará, su herida estará doliéndole y nuestro hijito...Oh santo cielo que estén bien, no quiero imaginarme lo peor.

La mañana llegó y yo sigo recostado, no tengo idea por dónde empezar a buscarlos, los agentes me tienen sin noticias, estoy a punto de coger mi pistola, mi coche he ir fuera de la ciudad para buscarlos, a como sea, pero debo encontrarlos.

Me levanto de la cama como resorte, entro a tomar una ducha rápida, si sigo lamentándome no haré nada, algo en mi interior me grita que el guardiá de la clínica sabe mucho. No me rendiré hasta dar con ellos.

-Jaime es hora de irnos, buscaremos cielo, mar y tierra, debajo de los puentes y de las piedras, si es necesario, primero iremos a la clínica necesito comprobar mis sospechas-. Espeto y luego saludo a Martha que está sentada en el sofá del living, sus ojos lucen rojos e hinchados de tanto llorar, yo creo que me noto igual que ella.

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