Esta vez, me toca quererte romance Capítulo 99

Adela miró la pantalla de su móvil, inconscientemente, viendo cómo se quedaba en negro, y luego lo volvió a encender.

Sorprendentemente, tenía algo de insomnio.

—Adela, ¿por qué te has vuelto tan rara? ¿No tienes tanto miedo del gran demonio en tu reencarnación?

Murmuró para sí misma y, de repente, lo único que le vino a la mente fue la cara de Criz.

La forma en que la había mirado con cariño, la forma en que le había pelado las gambas, y la noche en que la había encerrado bajo su cuerpo y le había preguntado si quería hacer amor con él...

Esa imagen era como una marca en la mente, no se podía borrar.

Se tapó los ojos con la mano por vergüenza, ¿por qué siempre pensaba en esa noche?

De repente se sorprendió al ver que tenía cada vez menos miedo del gran demonio, e incluso todo lo relacionado con Criz de su reencarnación se iba desvaneciendo en su mente, y ni siquiera podía pensar en ello.

La aguja del reloj se dirigía hacia las doce, y Adela estaba segura de que había perdido el sueño. Nunca había esperado que un día no podría dormir por estar pensando en Criz.

Pero aun así tuvo el valor de no enviar ningún mensaje a él. Al día siguiente, después de la escuela, fue a casa de Paula con ojeras grandes para practicar el piano.

—Adelita, ¡está aquí!

En cuanto llegó a la casa de Paula, la madre de esta la abrazó con cariño y le dijo con cierta emoción:

—Hace años que no vienes a nuestra casa, pensé que os habéis roto de verdad.

—Señora, todo se debe a que fui demasiado ignorante en el pasado.

Adela miró a la madre de Paula y se tocó la nariz con un poco de vergüenza.

—No pasa nada, esta es vuestra juventud, pero el destino siempre os unirá. Mira, ahora estáis como en el pasado.

La madre de Paula era una persona alegre y optimista, que siempre sonreía al hablar y se mostraba un par de simpáticos hoyuelos.

No quería pensar Adela en unos años más tarde, cuando la Empresa Ávila habría entrado en decadencia y este rostro sonriente de la madre de Paula envejecería poco a poco y se preocuparía por su sustento.

—Vale, apresúrense y vayan a practicar su piano, les prepararé unos postres.

—Muchas gracias.

Mirando la espalda de la madre de Paula, Adela apretó el puño en secreto, ¡no podía dejar que ocurriera tragedia otra vez!

—Vamos a la sala del piano.

Paula estaba de buen humor mientras tiraba de Adela hacia la sala del piano.

—Paulita, ¿cómo va la relación con Hugo ahora?

Adela preguntó sin moverse, mientras observaba cuidadosamente la expresión de Paula.

—Estamos...

Un destello de timidez y felicidad apareció rápidamente en el rostro de Paula.

—Estamos bastante bien ahora.

Al ver que Paula parecía una dulce mujercita, el corazón de Adela se tembló por un rato. Parecía que la estrategia de Hugo había funcionado.

Estaba ansiosa, pero no sabía cómo convencer a Paula, así que tuvo que contener su ansiedad y practicar el piano con ella primero.

Paula tenía una sonrisa en su cara todo el día, pero estaba un poco distraída con su práctica.

El piano emitió un sonido discordante por quinta vez, y Adela dejó el violín y miró a Paula.

—Lo siento, Adelita, siempre me equivoco en esta sección.

Paula escupió la lengua avergonzada.

Adela no dijo nada. Rara vez Paula había cometido esos errores.

—Descasamos por un rato.

Suspiró y puso el violín en la estantería.

—Tal vez estoy demasiado cansada.

Adela se convenció inmediatamente.

—Paulita, también espero que puedas conseguir un amor real. Pero creo que la persona que te quiere de verdad nunca puede ser Hugo. Como puedes ver, la Empresa González está ahora al borde de la quiebra, y solo uniéndose a la Empresa Ávila y haciendo que tu madre y tu padre usen todo el grupo como garantía, podrán superar sus dificultades. Lamentablemente, creo que por eso, Hugo se congracia de repente contigo, no te quiere de verdad.

Con una evidencia tan evidente delante, y siendo Paulita una persona tan inteligente, debería ser capaz de resolverlo.

Pero después de un, dos, tres e incluso cinco minutos habían pasado, Paula estaba mirando su móvil y simplemente no dijo una palabra.

—Paulita, ¿qué es tu opinión?

En el corazón de Adela apareció cierta inquietud.

Súbitamente, Paula levantó la mirada con firmeza y dijo:

—Adelita, aunque Hugo suele cometer errores, esta vez quiero darle una oportunidad.

—¿Qué?

Un enorme signo de interrogación golpeó lentamente el corazón de Adela.

«He dejado tan claros los motivos de Hugo, ¿y todavía quieres darle una oportunidad?»

—¿Por qué?

—Aquel día en el parque de atracciones ni siquiera estabas allí, la forma en que me miró, las cosas que me dijo, no creo que fueran mentiras. Como los dos estamos casados desde que éramos niños, y ahora que el González tiene problemas, si yo cancelo el compromiso, sería tan egoísta. Amo a Hugo, y estoy dispuesta a compartir felicidad y su sufrimiento con él.

Cuando Paula dijo estas palabras, su rostro estaba lleno de determinación.

Pero en el corazón de Adela, aparecieron una palabra de gran calado.

¡Acabado!

—Pero...

—No hay más pero. Sé que estás preocupada por mí, pero como mi mejor amiga, por favor dale a Hugo una oportunidad también.

Adela miró sorprendida a Paula mientras tiraba el móvil, sin tomarse en serio sus palabras...

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