Se volteó de inmediato, era Jiang Ning. ¿A quién llamaba querida esposa?
—Espera ¿Qué? ¿Quieres bailar? —Lin Yuzhen contestó.
Yang Luolin sintió que su cerebro había explotado, ¿querida esposa? ¿La había llamado de semejante manera y ella respondió?
—De acuerdo.
¿Y además aceptó? Yang Luolin sintió un terrible zumbido en los oídos, ¿qué demonios estaba pasando? Jiang Ning sonrió mientras miraba a Yang Luolin y en definitiva lo estaba retando. Después caminó hacia Lin Yuzhen, tomó su mano y caminaron a la pista de baile.
—¿Acaso no sabes cómo bailar? Te mostraré.
Colocó una mano en la cintura de Lin Yuzhen y sostuvo su mano con la otra mientras se movía al ritmo de la música y comenzaron a bailar. Todos los ojos estaban sobre ellos, nadie se esperaba que Lin Yuzhen rechazara a Yang Luolin y en cambio aceptara bailar con Jiang Ning.
—¿Ese sujeto llamó a la directora Lin «querida esposa»?
—Me parece que sí, pero si la llamó de tal manera entonces… ¿Él es el esposo de la directora?
—¿No es el chofer de la directora Lin?
Había muchos murmullos alrededor de Yang Luolin, su cara se puso roja de la vergüenza y después pálida del enojo. Después de un rato comenzó a lucir amenazante, había escuchado a otros tenerle lastima, todas esas personas decían que no era tan bueno como el chofer.
¡CRAC! ¡CRAC! ¡CRAC!
Estaba interesado en Lin Yuzhen y muchos lo podían ver, pero ¿ahora ella decía que su chofer era su esposo? ¿Y eso no era un insulto?
—Tú en realidad eres un tonto. —Jiang Ning tenía su mano en la cintura de Lin Yuzhen y la acercó con suavidad hacia sus brazos—. Ya te dije que no cumples con los requisitos mínimos de mi Yuzhen. ¿Por qué no lo entiendes? —Lo miró con calma y continúo hablando—. Te lo dije antes y ya que hicimos una apuesta, entonces si estás dispuesto a apostar, debes estar dispuesto a perder.
Yang Luolin se giró, miró la bandeja de los pastelillos y de repente entendió que Jiang Ning y Lin Yuzhen habían jugado con él a propósito.
—¿Y quién eres tú en todo caso? —Yang Luolin gruñó con frialdad—. ¡No tienes ni siquiera derecho de dirigirme la palabra!
No iba a admitir la derrota, Jiang Ning sonrió y se acercó mientras fijaba la miraba en Yang Luolin, como un depredador mira a su presa.
—No sé lo que soy, pero sé qué clase de persona soy: soy un hombre de palabra.
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