- ¿Has terminado?
Una corriente fría de energía poderosa golpea mi cuerpo con un golpe. Oigo la voz acerada de Damir. ¿Podría realmente haber escuchado todo?
Susurramos, a una distancia decente, ya que el despacho es grande, mientras Uvarov se sentaba en el sofá.
- Ya está, Yana Vladimirovna, ya puedes irte", dijo Sergei en tono empalagoso mientras retiraba la pantalla.
No voy, literalmente salto de mi silla y corro hacia la salida.
- Sí, nunca olvidaré la forma en que me humillaste", susurró en voz muy baja, de modo que apenas pude distinguir las palabras. ¿O me lo estaba imaginando?
Qué hombre tan desagradable...
Y luego, para cabrear probablemente a Damir, añade de forma falsa, cambiando al "tú" conmigo:
- Buena suerte, Jan. Es un placer conocerte y espero que nos volvamos a encontrar.
Damir me despide con la misma mirada feroz que no me augura nada bueno. Está lleno de hielo y oscuridad. He visto esa mirada muchas veces en los momentos previos a que se le vaya la cabeza.
Un mal presagio.
Salgo al pasillo y me desplomo en el sofá que me espera, exhalando. ¿Qué fue eso ahora? Qué encuentro más "afortunado". Terrible coincidencia.
La puerta se abre y Damir sale al pasillo, después de que le hayan quitado también el biomaterial.
- Sígueme. Ahora.
Lo dice con calma. Pero firme. Es tan sombrío que hace que todos los órganos internos cambien de lugar.
Me levanto del sofá y le sigo. Doblamos la esquina. A continuación ocurre algo inesperado. No esperaba que se abalanzara sobre mí como un animal, me agarrara por la nuca y me inmovilizara contra la pared del rincón oscuro.
Mis entrañas se rompieron...
Como saltar desde una alta montaña.
- ¡¿Qué intentas hacer, batir los ojos a ese hermano enfermero?! - Un gruñido ronco sale de mi oído. Damir se aprieta contra mí con todo su cuerpo, pero en lugar de miedo, siento algo más. - ¿Qué carajo estaban susurrando?
Es la adrenalina...
Y luego hay una extraña sensación que no puedo describir.
¡Es como si lo quisiera!
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