Cuando el amanecer llegó y Scott abrió los ojos, no supo a ciencia cierta donde estaba, se irguió repentino, sentía como si su cabeza se partía del dolor intenso, miró alrededor, pero cuando vio a ese cuerpo a su lado, se quedó petrificado, levantó las sábanas para descubrir su desnudez, se levantó de inmediato y al sentir su movimiento, Laura se levantó y lo observó
—Cariño, son solo las seis de la mañana, vuelve a la cama.
—No, y ahora levántate, ¿Cómo llegaste aquí? —exclamó confuso
—Solo quería verte, saber que estabas bien, eso es todo. ¿Qué pasa?
—¡No debes estar aquí! ¡Nunca debiste haber venido! —exclamó en un grito que la asustó, parecía tan enojado
—¿Por qué me hablas así? —dijo con reproche y frustración, él se vestía, y ella también lo hizo
—Porque no tenías nada que hacer aquí, los dos nos iremos ya mismo de aquí.
—No, yo quiero que cuando nos casemos, esta sea nuestra casa, nuestro hogar hermoso.
—¡Nunca! ¿Crees qué soy tan cínico? Esta casa es de Valentina, ni siquiera deberíamos estar en esta cama.
Ella le miró con rabia
—¿Es por ella? ¿De nuevo? ¡Esto no puede ser, ella se ha convertido en el fantasma que nunca olvidarás! Por favor, ¿Qué tiene que ver? Ella se fue, ¡Nunca volverá! Esta casa se quedará, es nuestra, ahora, y, ¿Qué hay con esta cama? ¿Por qué te molesta tanto? ¿Acaso he profanado el lugar donde le hacías el amor?
Scott abrió ojos enormes al escuchar sus palabras, sintiendo como si fueran ofensas en sus oídos
—¡Cállate, por favor!
—¡Qué lástima! Ayer me hiciste el amor en esta cama, y el nombre de ella, ni siquiera vino a tu mente.
—Eso no es cierto —dijo con seguridad
—¿Acaso olvidaste que me hiciste tuya? Tuvimos relaciones sexuales, creí que estábamos mejor, pero, ¿Ya no me amas, Scott?
Él bajó la mirada, parecía titubeante, y ella tuvo un miedo atroz
—Es mejor que te vayas de aquí.
Ella abrió ojos enormes ante sus palabras, se visitó de inmediato
—Me largo, pero no volverás a verme, nunca más —sentenció y salió de ahí, se quedó perpleja al observar que él no movió ni un solo dedo, salió de la habitación, porteó la puerta con fuerza, y caminó, bajó la escalera, pero al llegar casi al final, y descubrir que no la seguía tuvo mucho miedo, él no lo haría, y estuvo segura, absolutamente, de que ella ya no era importante para Scott Brighton. No podía permitírselo, menos después de lo que pasó con Charlie, la mujer pensó con rapidez, y todo lo que le vino a su mente era recurrir al Scott sobreprotector y héroe que siempre fue, ella lanzó al suelo unos artefactos que adornaban las escaleras, luego se recostó en el suelo, debajo de la escalera, lanzó un gritó, fingiendo, como si hubiese caído.
Scott corrió al instante
—¡Laura! —exclamó al verla tendida en el suelo, e inconsciente, la llamó de nuevo, hasta que iba a llamar a la ambulancia, y ella abrió los ojos
—¿Scott?
Él dejó el móvil y la miró con compasión
—Tranquila.
Ella se enderezó
—Estoy bien, me duele el cuerpo, ¡No me dejes, por favor! —exclamó llorando, Scott la abrazó al pecho, no supo si su respuesta se debía a la lástima, o si aún la amaba
—No te dejaré —dijo con voz triste y dudosa
Laura sonrió, sabía que de nuevo recuperaba el control.
Pasaron dos semanas, Valentina seguía sumergida en su cruel depresión.
Tocaron a su puerta y vio la imagen de Lucius frente a ella
—¿Tú?
—Me tomó como media vida encontrarte —dijo recargado al marco de la puerta, con una sonrisa de lado que de pronto se le antojó seductora, ella también sonrió y le dejó pasar. Le permitió tomar asiento a su lado
—¿Por qué me buscabas?
—Te fuiste de una forma tan repentina, que temía sí algo te habría pasado —dijo mirándola con sus ojos verdes e ilusionados
—Ha sido en vano, estoy bien, no te preocupes por mí, he pasado por mucho, esto no me vencerá.
—¿Y qué es lo que te ha pasado ahora? —exclamó, ella se sintió nerviosa—. Tenme confianza solo quiero ser tu amigo.
Su voz le sonó tan compasiva, como si así no se sintiera sola en el mundo
—Mal de amores, ya lo sabes, es un veneno que daña a los humanos.
—Valentina, ¿Cómo murieron tus padres? —exclamó
Ella alejó sus manos con rapidez, su cuerpo se puso rígido, tuvo mucho temor, y le miró con rabia
—¿Qué sabes de mis padres? —exclamó
—Hay algo que debo decirte, no es una coincidencia que esté ante ti.
Ella tuvo un miedo terrible, uno que provenía de sus entrañas, se levantó con rapidez, él ya había pagado la cuenta, tomó su cartera, dispuesta a irse, pero él sujetó sus brazos, ella se desafanó casi con violencia
—¡Suéltame! Aléjate de mí —espetó con voz fuerte y clara, de modo que la gente alrededor levantó la vista, y vieron a Lucius con ojos recriminadores, ella caminó alejándose, él la siguió, de nuevo la detuvo
—Por favor, escúchame, esto es importante, no actúes como una inmadura, ¿Acaso quieres que la muerte de tus padres sea en vano? —exclamó
Valentina se detuvo ante sus palabras
—¿Qué…? —preguntó con voz débil, temblorosa, sus ojos estaban llorosos, sintió que su corazón latía como nunca, estaba cansada, su cabeza dolía, y su cuerpo se sintió débil, de pronto, su mirada era borrosa, y en un solo segundo, todo se volvió tinieblas, ella cayó al suelo, desplomándose como una ficha de domino, Lucius alcanzó a tomar su cuerpo, antes de que se estampara contra el suelo.
Luego la cargó en sus brazos, llevándola consigo al hospital más cercano.
El hombre que les había tomado fotografías todo ese tiempo, siguió sus pasos con gran rapidez, antes de ver la escena preocupante de la salud de Valentina Dion, envió un mensaje a Scott Brighton, ahora debía averiguar el estado de la mujer para informarle al hombre sobre su ex esposa.
Scott estaba listo, debía salir y enfrentar la que a partir de ahora y en adelante, sería su nueva realidad, uniría su vida al lado de Laura, así lo eligió, y ya no podía echarse para atrás, pero sus piernas flaquearon, de pronto sintió que era imposible, pensó en salir y enfrentar a Laura, decirle la verdad, que no estaba seguro de querer casarse con ella, sería trágico, sería doloroso para ella, no era una venganza, realmente sus sentimientos ahora eran confusos, y no merecían estar juntos bajo esa nueva circunstancia, estaba a punto de salir, buscarla y decírselo, de pronto le llegó ese mensaje y leyó
«Señor Brighton, encontré a su ex esposa, está en Mayrit, está bien, la encontré al lado de un hombre, parece que ella decidió rehacer su vida»
El hombre le envió dos fotografías, se veía a Valentina Dion, al lado de un hombre, sosteniendo su mano, pero no se podía distinguir el rostro de ese hombre
Scott abrió ojos enormes, algo quemaba de dolor en sus entrañas, había un tormento en su rostro, un nudo en su garganta
«Te perdí, Valentina, ¿Me olvidaste? ¿Tan pronto? ¿Así de fuerte era tu amor? Que seas feliz, lo mereces, el culpable soy yo, yo te dejé ir, soy un estúpido egocéntrico que esperaba que llorarás aún por mí, ¡Qué idiota e ingenuo! Creí que esperabas que fuera por ti, estoy loco, no, Valentina, en esta vida, tú y yo, no» pensó, respiró profundo y caminó al lugar donde creía que estaba su destino.
Bajó la escalera y ella estaba ahí, Laura llevaba un largo y esponjoso vestido nupcial, como si fuera una gran boda, como si fuera algo que celebrar, pero Scott sentía como si fuera un velorio, y su cara lo decía todo, no había forma de sentirse feliz, no cuando todo dentro de él se sentía como un infierno.
Un taxista manejaba de prisa, sin importar las leyes de tránsito de la ciudad, debía llegar, le pagarían tres veces lo que debía ser porque llegara hasta la mansión Brighton lo más pronto posible, y lo haría. Charlie sentía como si su corazón fuera a explotar de tanto temor, y ansiedad, sabía que debía llegar a ese lugar, debía lograrlo antes de que dijeran el sí acepto.
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