Esta vez, me toca quererte romance Capítulo 68

—Prima, ¿estás tímida? Di algo.

Esta vez, Adela no le dio tiempo a Elisa a reflexionar en algo e instó de apuro.

—¡Adela, no seas ridícula! Todo el colegio sabe que Hugo y Paula están comprometidos.

Elisa habló inmediatamente, temiendo que dijera algo más chocante.

A este punto, se detuvo a propósito y miró a Hugo con los ojos enrojecidos y una expresión melancólica en el rostro.

—Así que Hugo no es alguien en lo que pueda pensar...

Mientras decía esto, añadió deliberadamente un tono lamentable y reacio para hacer verse como alguien que claramente lo amaba pero que tuvo que renunciar por la presión de la realidad.

No ofendería a Paula ni a Hugo.

Hugo estaba tan angustiado al verla así que no le importó en absoluto el significado de lo que dijo ella. Inmediatamente reprendió irritado a Adela:

—¡Basta, Adela, deja de empujarla! ¿Te alegras de que esto ocurra?

Adela se quedó ceñuda. No era de extrañar que Elisa pudiera poseer tantas conexiones en la Escuela Secundaria Noble San Pedro. Incluso frente a una trampa de conversación como esta, ella podría manejarla con facilidad. Parecía que nunca iba a funcionar sin tocarla en los puntos débiles.

—Hugo, eres tú el que debería dejar de empujarla, ¿no? ¡Ya que estás comprometido, no vengas a ligar con ella! Si no puedes darle felicidad y aun así vienes a perturbar su vida, ¡eres una completa escoria! ¡No eres un hombre si no puedes hacerlo abiertamente!

Reprochó con razón señalando a la nariz de Hugo y, a continuación, tiró intencionadamente a Elisa atrás de ella, impidiendo que él la viera.

—¿Quién dice que no puedo darle a tu prima la felicidad abiertamente? ¿Quién dice que no soy un hombre?

Sus ojos estaban rojos de rabia y en un momento de impulso, espoleado por las palabras de Adela, habló con el corazón.

—¿Con qué puedes darle la dicha? Eres un hombre con contrato matrimonial, ¿cómo puedes casarte con mi prima?

Adela continuó incitándole con palabras y, efectivamente, él no pudo aguantar ninguna provocación, dando una palmadita a la mesa y gritando abruptamente:

—No es mi voluntario ese contrato de matrimonio, ¡no cuenta nada! Sólo me casaré con la persona que ame de verdad por el resto de mi vida.

Adela mostró ligeramente una sonrisa. Valían la pena tantos esfuerzos suyos, el pez por fin había mordido el anzuelo. ¡Lo único que quería era que Hugo dijera eso en público!

Siempre había estado tratando a Paula con indiferencia, pero nunca había dicho nada como que no la quería o no le importaba el compromiso, lo que la llevó a pensar que simplemente no le gustaba expresarse y que definitivamente se iban a casar en el futuro.

—Oh, así que en tu mente, tu compromiso con Paula no cuenta ni te gusta nada ella, ¿verdad?

Adela continuó provocando a la escoria.

—¡Claro!

Hugo respondió firmemente. El ambiente en el aula se volvió instantáneamente embarazoso. Sólo después de decir esto, se dio cuenta de que algo iba mal. En cuanto se giró, vio a Paula mirándole con lágrimas en los ojos.

Al instante entró en pánico. Después de todo, sus padres le amonestaban todos los días que nunca debía romper el compromiso.

Pero las palabras se le habían salido y el orgullo de un hombre le impedían retractarse de ellas.

Hugo no creyó en su corazón que fuera tan grave. De todos modos, le hizo daño a Paula más de una o dos veces y ella nunca se lo había dicho a su familia, entonces tampoco debería pasar algo esta vez.

Mientras Paula lo quisiera, sería invencible para siempre.

Adela le dio una mirada al frío rostro de Hugo y una burla en su interior. «¡Finalmente he forzado todas las palabras del corazón de esta escoria! »

Todo lo que hizo hoy no fue contra Elisa, sino para Paula.

Lo que podía hacer rendirse a una chica por completo era que viera con sus propios ojos al chico admitir que le gustaba la otra y lo mucho que le desagradaba ella.

Siguió en silencio detrás de Paula, manteniéndose a una adecuada distancia detrás de ella. La vio correr desesperada hacia el lago artificial de la escuela y se dejó caer en el césped, mirándolo sumida en su trance.

Adela dudaba en acercarse a ella cuando de repente Paula respiró profundamente e hizo una llamada telefónica.

—Papá, hoy no me encuentro muy bien, mejor que el convite del Señor González cambie al otro día.

—No... no estoy llorando, es que la señal no es tan buena. Sobre la última vez que el Señor González habló de la anticipación del casamiento, ahora mismo todavía soy joven y no quiero dejaros tan pronto, así es mejor que Hugo y yo vayamos con la corriente.

Adela se sintió aliviada al escuchar esto. Parecía que lo que pasó hoy había funcionado con Paula.

Pero no podía creer que la Familia González se ofreciera a adelantar la fecha de la boda. Parecía que eran ciertos los rumores en su vida anterior de que la familia estaba al borde de la quiebra.

Entonces, ¿era real que la Familia Ávila caería en decadencia porque la Familia González habría agotado su fortuna?

Antes de que pudiera seguir pensando, oyó que Paula rompía a llorar cubriéndose la cara. Finalmente cedió, se acercó lentamente a ella y le entregó cuidadosamente un paquete de servilletas.

Paula levantó la vista con los ojos llorosos. Esperaba una disculpa de Hugo, pero en su lugar vio la cara de Adela.

Al instante la cara se le enfrió y la apartó.

—¿Qué haces aquí? ¿Finalmente encontraste una oportunidad para reírte de mí?

—Paulita, eso no es lo que quería decir...

Adela habló con culpabilidad.

—¿No querías decir eso? Tú eres la que empezó todo esto.

Paula se levantó de golpe y miró fríamente a Adela.

Historial de lectura

No history.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: Esta vez, me toca quererte