IntensaMente (COMPLETO) romance Capítulo 46

C U A R E N T A- y- C I N C O

Mis días en el hospital habían terminado. Justicia divina, lo llamé yo. Sí me quejé por los periodistas la última vez que estuve aquí imaginense esta vez por haber descubierto un fraude de un grupo élite con poderío y que está mezclado con influencias que están en eminencia y sobre todo sumarle que el hombre que está en la cima con una de las empresas familiares que abarca la construcción y el diseño a todo nivel. Innovador, moderno. Se encuentra en un hospital en Boston. Eso llama mucho la atención.

Eso no fue poco para mejorar mi hermoso día post-salidadelhospital. caminaba como mujer recién cesáreada así dijo Marichuy, pero por lo menos caminaba sola. La sorpresa me lleve al entrar a mi departamento y no porque me esperarán con los brazos abiertos y un gran cártel de bienvenida, no, mi casa, mi adorada casa estaba hecha un culo, los chicos lo habían medio “acomodado”, pero desde la sala, mis muebles, los sofá, mis fotos, la cocina había rastro de alguien haber pagado la rabia con mis objetos. Fui a mi cuarto y estaba la cama en su lugar, imagino que los chicos lo acomodaron un poco, mi ropa estaba un poco revuelta así como casi todo, mi álbum de fotos estaba en la cama, estaba bien, no está roto o dañado, imaginé que el cuarto de mi hijo y el de invitados estaba igual.

Suspiré y respire hondo para luego soltar una vez más el aire.

   —¿No pensarás quedarte aquí? —Chuy me ve con obviedad— vas a quedarte en mi casa, te preparé la habitación que era de Mari —asiento agradecida. Me acerco a mi álbum de fotos y esta se abre mostrando una donde salgo enseñando mi enorme barriga de casi ocho meses, paso el dedo por la imágen con nostalgia.— tu papá antes de irse contrató una compañía para que arreglaran el desastre, ellos vienen mañana. —asiento. A mi derecha tengo al hombre que no me dejó sola en el hospital.

—Sólo son unos días. La próxima semana estarás mejor y así podrás ver a Ander.

Ander... mi chiquito. No sacó nada de mí.

—Si. Tengo que arreglar unos proyectos antes de irme y el asunto de la universidad y eso de las becas... creo que rechazare la entrevista. —volteo y miro a Chuy que está en la puerta de la habitación

—Si es lo que quieres...

—Cuando estaba secuestrada Marcus me dió a entender que había uno más grande que él. Ya saben; de uno grande manda otro grande y sobre ese grande hay otro más grande.  Quiero ser discreta e irme. —ella me regaló una sonrisa y Aaron también.

—Vamos... la comida está lista. —salimos y fuimos al departamento del frente que le pertenecía a ella. Aaron hizo ademán para despedirse pero Chuy lo convenció a quedarse.

Un rico guiso de pollo con arroz y ensalada acompañado con un delicioso jugo de mango.

—Está delicioso —la cortejea Aaron

—Como todo lo que hace. —le guiño un ojo a ella que le resta importancia tirando una mano al aire.

El almuerzo estaba exquisito, esto es comer. Aaron se quedó en la cocina hablando con Chuy y me fuí a la sala a atender la llamada de uno de los chicos.

   —¿Podemos salir? Estoy aburrida de estar encerrada.

Le digo a Manuel. Pero está trabajando. Le escribí a los otros y están en sus faenas

—Deberías quedarte encerrada. El sábado podemos salir todos.

—Pero de aquí al sábado hay mucho trecho. Quiero salir. Necesito socializar.

—Lo siento preciosa. Para otra oportunidad —colgué con las ganas de ir afuera a hacer cualquier cosa.

Me volteo con mi berrinche interno y me encuentro con Aaron viéndome con una ceja levantada.

—No creo que deberías salir..

—Son días encerrada. Aaron quiero salir. Ya casi no me duele nada. ¿Que tiene de malo el cine? O el parque o caminar.

—Ok. Vamos a caminar a conocer Cambridge y me hablas de mi hijo y así me entero de lo que me perdí estos cuatro años y tú tienes tu libertad —dijo con sus manos en los bolsillos. No tengo a nadie más y además no puedo salir sola, dicho por los médicos y los policías.

—De acuerdo. Voy a por un abrigo está haciendo frío últimamente.

Voy a la habitación que era de Maricruz y presto un abrigo de ella y salgo de volada no vaya ser que se arrepienta.

Bajamos y caminamos por la zona estudiantil de Cambridge, no había sol, estaba nublado y el frío estaba fuerte. Le mostré los sitios mas visitado y llegamos a sentarnos en una plaza.

La gente pasaba y niños con sus padres y estudiantes con su suéter de Harvard.

Le hablé sobre Ander, su intelecto, su amor hacia un padre que no conocía, sus amigos, sus tíos, el día que lo dí a luz y cada fiesta de cumpleaños. Le hablé un poco de cada todo. Es un buen padre, seguirá siendo un buen padre.

La tensión de desconfianza, la pared de enojo, indiferencia y lo que nos separaba, ese día había caído. Reímos como viejos amigos que se reencuentran, como si nunca estuviésemos estado enfadado el uno con el otro. Su vestimenta formal había aflojado, su corbata estaba en el bolsillo, su camisa abierto unos cuantos botones, sentados en la grama fría del parque, despreocupados como dos jóvenes sin afanes.

—Hay un pud muy bueno. Es visitado por los estudiantes, podemos ir y así conoces más de Cambridge —digo con una sonrisa que es correspondida.

—Ok. Pero en tu condición no creo que sea bueno que bebas. —ruedo los ojos.

—Sí tu me vigilaras. Sólo aunque sea uno solo. —el sonríe negando y nos levantamos, ya eran más de las seis.

Era temprano y la actitud relajante era especial, por un momento olvidé mis dolencias.

El pud estaba vacío, nos sentamos cerca de la barra y pedimos, bueno él pidió por mi diciendo: podría servirnos unas bebidas que no sean fuertes.

Lo mire dándole a entender que se relajara.

Las horas pasaron y me puso al día de todo lo que sucedió en Toronto en mi ausencia. Me fijé y carga mi collar, bueno la parte faltante de mi collar, su saco desapareció igual mi abrigo, hacia calor en el lugar, pusieron música que hacían mover mis caderas, el dolor había desaparecido por efecto del alcohol, lo jale y me lo llevé a la pequeña pista de baile vacía, el me pedía que no lo hiciera que íbamos hacer el ridículo y quizás sí, con nuestros movimientos improvisados, al final pusieron una lenta, fácil, bailamos pegados disfrutando el momento, sentía como olía él mi cabello, agradecí habermelo lavado en el hospital con ayuda de las chicas, él olía como lo  recordaba, a hombre, masculinidad pura. Me tambaleaba, sólo me había tomado unas que otras copitas pero al tener mi defensas bajas y los valores por el suelo me hacía una pésima bebedora, cero resistencia al alcohol, el  lucía firme.

—Creo que deberíamos irnos... —asentí, sabía que era tarde.

—He disfrutado este día —mi rostro estaba a centímetros del suyo, lo quería, mi vista se posó en sus labios y antes de que el protestara me apege a ellos, los presione con los mios y le di un beso sonoro que lo dejo loco por su expresión— Te debía este beso, era el de despedida. —le susurré

   —¿Pensabas despedirte? Te fuiste y me destrozaste.

—Se que lo hice sin pesar pero deberías ponerte en mi lugar, te habías alejado  apenas podías tocarme o mirarme, creí que era de él y se que cuando naciera las cosas empeorarian y recibí la notificación de traslado a la MIT y acepte.

—Pero cuando nació debiste buscarme.

—Tenía miedo.

—No debiste ocultar ese miedo. Tocar no significa entrar, tenía derecho. Prométeme si en un futuro te sientes amenazada me buscarás y hablaras conmigo. —asentí y me dió un beso en la cabeza.— deberíamos salir. —tomamos el abrigo y el su saco y fuimos caminando al departamento. No había cielo estrellado, pero se sentía especial la noche.

Llegamos y el me acompañó a mi piso que es de Chuy. Ahora llegaba el momento de despedirnos.

Se acercó y por un momento pensé que me besaría pero no, se desvió a la comisura de mis labios y por un momento sentí que me dió una media luna, pero debe ser el efecto del alcohol.

—Gracias... —le susurré y el me sonrió, lo ví desaparecer por el pasillo y desee tener mi departamento habitable para invitarlo pasar y dejar que sucediera lo que tendría que suceder. Pero me conformo con tener mi día especial con un hombre especial que me hace sentir especial. Lo galante no le había desaparecido, es más sentí que tenía el doble o el triple de cualidades multiplicado por mil  por las cuales me había enamorado de él. Y pensar que al principio sólo era sexo. Solo sexo... pero No, aquí estoy viendo como se va el amor de mi vida, el padre de mi hijo y yo con ganas de comérmelo a besos.

   —¿Vas a entrar o saco la cama para que sigas babeando por donde caminó Aaron? —me volteo y me fijo en la puerta abierta y a una Chuy divertida con expresión aparentemente seria aguantando la risa.

—Chuy... es tan hermoso. Como el cielo estrellado de un verano en la playa de tus sueños. Como la melodía perfecta con la voz de JP Saxe y Lewis Capaldi junto a Ed Sheeran en un concierto privado con sus guitarras o contando a capela.

—Creo que has tomado demaciado —me toma del brazo y me ayuda a entrar.

—Creo que no olvidaré este día. Yo sería feliz si fuera la mujer de Aaron Lovecraft.

—Pues... deberías estarlo, eres la madre de su hijo.

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