Esta vez, me toca quererte romance Capítulo 70

Soñó con que volvía a estar en su primer año de instituto.

Vio a su yo del pasado detener a Paula en la entrada del edificio de música, salpicarla con pinturas coloridas delante de tantos alumnos que iban y volvían y luego insultarla con lengua mordaz.

—Paula, he sido tan buena contigo desde pequeña, ¡pero nunca pensé que fueras tan calculadora! ¿Tienes que sembrar la discordia entre mi prima y yo, romperme con Dragó para hacerte feliz?

Trató de precipitarse a impedir a ella misma, pero se convirtió en una espectadora, incapaz de moverse, que sólo pudo observar cómo su yo del pasado seguía haciendo daño a Paula.

—No es así, Adela, fuiste engañada por Elisa y Drago. No puedes seguir degenerándose por Drago. ¿Acaso has olvidado tus sueños musicales y lo que vamos a asistir al Concurso de Mariposa de Oro?

Paula estaba empapada hasta los huesos y cubierta de pintura sucia, con el pelo mojado y pegado a la cara, pareciendo especialmente lamentable. Pero ni siquiera se preocupó de sí misma, sino que se limitó a explicar con una cara llena de ansiedad.

—Ya no tienes que dar explicaciones doblemente. Tampoco volveré a formar pareja con alguien como tú en un partido, ¡no importa aunque no toque el violín!

Adela observó cómo ella misma hizo una risa fría y, delante de Paula, levantaba el violín que le había regalado en el aire y lo estrellaba con fuerza contra el suelo.

Las cuerdas se rompieron y el cuerpo se rompió en pedazos de madera. El delicado violín se convirtió en basura, que nunca se rehabilitaría, ¡al igual que la amistad entre ellas dos!

—Tú... Adela... cómo has podido...

Paula cayó de rodillas débilmente, mirando los desechos por todo el suelo con los ojos muy abiertos por la incredulidad y las lágrimas cayendo sin cesar.

Cuán quería Adela lanzarse adelante para disculparse, pero no lo pudo. Lo único capaz de hacer fue mirar a su yo del pasado decir con cara fría:

—Paula, no vuelvas a aparecer delante de mí, ¡me siento asfixiada respirando el mismo aire que tú! A partir de ahora, donde estás tú en esta escuela, ¡no estoy yo!

La escena cambió bruscamente y Paula la miró fríamente con una expresión insensible en el rostro.

—¡Paula, déjame explicar!

Fue tras ella con ansiedad e intentó explicarla bien, pero Paula se dio la vuelta de repente y se alejó.

—¡No! ¡Paula, no te vayas!

Quiso desesperadamente estirar la mano, pero no podía moverse de todos modos. Estaba tan ansiosa que iba a derrumbarse cuando de repente sintió un frío en la frente, que la hizo recuperarse de inmediato...

Adela, sudando a mares, abrió los ojos de golpe y recibió primero el atractivo rostro de Criz, que extendió la amplia palma de la mano suavemente sobre su frente.

—¿Has tenido una pesadilla?

—Yo...

Ella abrió la boca de manera atónita, sin saber por un momento dónde estaba y el único sentimiento era sus manos totalmente sudadas.

El hombre alargó la mano, sostuvo la suya en su palma seca y ligeramente fría y la levantó de la cama.

—Es el amanecer. Está bien.

Se preguntaba si era por la voz baja de Criz la que, de alguna manera, tenía el poder de tranquilizarla, o si por su amplia palma la que la sujetaba, haciéndola sentir como si fuera un barco en un mar inmenso que finalmente encontró amparo. En resumen, se fue calmando.

Adela miró el despertador junto a la cama. La aguja de la hora señalaba las siete de la mañana.

—Es hora de levantarme. Me voy a duchar.

Criz le soltó la mano y Adela salió de la cama y se dirigió al baño.

Cuando la puerta se cerró, éste retiró lentamente la mirada y bajó la cabeza para marcar el número de Flavio.

—Averigua qué ha pasado con Adelita en la escuela.

***

Adela, mareada, llegó a la escuela en coche. Cuando se bajó, se dio cuenta inmediatamente de que frente a la entrada de la escuela estaba muy concurrido.

No sólo había el doble de estudiantes y profesores quienes tomaban a cargo de asistencia, sino que había varios obreros reformando las puertas de la escuela. Caminó adentro con desconfianza y encontró a unos jardineros ocupados en recortar las flores y las plantas y darles específicamente un buen estilo. También se quedaban varias personas del sindicato de estudiantes colgando pancartas sobre la valla.

—No sólo eso. Cada aniversario escolar con número entero es un campo de batalla para los estudiantes de ambas escuelas.

—¿Campo de batalla? ¿Qué quieres decir?

Preguntó Adela con desconfianza. No tenía ni una mínima idea de las fuentes históricas entre las dos escuelas.

Eva frunció el ceño de inmediato, mirándola como si se estuviera enfrentando a un hombre primitivo.

—Estás falta de mucha atención a los chismes de nuestras dos escuelas! La Escuela Secundaria Noble Ten Pedro y la nuestra compiten en todos los sentidos, no sólo en la cultura sino también en el deporte y las artes. Para la ceremonia de celebración escolar de este año, ambas escuelas han preparado espectáculos, no sólo es igual el número de espectáculos, ¡incluso del mismo género! ¡Pero la mayor atracción de este año será la Batalla de Rosa entre ambas asociaciones musicales! ¡Nuestra escuela depende totalmente de Paula! Pero es tan fuerte, ¡seguro que puede ganar!

Eva se quedó con los ojos llenos de admiración.

—¿Qué es la Batalla de las Rosas?

Adela preguntó con curiosidad.

Eva suspiró.

—¿Ni siquiera conoces la Batalla de las Rosas? ¿No tomaste la clase de historia escolar?

Adela asintió con justeza.

—La pasé durmiendo.

—La Batalla de Rosa tiene una larga historia, mejor que busques en el foro de la escuela las publicaciones correspondientes para averiguarla.

Mientras hablaban, llegaron al aula. Nada más entrar Adela vio a Paula que estaba charlando con alguien.

Justo a tiempo, Paula levantó la vista subconscientemente. Sus miradas de ambas se encontraron en el aire, pero pronto en los ojos de Paula brilló asco y apartó la mirada como si no la hubiera visto.

El corazón de Adela dio un salto. Tal mirada era exactamente la misma que había visto en su pesadilla de esta mañana.

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