MADDISON
—¡Joder, lo sabía, ese maldito…! —exclama ella cuando termino de contarle todo.
Mis ojos están hinchados de tanto llorar, me siento perdida aún en su compañía, los analgésicos ayudan a calmar el dolor físico, más no el interno.
—Seguro borraron la evidencia —bufa—. Eso es lo que hacen los ricos.
Levanto la mirada.
—¿A qué te refieres?
—Vamos, piénsalo bien Mad, dices que los agentes actuaron bien al principio, luego ese tipo recibió una llamada y su actitud frente al problema cambió —me explica—. Está claro que borraron la evidencia de las cámaras de seguridad, lo que quiere decir que quien te violó, es alguien pesado, alguien poderoso.
Sopeso sus palabras, ya se había cruzado por mi mente esa teoría, no obstante, tenía la esperanza de que fueran ideas mías, al parecer no estaba equivocada, y todo comienza con aquel tipo raro en la recepción del hotel.
—Como sea, tenemos que encontrar otra solución —finaliza Harley.
Estoy a nada de hablar, cuando mi móvil suena, no reconozco el número, pensando que quizás se trata de la estación de policía y que han encontrado algo, respondo.
—Hola.
—¿Señorita Cox? —pregunta una voz femenina al otro lado de la línea.
—Sí, soy yo.
—Hablamos desde el hospital Central, se trata sobre su madre.
Me congelo, me pongo de pie.
—¿Qué tiene mi madre? —las palabras apenas brotan firmes de mis labios.
—Me temo que ha tenido una recaída, tuvimos que hacerle más estudios, se encuentra fuera de peligro, pero si no se cuida, con su enfermedad, puede…
—¿Enfermedad? —me altero—. ¿Qué enfermedad?
—¿No lo sabe?
—No, dígame qué es lo que tiene mi madre.
Hay un breve silencio y luego la vida le da el golpe de gracia.
—Su madre tiene cáncer.
El móvil se me resbala de las manos, veo que Harley me dice algo, pero no logro escucharla, todo me da vueltas hasta que mi vida se detiene y sucede; me desvanezco dejando que la oscuridad me trague.
[...]
Escucho atenta todo lo que me dicen los doctores, y conforme van avanzando en sus teorías, resultados de análisis, más me doy cuenta de que mi madre me ha estado ocultado todo este tiempo su enfermedad. Al parecer descubrió que tenía cáncer hace dos años, y desde ese entonces, ha estado en tratamientos, pero ahora el cáncer vuelve con fuerza y por ello tuvo una recaída.
Tenso el cuerpo, la vida me está golpeando duro. Me hacen firmar un par de documentos para que la puedan dar de alta, me recomiendan algunas clínicas con el mejor equipo para esta clase de situaciones, equipo que solo se pueden dar el lujo de pagar los ricos, porque tan solo la estancia es demasiado costosa.
Los doctores terminan por darme varias opciones, unas son mejores que las otras, no obstante, al final es el mismo resultado, la falta de dinero no hace posible siquiera que tome una en cuenta.
—¿Puedo pasar a verla? —rompo el silencio en el que había permanecido desde que llegué.
—Por supuesto, su madre está consciente.
—Gracias.
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