Héroe Retrasado romance Capítulo 279

¡PAM!

Ye Xinhuo y Espada Rota trabaron una batalla violenta. Nadie de los que estaban alrededor podía intervenir. No había necesidad de tantearse. De inmediato, los dos comenzaron a atacar. Espada Rota estaba determinado a matar a Luo Yongqian, así que sus mirada era helada. Tan helada que infundía miedo en los corazones. Era una mirada que ignoraba todo en el mundo, incluyendo su propia vida.

¡PAM!

¡PAM!

¡PAM!

Ye Xinhuo tenía la oportunidad de matarlo, así que atacó tan ferozmente como pudo. Si no lograba asesinar a Espada Rota, más le valdría matarse. Espada Rota ya estaba herido de gravedad. Después de enfrentar con todo a Ye Xinhuo, su rostro comenzó a palidecer.

¡PUUUUM!

Espada Rota retrocedió dos pasos. Escupía sangre por la boca pero su mirada nunca cambió.

―¡Vete al infierno!

A Ye Xinhuo no le importó. Cada movimiento que hacía era salvaje y letal. Iba a matar a Espada Rota aunque terminara herido o muerto. Espada Rota también quería acabar con Luo Yongqian. Pero sabía que quizás no podría hoy. ¿Qué más daba?

―¡Al ataque!

Espada Rota rugió y fue como si dos rayos salieran de sus ojos, como si hubiera vuelto a su juventud. Blandió su espada rota y el viento aulló. La energía de su espada llenó el aire y lo atravesaba todo. Ni siquiera Ye Xinhuo esperaba que pudiera ejercer ese poder aunque estuviera al borde de la muerte.

―¡Retrocedan! ¡Rápido!

―¡Protejan al amo!

Espada Rota estaba muerto. Estaba en el suelo pero sus ojos ensombrecidos seguían mirando a Luo Yongqian y su espada rota aún apuntaba hacia él.

―¡Llévenselo, llévenselo! ―gritó Luo Yongqian―. Háganlo pedazos y dénselo de comer a los perros.

Le temblaba el cuerpo entero. Casi moría. Espada Rota de verdad era demasiado escalofriante. Aunque él y el maestro Fu estaban muertos, la familia Luo había sufrido tremendas pérdidas. Habían salido a la luz muchas cosas sobre ellos y estaban muy presionados. Luo Yongqian estaba muy frustrado por eso.

Pronto, los pocos guardaespaldas que quedaban se llevaron el cuerpo y fueron a buscar un lugar donde tirarlo. Iban a cortarlo y dárselo de comer a los perros, según las órdenes de Luo Yongqian. Pero en cuanto el auto llegó a las afueras de la ciudad, tuvieron que detenerse.

―¿Quién carajo eres?

De inmediato bajaron del auto. No esperaban que alguien les bloqueara el camino.

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