- Voy a buscar al guardia.
- ¡Y te voy a pintar la cara, zorra! ¡No te atrevas a seducir a los hombres de otras personas!
Se está columpiando...
- ¿Qué está pasando aquí? - el telón se corre a un lado, de repente, y justo a tiempo, Marat entra en el camerino.
Me mira primero a mí y luego al desconocido, noto cómo en una fracción de segundo la piel de su cara, de color, se vuelve tiza, y sus pupilas se dilatan.
- Regina...
- ¡Guau! ¡Marat! ¡Bueno, hola! ¿Está Damir aquí? ¿Dónde se esconde?
Silencio durante unos segundos.
Es como si tratara de pensar en algo.
- Por favor, salgan, tengo órdenes de proteger a Yana Vladimirovna.
- ¿Qué es eso? ¿Ese maldito gato callejero? Damir no se golpeó la cabeza...
¡Qué perra!
Hiervo, interrumpiendo su tono grosero.
No tiene derecho a hablar en esos tonos a una mujer que tiene los herederos de un hombre respetable.
- ¿Cómo te atreves a insultarme? ¡No soy una chica de la calle ni una gatita! Estoy... embarazada del Sr. Uvarov. Llevo a sus herederos.
Fifa se pone rígida y abre la boca:
- ¿Qué has dicho? ¿Tienes el valor, puta, de decir tal cosa?
- ¡Muy bien, Regina, sal! Ahora. O tendré que sacarte de aquí.
- ¡Muy bien! - Va a gritar. - Llamaré a Damir ahora mismo y me encargaré de esto. En persona.
Con una risita, gira sobre sus talones, moviendo la cola, y se aleja rápidamente hacia la salida de los vestuarios.
Me desplomo sobre la otomana acolchada, dejando escapar un suspiro nervioso.
- Marat, por favor, dime que no la conoces y que sólo es una loca local...
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: Heredero de un multimillonario