Heredero de un multimillonario romance Capítulo 51

De repente, Jana se quedó dormida en el coche. No pude aguantar más y estallé. Ella no sabría si me pongo un poco travieso, ¿verdad? Vamos a comprobarlo.

Separé mis esbeltas piernas y deslicé mi mano hacia el punto caliente. El dedo enganchó el encaje de sus bragas, las apartó y cubrió la tierna y húmeda carne con la palma de la mano...

¡Oh, sí!

¡Cuánto tiempo había esperado este momento para tocar su agujero de miel! Para aplastarlo bien, para sentirlo, para excitarlo. ¡Para provocar que se retuerza y se contraiga en ataques de orgasmos locos!

Quería repetir al menos una pequeña parte de aquella noche loca en la que vi a Jana en el club con su modesto uniforme de camarera y lo quise inmediatamente.

Me quedé helado. Escuchado.

La respiración de Jana era la misma: profunda y uniforme.

Pasé la palma de la mano por los pliegues, mi pulgar presionó un poco su clítoris, y oí un gemido bajo como respuesta.

La chica se lamió los labios de forma tentadora, pero no abrió los ojos. Debe estar muy cansada, ¡durmiendo como un tronco!

Probablemente piensa que está teniendo un sueño caliente. ¡Déjala pensar! Aproveché la oportunidad para darme un capricho y saciar mi sed.

La recuesto suavemente en el asiento por completo. Le dejé las piernas abiertas, dobladas por las rodillas, y le subí el vestido. Acaricio suavemente sus piernas, relajándola para que pueda seguir flotando en las nubes, sintiéndose bien, despreocupada y sin despertar en ningún momento.

Me preocupa que la reacción a mis avances no sea nada positiva. ¡Jana aún no se ha acostumbrado a mí! No quiero presionar, por su posición, pero no estoy acostumbrado a ser paciente. Estoy acostumbrado a tomar ahora e inmediatamente, cuando quiera.

- Stas, pon una mampara y pon algo de música en voz baja -me dirigí al conductor con voz ronca. - Algún tipo de relajación.

Su subordinado cumplió incondicionalmente la orden y el salón quedó sumido en la sombra. Sólo gracias a la iluminación de los carteles de la puerta y del techo pude admirar la maravillosa escena: las largas piernas abiertas en distintas direcciones y el liso y estrecho agujero que ya brillaba por la humedad, como si se burlara de mí a propósito.

Mmmm... ¿La chica realmente tiene sueños eróticos?

Me encanta este coche. Porque hice instalar un tabique para separar la parte trasera del coche de la delantera. Es decir, del conductor.

Dejando caer mi chaqueta. Me aflojo la corbata del cuello. Bueno, sólo Jana tomó el postre en el restaurante, pero yo me olvidé de pedir el mío. ¡Así que lo voy a conseguir ahora mismo! Mi postre es su húmedo y apretado agujero.

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