Heredero de un multimillonario romance Capítulo 62

¡Ha llegado el gran día! La firma del contrato de cesión de los herederos a Damir Uvarov...

Llevaba preocupada desde la noche y había dormido fatal. Me atormentaban las dudas y una conciencia que gritaba en mi interior: "¿Estoy haciendo lo correcto?

Pero no tenía otra opción. Ya había dicho que sí. Si me negaba, los bebés morirían, mi hermano pequeño se iría al extranjero con sus padres del mismo sexo y yo viviría una vida pésima, hambrienta y sucia.

Los niños y Damir estarían mejor... Tienen suerte de que su padre sea multimillonario.

Llegó el momento y me invitaron al despacho de Uvarov para firmar los papeles. Llevaba una falda y una blusa, un conjunto clásico y austero. Me recogí el pelo en un sofisticado moño y me puse unos zapatos de tacón. Un evento importante, después de todo.

Nunca se había vestido así, y ahora, cuando se miraba en el espejo después de la transformación, no se reconocía en absoluto. Todo gracias a la indescriptible generosidad de Damir.

Cuando entré en la oficina, me di cuenta de que todos me esperaban sólo a mí. Había dos personas en la pequeña pero elegante habitación. Damir y un hombre mayor desconocido que lleva gafas.

- Buenas tardes, Yana. Me gustaría que lo conocieras. Este es Sergey Pavlovich Shvets.

- Encantado de conocerte", asiento.

- Igualmente, - el notario se aclaró la garganta.

Parece respetable. Un hombre de aspecto regordete, un rostro estricto. Con un prestigioso traje color grafito. Canas. Gafas con lupas gruesas.

- Toma asiento -señaló Damir amablemente una silla vacía frente a la mesa de caoba natural, bastante grande. Delante de mí cayeron inmediatamente hojas de papel con texto impreso.

- Familiarícese con ella.

Empecé a leer el acuerdo con detenimiento, pero no pude concentrarme. ¡No soy abogado! Mi cabeza podía estallar de tan enrevesados giros, sobre todo cuando mi mente estaba sobrecargada de constantes pensamientos sobre Damir, sobre el embarazo, sobre lo que me esperaba y sobre si podría renunciar a mis bebés sin lágrimas ni remordimientos...

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