Falso Amor Del Italiano romance Capítulo 12

LYNETTE

Me congelo de manera inmediata, en especial porque esta gente no parece ser lo que esperaba, en cuanto las palabras de Brent, brotan de su garganta deslizándose por sus labios como agua, sus rostros parecen distorsionarse de manera inusual, es como si ahora, miles de pares de ojos estuvieran solo sobre mí. Hay juicio en sus miradas, odio y hasta cierta repulsión con solo estar compartiendo el mismo aire conmigo.

El padre de Brentt se marcha lanzándole dagas de fuego por los ojos, y él se queda estático, quiero ir con mis hijos, sin embargo, su padre les dice que se los lleven y él tira de mi brazo con cautela, volteo a verlo, abro la boca para cuestionarlo, no obstante, sus ojos van en dirección de un mujer hermosa, alta, de cabello castaño y ojos azules, quien va ataviada con un vestido entallado color rojo sangre, ligeros diamantes adornan la parte de su escote en forma de corazón, y no puedo evitar sentirme incluso un poco intimidada.

Ella es mil veces más hermosa que yo, sus ojos se anclan en los míos y aparto la mirada casi de inmediato, por alguna extraña razón, intento alejarme de Brentt, no puedo, ajusta su agarre a modo que ahora parece que me encuentro en una jaula sin movimiento.

—¡No puedes hacerle a tu padre esto! —exclama la mujer frente a nosotros—. No puedes hacerle esto a la organización.

El silencio me resulta demasiado ensordecedor, trago grueso, las personas a nuestro alrededor se apartan de manera que dejan el suficiente espacio como para no tocarnos, cosa que le molesta al padre de mis hijos.

—Debe ser una broma de muy mal gusto, en especial porque esa mujer, ni siquiera pertenece a la organización.

No comprendo de qué hablan, ella parece darse cuenta de mi confusión, en su rostro esboza una sonrisa que va de oreja a oreja y ríe con la suficiente malicia como para contagiársela a los demás, ya que le hacen coro enseguida.

—No me digas, ni siquiera sabe quienes somos —pone las manos en jarras.

Busco con la mirada a Brentt, pero él parece que se encuentra demasiado ocupado en la mujer, quien ahora me observa de arriba abajo, como si fuera un bicho que tiene que aplastar de inmediato.

—No le has contado, ¿cierto? —espeta con un brillo malicioso en los ojos.

A mi lado, Brentt, tensa el cuerpo, la hostilidad está en el aire y de pronto me siento como si fuera la carnada en medio de un mar de tiburones.

—No te metas en mis asuntos, Yara —sentencia Brentt.

—Tus asuntos nos competen a todos, somos familia, somos tu organización, somos —esta vez la mujer me mira con altanerísimo—. La mafia italiana.

El aire se me va, creo que debo haber escuchado mal, ella dijo “mafia italiana” tiro con discreción del brazo de Brentt, buscando una respuesta a mis dudas, él me regresa una mirada breve y vuelve a ajustar su agarre. Mi cabeza da vueltas, debe ser una broma, esto no es real, el padre de mis hijos no puede ser realmente un mafioso.

—Eres el futuro Capo, por lo que debes de tener a tu lado a una verdadera mujer, una que pueda cubrirte las espaldas cuando lo necesites, alguien que haya crecido bajo las reglas y el régimen de la familia italiana, alguien como yo —arguye a pecho hinchado de orgullo.

Todos comienzan a lanzarle vítores, conformes con el discurso que ha dado.

—¿Terminaron? —Brentt mueve el cuello con estrés.

Todos se callan de golpe, el silencio resulta ser demasiado ensordecedor, que incluso la actitud altiva de la mujer que responde por el nombre de Yara, se borra, ella desciende la mirada por segundos, antes de aparentar que no le afecta nada lo que está pasando. Las manos me tiemblan y las piernas me hormiguean, no puedo creer lo que está pasando, el padre de mis hijos y con quien he aceptado casarme, es un mafioso, el futuro líder de la mafia italiana. Jamás había escuchado sobre esto, por lo que mi temor por la seguridad de mis hijos, se hace grande, cada vez más.

—Eso creí —escupe Brentt.

Acto seguido tira de mi mano y nos alejamos, salimos del gran salón, camina demasiado a prisa que me cuesta seguir su ritmo, no puedo hacerlo. Tropiezo con mis pies hasta que de mi garganta brota un suave quejido, solo así es como se detiene, primero me mira por encima del hombro, después, al ver mi estado, se detiene de golpe.

—¿Te encuentras bien? —me pregunta con ojos asesinos.

Trato de recobrar el aliento, tomando una larga bocanada de aire, sigo teniendo miedo, sigo temblando.

—Eres un mafioso —recurro a toda mi fuerza para pronunciar aquellas palabras que me saben tan irreales.

—Lo soy —afirma.

Mi corazón late con más fuerza.

—Soy la esposa de un mafioso, ¿por qué no me lo has dicho antes? —exclamo con voz queda.

Brentt no dice nada, se limita a quedarse callado, su rostro no me muestra ninguna emoción y eso hace que caiga en un abismo en donde me ha mentido.

—Andando —espeta.

Antes de que pueda negarme a ir a ningún lugar con él, vuelve a rodear mi brazo con su fuerte mano y me lleva a rastras hasta lo que es un despacho, dos hombres armados, vestidos de traje de gala con una corbata dorada, custodian cada extremo de la puerta de caoba. Es tan majestuosa, que impone. Al entrar, percibo un fuerte olor a loción masculina, uno que me hace estar a punto de estornudar, de no ser por la presencia de un hombre que me come con los ojos.

Su odio es tan latente, que siento que he olvidado cómo se respira y se camina. El hombre se parece mucho a Brentt, solo que él tiene actitud letal, tiene el cabello castaño al igual que el padre de mis hijos, el mismo color de ojos, la única diferencia que encuentro a más de la edad, es que su padre, tiene en la mano izquierda, tatuado un alacrán.

La puerta se cierra a mis espaldas y Brentt no me suelta en ningún momento, todo lo contrario.

—Espero que toda sarta de tonterías que has dicho, sean una mentira —habla su padre.

Diviso un ligero letrero de madera que dice "Ares White"

—No lo es —responde Brentt, levantando mi mano para que vea el anillo que me dio.

Su padre parece haberme convertido en su nuevo tiro al blanco en cuanto Brentt arguye aquellas palabras.

—No lo repetiré dos veces —el señor White se pone de pie—. Irás a esa fiesta, expondrás que todo ha sido una broma, un sucio juego, y darás aviso de que te vas a casar con Yara.

Tanto padre como hijo se quedan mirando con demasiado odio de por medio. El ambiente es hostil, ninguno de los dos parece querer hablar bajo mi presencia, por ello, les interrumpo y me dirijo hacia Brentt.

—No es el momento —le susurro al oído para que solo él pueda escucharme—. Pero tengo que ir al baño, es urgente.

Miento.

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