Si Yang Dong no hubiera insistido que Yang Luolin sería el heredero, Yang Huang habría preferido que Yang Xiao lo fuera.
―Si Yang Luolin no se pone a trabajar, no sé quién pueda tomar el control de la familia.
En cuanto Yang Dong muriera, la familia sería un completo desastre. Si sus hijos comenzaran a pelear, sería un terrible dolor de cabeza para Yang Huang.
En el otro lado. Yang Xiao estaba acostada desnuda en la cama. Su cabello era un desastre y tenía el maquillaje corrido pero no le importaba. Había dos apuestos hombres acostados junto a ella y masajeándole la espalda con obediencia.
―Piérdanse.
Chasqueó los dedos después de arrojar su teléfono a un lado. Los hombres se levantaron y se fueron con el rostro aterrado. Ninguno se atrevía a quejarse. Para ella, sólo eran juguetes. Si la hacían feliz, podían tener una vida feliz. Si no, no vivirían para ver un nuevo día.
Yang Xiao rodó de la cama. Su alta figura era más atractiva que la de una modelo: el ejercicio mantenía firme su piel y se le podían ver los músculos abdominales. Se miró en el espejo y se mofó en voz alta:
―Si yo fuera un hombre, Yang Luolin no sería nada.
Yang Xiao levantó su ropa del suelo y se la puso descuidadamente. Luego hizo una llamada.
―¿Dónde está Yang Luolin?
―Desapareció.
La persona del otro lado de la línea había recibido claras órdenes de seguir a Yang Luolin todo el tiempo, así que tuvo una respuesta de inmediato.
―Ha estado desaparecido desde ayer después de que llegó a Tianhai. Pidió dos hombres de la familia y ellos también desaparecieron.
Yang Xiao frunció un poco el ceño.
Era muy bonita pero sus ojos eran tan maliciosos como una serpiente venenosa. Ella también odiaba a su familia por la forma en que su abuelo favorecía a los varones. Sin embargo, Yang Xiao se volvió muy diferente de lo bondadosa que terminó siendo Lin Yuzhen. Era salvaje y despiadada, así que nadie se atrevía a ofenderla en Jianzhou. De hecho, algunos de los jefes del círculo ilegal eran sus juguetes sexuales y era ella quien gastaba dinero para consentirlos.
―Yang Dong, Yang Dong. Yang Luolin está muerto, ¿no estás decepcionado? ―Yang Xiao se rio fríamente y en sus ojos había desprecio y repudio―. Todos piensan quien murió era tu nieto. ¿Quién habría imaginado que en realidad era tu hijo?
Esas palabras habrían sacudido toda Jianzhou si alguien la hubiera escuchado. ¿Yang Luolin no era el hijo de Yang Huang sino de Yang Dong y además hermano de Yang Huang? Nadie sabía que Yang Dong había vuelto a su hijo un cornudo. Yang Dong quería tener el control total de la familia y sólo permitiría que sus propios hijos heredaran. Ni siquiera los nietos podían. Por eso ni siquiera su nuera pudo librarse y se acostó con ella antes de que su propio hijo lo hiciera.
―Qué lástima que la familia Yang ahora es mía.
Yang Xiao comenzó a reírse como maniaca. Al ser increíblemente dominante y audaz, le hacía honor a su apodo: la Loca.
―No sé quién asesinó a Yang Luolin, pero tengo que agradecerle a esa persona.
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