-¿Qué? — Jin Ran estaba aturdido. Todavía no habían cumplido los dos años, ¿cómo podían considerar devuelto el favor? -Les estoy preguntando qué pasó con Jiang Ning.
—Joven amo Jin, hay gente a quienes uno no puede ofender. Por favor, no siga. ¡Morirá!
Wu Qiang no quería desperdiciar más palabras en Jin Ran. Se dio la Vuelta y se fue con Wu Bing. Si los Jin seguían con su necedad, quizás ellos mismos moverían sus piezas contra los Jin para asegurarse de que entendieran que no podían ofender al poderoso Dios de la Guerra así como así.
Jin Ran estaba furioso cuando se dio cuenta de que los dos habían vuelto sin terminar su misión y aún se atrevieron a hablarse de esa manera.
-¡Váyanse a la mierda! He gastado mucho dinero para alimentarlos, ¿y así es como hacen las cosas? ¡Basuras! ¡Basuras inservibles! -maldijo Jin Ran a gritos.
No tenía idea de que Wu Qiang y su hermano acababan de pasar por uno de los momentos más aterradores de su vida.
-No se enfade, joven amo din. Jiang Ning ha ofendido a tanta gente. Tarde o temprano, morirá -le dijo Lin Feng mientras se sentaba a su lado—. Primero, esperemos a que Lin Yuzhen venga a arrodillarse ante usted para disculparse.
Hizo una sonrisa de complicidad y tenía una expresión que todo hombre entendería.
—Joven amo Jin, ya reservé la suite presidencial. También preparé algunas cosas que sé que son de su agrado.
Jin Ran se mofó mientras un pensamiento malvado le cruzaba por la mente.
—¿Seguro que Lin Yuzhen todavía es virgen? Espera a que me dé el gusto con ella.
Lin Feng asintió.
-No se preocupe, joven amo Jin. Lin Yuzhen definitivamente sigue siendo virgen. No se enamoraría de ese lunático.
Él la conocía bien. Era una joven amable e inocente, tan pura como el agua de un manantial. Nunca había hecho nada indebido. Y era seguro que nunca permitiría que nadie la tocara, lo que resultó ser bueno esta vez, ya que eso dejaría satisfecho a Jin Ran.
-Hum, creo que ya es hora. Ven, vamos a ver cuán deshecha que está Lin Yuzhen. -Jin Ran se levantó y dijo en tono engreído—: Me pregunto si lloraría si hago que se avergüence frente a su propia compañía y la obligo a arrodillarse y suplicarme piedad.
Sabía que Lin Yuzhen no se arriesgaría a dejar a la compañía caer en bancarrota. Probablemente su personal la odia a más no poder.
Lin Feng dudó un segundo pero asintió de todos modos.
Mientras tanto, a Lin Yuzhen le iba a explotar la cabeza.
Había llamado a todos los bancos que habían trabajado con ellos, pero todos la rechazaron. La excusa que ponían era la misma: el nuevo Grupo Lin se iría pronto a la bancarrota y cerraría sus puertas, así que era demasiado arriesgado ofrecerles un préstamo a estas alturas.
Se dirigió al directivo que había hablado antes.
—Ve y pregunta quién más quiere renunciar. Aprobaré todo.
Era un buen momento para ver quién era de confianza, así que Jiang Ning pensó que en realidad era algo bueno. En cuanto al problema en el que estaban, ¿de verdad era tan grande como para considerarlo un problema?
-Xue Xing, el director del Banco de Donghai está aquí, directora Lin. -Una secretaria llegó corriendo con el rostro enrojecido-. Dice que quiere verla para hablar sobre un préstamo.
Lin Yuzhen estaba impactada y de inmediato miró a Jiang Ning. Nunca habían trabajado con el Banco de Donghai. Además, los otros bancos habían rechazado su solicitud, entonces ¿por qué el director del banco estaba tocando a su puerta ahora?
—Yo no tengo nada que ver —negó Jiang Ning, haciendo un gesto con la cabeza.
No había ido a buscar a nadie al Banco de Donghai. De cualquier forma, la compañía sólo andaba corta de dinero. Jiang Ning siempre tenía su tarjeta a la mano y sólo necesitaba sacar un poco para resolver la situación.
—Déjenlo entrar —respondió de inmediato Lin Yuzhen.
Xue Xing y sus subordinados entraron a la oficina. Al ver que Jiang Ning también estaba, el director lo saludó sin demora.
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