Casi me caigo del asiento y me apresuro a acercarme a él, sacudiéndolo por los hombros.
- ¿Qué, qué has dicho? ¡Dilo otra vez!
No dice una palabra.
Mueve sus largas pestañas.
- ¡Vamos, Denis! ¡Dilo otra vez! ¡Dilo otra vez!
Y vuelve a guardar silencio.
Lo dejé ir, suspirando.
- No he oído eso, ¿verdad? ¡Ha dicho "papá"!
Vuelvo la cabeza hacia Damir.
- Sí. Dijo algo. No le he oído", frunció el ceño.
- "¡Es una locura! ¡Esa es su primera palabra! En cuatro años, ¿te imaginas? Todo gracias a ti...
Estoy abrumado por la emoción. Me lanzo hacia adelante y me arrojo sobre Damir, abrazándolo con fuerza.
- Gracias. Gracias.
Las lágrimas corren por mis mejillas y él me da unas palmaditas en la espalda.
- Ordenaré a Marat que lleve a Denis en brazos. Dejémosle dormir, no le despertemos", sugirió Damir en un susurro.
- Sí, es una buena idea", respondí también en un susurro.
Alguien corrió hacia el coche y la puerta se abrió. Un hombre grande y robusto con un traje oscuro se asomó. Me miró con sus ojos color carbón, evaluó la situación, vio el gesto del dueño y asintió. Damir le indicó que el niño estaba dormido.
- Bienvenido. Permítanme informar. Todo está listo para su llegada", dijo en voz baja.
Damir asintió, señalando de nuevo a su hermano.
El hombre de aspecto severo levantó con cuidado el frágil cuerpo de su hermano en brazos y desapareció de nuestra vista.
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