Cuando Valentina volvió a abrir los ojos observó a ese hombre, Lucius estaba recostado sobre un sillón, en una posición bastante incómoda dormido, tal cual estaba vestido, y con ese gesto le hizo recordar al semblante de su propio padre, pero, ¿Qué cosas absurdas pensaba? La idea le causó hasta gracia, frotó sus ojos, y recordó de lo que hablaban antes del desmayo, ¿Por qué Lucius habló sobre la muerte de sus padres? El miedo anterior volvió a ella con gran rapidez, y sintió que algo en ese hombre estaba mal. Sin embargo, en su mente más ideas estaban enloqueciéndola, por ejemplo, que estaba embarazada, sí, esperaba un hijo de Scott Brighton, ahora ella era solo su ex esposa, y él iba a casarse con Laura Bailey, la misma mujer que amó toda su vida, una lágrima cayó por su rostro
«Si ahora mismo volviera con Scott, y le dijera que espero un hijo suyo, ¿Acaso detendría su boda para volver a mí? ¿Y si en realidad me desprecia como siempre? Si se quedara a mi lado, solo lo haría por su hijo, porque, pese a todo, Scott es un buen hombre, no dejaría a un hijo sin padre, ni apellido, pero mi bebé crecería sin una familia, y yo perdí a la mía, ¿Cómo podría dejar que mi hijo sufra? No lo puedo hacer, no puedo volver, no, Scott, sé feliz con Laura, ese es tu destino, el mío esta escrito, criaré a nuestro hijo, y nunca sabrás sobre él, tal vez, sea egoísta, pero no quiero volver a ti, no quiero ver tu rostro, y saber todos los días que no me amas» pensó con dolor.
Cuando Meredith escuchó la noticia que su madre le había dado, se quedó perpleja, volvió a casa tan rápido como pudo, aún le faltaba recorrer un largo camino, pero llegaría más pronto de lo que ella misma creía, intentó llamar al móvil de Valentina, pero el número estaba fuera del área de servicio
—¡Demonios! Valentina, ¡Responde! Debes saberlo, que tío Scott no se casó con Laura, que ella es una farsante, que debes volver al amor de Scott que solo te pertenece a ti —dijo, pero sus llamadas siguieron desviadas
Diana y Melissa estaban sentadas en el sofá de la sala, frente a la chimenea
—Es una gran decepción para tu hermano, la segunda más grande, y la misma puñalada vino de esa mujer,
—Se lo advertimos, madre, demasiadas veces —Melissa tenía la cabeza sobre el regazo de Diana
—No me lo puedo creer, ¿Dónde estará ahora, mi pobre hijo? Siento que, algo hice mal, nunca consigue ser feliz.
—Lo sé, madre, pero no te angusties, estoy convencida de que, si la suerte está con nosotros, Valentina volverá, y curará de nuevo el corazón de mi hermano.
—¡Ay, Meli! Eres ingenua, no creo que Valentina perdone a tu hermano, al menos no con facilidad —dijo Diana—. Conozco el corazón de una mujer cuando está herida, cuando llega el despecho es como si tu alma ardiera en llamas, y eres capaz de sembrar odio donde antes había rosas —aseveró
—Madre, ¿Acaso alguna vez alguien rompió tu corazón?
Diana se puso sería, pero luego sonrió
—Claro que no, ¿Acaso no tuve yo solo una vida feliz con tu padre?
Melissa cerró sus ojos, mientras Diana acariciaba su cabello con suavidad.
Scott manejaba a toda prisa, una lluvia de medianoche comenzó a caer, ni siquiera sabía porque manejaba siempre a ese lugar, hasta que llegó lo entendió, ese lugar era el favorito de su padre, siempre pescaban los días de verano, y un verano cuando volvía a casa de ese lugar fue su muerte, su padre manejaba el auto y un infarto fulminante lo mató, su auto se estampó, Scott era pequeño, sintió mucho dolor por eso.
Llegó a la casa de la Bahía, cuando abrió la puerta se sentó sobre el suelo, una oscuridad estaba ahí, y de pronto, sin que lo pudiera evitar, lo recordó todo:
«Flashback:
Seis meses antes
Scott marcaba su número con desespero, pero ella no respondía, y cuando al fin supo que Laura Bailey lo había dejado plantado en el altar, fue como una cuchilla que atravesaba su corazón, estaba furioso, herido, subió al auto y manejó a toda prisa, llegó a la casa de la Bahía, era su refugio de todos los lugares del mundo, apenas entró rompió en llanto
—¡Por que! ¿Porqué lo hizo? Me ha roto en pedazos, ¡¿Acaso lo merecía?! He sido un buen hombre todo el tiempo, ¿Qué hay de malo en mí? Ahora mi corazón está roto, ¡Maldita seas, Laura Bailey! ¿Por qué no me dijiste que ya no me querías? Lo hubiese entendido, si lo hubieras dicho, yo solo hubiese aceptado todo, te hubiera dado la libertad, pero, no tenías que humillarme de esta manera, no tenías que dejarme llegar hasta este punto.
Lloró y bebió tanto alcohol como pudo, ni siquiera fue consciente de cuando ella llegó, sintió sus manos sobre su rostro, que hábiles lo acariciaban con una ternura desconocida, cuando abrió los ojos vio su grácil figura
—¿Quién…? —balbuceó con voz temblorosa
—Soy yo Valentina.
—¿Eres Valentina? —exclamó confuso—. ¿Qué haces aquí?
—Todos te buscan, Scott, están tan preocupados, debes volver a casa, debes volver a tu hogar.
—Ya no tengo hogar, Valentina, ahora soy solo un hombre sin hogar, soy solo un renegado.
—¡No digas eso! Yo siempre estaré aquí, siempre te llevaré a casa.
Él se irguió mientras sus ojos lloraban, era increíble para Valentina mirar sus ojos llorosos
—Nadie puede curarme, mariposita, nadie puede hacerlo, estoy destruido, mi corazón está roto, nada duele como eso.
Observó las lágrimas cayendo por el rostro de Valentina y detuvo ligeramente una lágrima
—¿Lloras por mí? ¡Cómo si fuera la primera vez! —exclamó para caer a su lado y quedarse dormido.
Cuando abrió los ojos, a la mañana siguiente, Scott percibió ese aroma, era olor a café
Ella le miró con una gran sonrisa, de pronto estaban muy cerca, y ella tocó su rostro con su mano, en una caricia, dulce, fresca, él cerró los ojos, como un pequeño gato recibiendo una caricia
—Te amo, Scott, solo quiero hacerte feliz —dijo con voz clara, ¿Cuántas veces no escuchó decir que lo amaba? Scott le había pedido que desistiera de sus sentimientos cuando ella los confesó, pero cuando abrió los ojos, de repente no tuvo valor para pedir que los callara, se sentía débil, frágil ante ella, necesitado, y su mirada se volvió oscurecida, de una forma en que Valentina nunca lo vio, él caminó unos pasos hacia ella, fue intimidante, casi salvaje, ella sintió algo de temor, sus manos tomaron sus hombros, pero jamás huiría de Scott, él tomó su cintura, y sus labios besaron los suyos, era como una fantasía hermosa hecha realidad para Valentina, tal vez para él era solo despecho, ese día ninguno pensó al respecto, cayeron sobre la alfombra, al lado de la chimenea.
Él desnudó su cuerpo con rapidez, ella era una mujer hermosa, no más la niña que alguna vez conoció, su piel era tan suave, ella admiró su virilidad, su pecho fuerte y musculoso, temblaba, Scott le daba la seguridad que le faltaba, la pasión encendió sus cuerpos, él besó sus labios, su cuello, y sus hombros, siguió el caminó hasta sus firmes pechos, escuchando como ella poco a poco despertaba a la mujer que era, disfrutando de sus ardientes caricias, pidiendo más de él, Scott sentía deseo, ella era perfecta, la forma en que hacia el amor era tan limpia, tan natural y amorosa, estaba extasiado entre su cuerpo, sintió su humedad, no quería acabar, el placer que enloquecía su cuerpo era glorioso, se adentró entre sus piernas, moviéndose despacio al sentir su tensión, sabía que era el primero, podía sentirlo en su cuerpo, en sus ojos brillantes, escuchó ese te amo, que sonaba tan real en sus labios, comenzó a embestirla con más fuerza e intensidad, escuchando como ambos cuerpos gozaban, el sonido de la humedad chocando entre sus pieles, los sonidos de goce, eran como ser revivido tras la muerte, era como un paraíso en medio del infierno, pronto sus manos se entrelazaron, sus cuerpos temblaron, escuchó su fuerte gemido, ella alcanzó un placer exquisito, mientras él se sacudió sobre ella, alcanzó un clímax tan delicioso, que sonrió entre sus labios, besándolos de nuevo. Ese día durmieron abrazados, frente al fuego que crujía en la chimenea, fue un día hermoso para ella, pero el despertar fue duro
—¡¿Qué hice?! ¡¿Qué tontería hice?! ¡Soy solo un estúpido! —exclamó cubriendo su rostro con desespero, ella se despertó al mirar su rostro y escuchar sus palabras
—¿Scott?
—¡¿Por qué viniste, Valentina?! Mira lo que pasó, no debió pasar.
—¿De que hablas? Hicimos el amo, ¡Fue hermoso!
—¡Es mi peor error!
Ella sintió que sus palabras eran cuchillos clavándose en su corazón
—¡No digas eso! Yo te amo, Scott, te haré feliz, lo verás, por favor, no me digas que te arrepientes.
Ella intentó tocar su mano y él se alejó
—Valentina, entiéndelo de una vez y por todas, esto ha sido el peor de mis errores, ¡Nunca debió pasar! ¡No te amo, nunca te amaré!
Ella se echó a llorar, se visitó tan rápido como pudo y la vio salir corriendo de ahí, Scott quiso alcanzarla y ella se fue con la misma lluvia»
Scott volvió al presente, miró a la nada y dijo
—Valentina, tú eras el sol, y yo solo lluvia de medianoche, lamento tanto haberte ahogado en mi amargura.
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