A Wu Ping le dio un vuelco el corazón. ¿Eran tan serias las cosas?
—¿Qué hace ahí parado? Discúlpese con la directora Lin.
—Lo... lo siento.
Wu Ping corrió hacia Lin Yuzhen y bajó la cabeza como un niño que hubiera cometido un error. Ahora su voz era tan suave.
Lin Yuzhen sólo sacudió la cabeza.
-Esperaré el aviso.
Luego se dio vuelta para irse.
Esta vez al gobernador Zhang le dio un vuelco el corazón. No podía permitir que eso sucediera. Fue rápido con Lin Yuzhen y sonrió.
-Directora Lin, no se moleste. La gente de abajo no hizo
bien su trabajo, así que el ministro Lin se encargará de disciplinarlos como corresponde. No puede dejar que la compañía suspenda las operaciones por eso.
»Hoy vine porque quería ver la compañía que ha estado contribuyendo tanto a la economía y a la sociedad de Donghai. ¿Cómo podrían suspender sus actividades?
Lin Yuzhen de verdad no sabía quién era el hombre que estaba frente a ella. No obstante, podía darse cuenta de que no era una persona cualquiera.
-Pero no he recibido el aviso -respondió sin hacer ningún gesto.
—Ya enviamos el aviso. Ya lo hicimos, —el ministro Li habló de inmediato-. Haré que alguien envíe el aviso oficial cuanto antes.
Luego hizo una llamada. Lin Yuzhen asintió por fin.
-Ya casi se fue todo mi personal, así que no puedo entretenerlos hoy.
-No se preocupe. Todos trabajan tan duro, es bueno que se tomen un descanso. Vendré en otra ocasión.
-Sí, sí, es mi responsabilidad.
-Ahora el mayor obstáculo está fuera del camino. ¿Tiene preguntas?
-No -respondió el gobernador sin chistar.
-Es muy importante hacer que este lugar se desarrolle y creo que usted sabe qué hacer. Haga lo que necesite hacer, arregle lo que necesite arreglarse. -Jiang Ning sirvió una taza de té—. Permitirle a la gente que tenga una vida mejor es su responsabilidad. Recuérdelo.
El gobernador Zhang recibió la taza con ambas manos y respondió con seriedad:
-Lo recordaré. -Bebió un pequeño sorbo pero seguía sin poder contener los nervios-, ¿Y usted?
—Sólo finja que no existo —respondió Jiang Ning casualmente.
El gobernador entendió sus palabras. Dejó la taza de té y se fue. De la noche a la mañana Jiang Ning había resuelto el problema que lo atormentó durante años, así que era un enorme favor. Jiang Ning no quería que lo expusiera, pero el gobernador sabía que había algunas cosas que tenía que ayudarle a resolver de manera adecuada.
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