Heredero de un multimillonario romance Capítulo 116

Ha empujado. Sollozaba, tomando su gran longitud. Pequeños espasmos de éxtasis recorrieron mi piel como una corriente eléctrica. Me estremecí, las puntas de mis pies se apretaron y mi garganta ardió con un dulce grito.

Me clavé las uñas en los anchos hombros y me quebré, perdiendo todo el control de mí misma, especialmente de mi cabeza.

- Más rápido. ¡Por favor, muévete más rápido!

Si no empieza inmediatamente, me volveré loco. Si no apaga este sentimiento, esta sed asesina, ¡moriré!

- ¿Verdad?

Damir aceleró, trabajó sus elásticas nalgas, apretándolas, conduciendo su polla más y más profundamente. Los movimientos de sus caderas se volvieron más agresivos y la presión en su vientre insoportable.

- Sí...

Se me nublaron los ojos delante de mí, no podía respirar y me ardían los músculos y los nervios. Está a punto de suceder. Voy a conseguir aquello por lo que estoy dispuesto a morir: un destello de placer inolvidable que me enviará al cielo.

Damir siente que mi orgasmo se acerca. Trabaja con su lengua apasionadamente en mi boca, empujando con calor.

- ¡No te contengas, no te calles! Quiero que grites fuerte.

¡Oh, sí! Tienes que hacerlo. Porque esta no es una isla habitada.

Cumplí con la petición del hombre inmediatamente. Grité cuando sentí las ondulantes contracciones dentro de mí, y luego me estremecí cuando Damir se corrió conmigo, escupiendo su semen sobre mis muslos.

Me quedé tumbado, respirando con dificultad, observando con deleite cómo los chorros blancos corrían por mi piel, rodando por la arena. La cabeza me daba vueltas salvajemente, un ruido en los oídos, y los restos de las convulsiones recorrían mi cuerpo.

- ¿Cómo te va el sexo?

- Lo mejor que me ha pasado nunca", murmuré con los ojos cerrados. - ¿Y tú?

- Igualmente.

Damir se inclinó, sonriendo irónicamente, y me besó suavemente en la punta de la nariz.

Jadeando, abrí los ojos, evaluando mi entorno a medida que la excitación iba desapareciendo.

- Estamos todos en la arena.

Nos regalamos sonrisas llenas de felicidad.

Damir se levantó y me atrajo hacia él, rodeando mi cintura con su brazo, recogiéndome en sus brazos como si fuera una pelusa.

- Se llama variedad y emoción.

- Estoy de acuerdo. No voy a discutir.

Y llevándome en brazos, entró en el mar conmigo. Cuando el agua le llegó al pecho, me cogió la barbilla y volvió a besarme acaloradamente.

- Espero que no nos coman los tiburones", reí alegremente, admirando al hombre de mis sueños.

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