Jianzhou.
Habían tomado a Yang Xiao por sorpresa.
¡CLANC!
El vaso que estaba sobre la mesa quedó hecho trizas. También había pateado el espejo de cuerpo entero y yacía en pedazos sobre el suelo. El reflejo de las esquirlas hacía que su rostro se viera distorsionado. No podría creer que Jiang Ning la había golpeado tan fuerte que la había dejado así. Los doctores que estaban de pie en la habitación estaban muy nerviosos. Tenían la boca seca y ninguno se atrevía a hablar.
―¡Jiang Ning, te voy a hacer pedazos! ―chilló Yang Xiao.
―Pueden irse. Traigan medicina para que la jefa pueda recuperarse lo antes posible.
―Sí, señor Yan.
Yan Chong estaba de pie a un lado y su expresión era igualmente desagradable. Él era el líder indiscutible del círculo ilegal de Jianzhou. Para los demás, era el rey del círculo ilegal. Pero él sabía que sin Yang Xiao no era nada.
―Jefa, traeré hombres y mataremos a Jiang Ning.
Yang Xiao se volvió abruptamente y con dos pasos se acercó a Yan Chong. Lo tomó del cuello y le gritó:
―¿Crees que es así de fácil matarlo? Y si hablas de asesinarlo, seré yo quien lo haga.
Yan Chong no se movió. Sólo frunció un poco el ceño. ―Pero usted está herida.
―Sólo es un rasguño ―rio Yang Xiao con frialdad―. ¿Crees que de verdad Jiang Ning no pudo matarme?
Después de un rato, su rostro estaba un poco ruborizado. Estaba un tanto agitada y su mirada estaba ausente. Abrió un cajón y estaba a punto de tomar frasco de medicina cuando su teléfono sonó. De inmediato volvió a ponerse alerta. Miró el teléfono y tomó la llamada con molestia.
―¿Ahora qué quieres?
Era Yang Huang. Yang Xiao nunca tomaba las llamadas de los demás de la familia Yang, sólo de él.
―Te dije que investigaras dónde está Yang Luolin. ¿Por qué no me has respondido? ¿Dónde está tu hermano?
Yang Huang se estaba poniendo nervioso. Sabía que su hija era buena para esas cosas y definitivamente podría rastrearlo. Sin embargo, había pasado mucho tiempo y aún no le había dado una respuesta. Su padre preguntaba por Yang Luolin muy ansiosamente y había estado encima de ella esperando la respuesta.
―¿Yang Luolin? Sí, lo encontré. ―Yang Xiao se rio y le brillaron los ojos―. Es más, hablaré con ustedes cuando llegue a casa.
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