Heredero de un multimillonario romance Capítulo 18

No me niego nada.

Me convierto en el amo de su cuerpo.

Extiendo los tiernos pétalos con mis dedos y me sumerjo en la caliente y viscosa humedad.

La chica solloza. Escalofríos.

Sé que le gusta...

Luego, con una sonrisa socarrona, sigo adelante.

Le hago lamer mis dedos empapados en sus jugos

- Chúpame el dedo, excitame más.

Se somete voluntariamente.

Entonces le ofrezco mi polla...

- Mueve la mano. Arriba y abajo.

Lo hace.

Todavía cauteloso, como si tuviera miedo.

No es la primera vez que ve el instrumento de un hombre.

Después de todo, no tiene diez años.

¿Está jugando?

Bueno, me gustan sus tácticas.

El precio del placer está subiendo.

Le daré una recompensa mayor de la que había planeado.

Que se compre un bolso nuevo, que vaya a un buen salón de belleza como suele gustar a las chicas.

- Sí...", suelto un gemido cuando la manita empieza a trabajar más rápido, deslizándose generosamente por mi impresionante longitud.

No puedo soportarlo más.

Muevo mis caderas, empujando en su agradable y suave palma. Me enseña el ritmo que hay que tomar.

Oigo bofetadas húmedas.

¡El pezón está soltando mucho lubricante!

Estoy listo para correrme...

¡Ahora mismo!

Pero quiero conseguir su pequeño y caliente agujero.

Antes del orgasmo.

Me detengo.

Pensar en el agujero casi me distrae de lo importante.

Casi me olvido de protegerme.

Cojo el condón que había puesto a propósito junto a la almohada, arranco el envoltorio plateado.

¡Vaya, es un desastre!

Se cubrió los ojos, gimiendo suavemente cuando empecé a moverme.

- Ya no puedes volver atrás. Tengo que terminar el trabajo. Tengan paciencia. Ya te acostumbrarás.

Estoy loco.

Me volví loco con la rubia.

Comenzó a moverse rápida e insaciablemente dentro de ese apretado agujero, como si me estuviera volviendo loco. Quería empujarla hasta el suelo, con un fuerte sonido de bofetada, gimiendo de placer y arañando mi espalda.

Cuando se acostumbró a mi tamaño y a las nuevas sensaciones, empezó a mover las caderas, abriendo los labios como si pidiera un beso.

¡Un poderoso orgasmo estaba en camino!

Quería retrasar los momentos placenteros, pero ¡qué difícil era contenerse!

Tengo que cambiar de posición urgentemente.

La puse boca abajo, le levanté el culo y entré por detrás.

Oh, sí...

Eso me hizo sentir aún más su estrechez.

Pero la posición tampoco ayudó.

Me apreté los muslos con los dedos y empecé a empujar con más fuerza, aumentando el ritmo

- ¡Me voy a correr!

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