Lin Xiao estaba temblando y evitaba mirar a Lin Qiang. Le sangraba el labio y no se atrevía a hacer más ruido porque estaba muy asustado. Lin Qiang respiró hondo, luego sacó otro teléfono e hizo una llamada. Se tardaron en responder y luego una voz grave habló del otro lado de la línea:
—Lin Qiang.
Lin Qiang resopló.
-Eh, eh, número dos, ¿te diviertes en Shengcheng? ¿Sí te acuerdas de que tienes un hermano?
—¿Qué quieres?
Lin Wu sonaba impaciente. Sólo le hacía caso a su padre y no tenía buena relación con su hermano mayor. Lin Wu estaba bastante molesto cuando Lin Qiang convenció a Lin Xiao de enviarlo a Shengcheng para crecer el negocio.
—Pasó algo en casa.
Claro que sabía que Lin Wu no estaba contento con él, pero no le importaba. Continuó con calma:
-A papá le dio un ataque y no sé cuánto más vivirá.
-¿Qué? -Lin Wu subió la voz de inmediato-, ¿Cómo estuviste cuidándolo? ¿Lo cuidaste tan bien que le dio un ataque? Te lo advierto, Lin Qiang, si algo le pasa a papá, te las verás conmigo.
-¿Eso qué tiene que ver conmigo? -resopló Lin Qiang-. Yo no fui quien lo hizo enojar-. No se iba a molestar en decirle mucho-. Busca el tiempo para volver. Si no te apresuras, puede que no veas a papá por última vez.
Luego, colgó. Sabía bien que Lin Wu y Lin Wen eran hijos obedientes y hacían caso a todo lo que decía Lin Xiao. Lin Wen era débil, pero Lin Wu tenía una personalidad más dominante. Así que, debido a que Lin Qiang quería todo lo que le pertenecía a la familia Lin, lo había enviado a Shengcheng. Nunca se había preocupado por Lin Wen, pero ahora él y su familia le habían causado muchos problemas.
—¿Qué crees que haga el número dos cuando vuelva y se entere de que te dio un ataque porque el número tres te hizo enojar?
Lin Qiang se volvió hacia Lin Xiao, pero este cerró los ojos y no se atrevió a mirarlo. Había escuchado toda esa conversación, pero no podía decir ni hacer nada.
En el campo, detrás de la fábrica. Varios hombres cubiertos de lodo todavía escalaban y daban tumbos. Después de dos días, muchos habían logrado superar la primera prueba, pero no podía comparárseles con Jiang Ning en cuanto a velocidad. Cuanto más entrenaban, más se daban cuenta de lo atemorizante que era esta pista de entrenamiento. Y entendían mejor cuán aterrador eran
Jiang Ning.
El hermano Gou se había vuelto loco. No tenía nada en la cabeza más que entrenar y superar los obstáculos. Tenía los ojos enrojecidos y se negaba a descansar hasta que no pudiera moverse del cansancio.
-¡Adelante!
—¡De nuevo!
-¡No puedo creer que no logro superar este obstáculo!
Cada que alguien caía, le daba un manotazo al suelo con furia y se levantaba para comenzar de nuevo. En especial, se motivaban cuando veían que tenían alguien en frente. Apenas habían pasado dos días pero ya podían sentir que habían mejorado significativamente. ¡Esto era aterrador!
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: Héroe Retrasado