C U A T R O
Creo que esto es guerra...
—Entonces estás en la mira de Lovecraft... —afirma Ariel.
—Parece que no soy de su agrado...
—Su personalidad es así... hay que darle tiempo a que se le pase.
¿A caso sufre de transtorno de personalidad?
—¿Que se le tiene que pasar? Se le pasará a ese chino todo esto cuando me despida...
—No lo llames así... te puedes meter en problemas.
Pero si lo es... es achinado. Que sea coriano es otra cosa. Y el problema se mete conmigo.
—¿Más...?
—Es un empleo que no se consigue fácil... y pagan bien Nechi, cuida tu empleo... Si no quieres seguir trabajando como...
—No volveré a trabajar así...
—Es tu decisión...
—Gracias por tu ayuda, llame a Morey y no quiere dejar sus vacaciones.
—Si, me prometió venir para la cena benéfica que habrá al final del mes.
—América me dijo, no creo ir...
—Deberías salir, siempre estás encerrada además, eres soltera ¡disfruta mujer!
—Bueno, lo pensaré..
—Lo tomo como un sí... ya tengo que irme, no olvides si necesitas algo pídelo...
Ella me ha ayudado como nunca. Me apoyó en mis decisiones y siempre me escucha es como mi hermana...
—Está bien, no hay de que alarmarse, aún me queda un poco de mis ahorros.
—Ok... adiós.
Nos despedimos y me quedé sola en mi departamento.
No iba a desperdiciar un sábado.
Google búscame a Aaron Lovecraft...
Guau... búsqueda exitosa.
Tiene miles de fotos, jamás había escuchado de él, es ingeniero y tiene otros estudios. Es un cerebrito pero muy bello. Su cuerpo...
Es muy atlético y pues por lo visto su arrogancia atrae muchas chicas, tiene diferentes fotos con muchas.
Fin de búsqueda... es hora de descansar y esperar a lo que traerá la mañana.
Y así fue, salí a pasear y me encontré con el dulce de Mauro.
Estaba sentada escuchando música y se me colocó al lado, sino me toca el hombro no sabría que era él.
Estaba vestido deportivo, guapo. No deja de ser majo.
—Hola Nechi...
—Que bueno verte... —dije jovial.
Le doy mi mejor sonrisa.
—¿Que hace una linda chica por estos lares y sola?
—Ya que nadie me invita a salir... —me encojo de hombros.
—¿Qué harás hoy en la tarde?
—Lo mismo que todos los días...
—¿Qué haces todos los días?
—Nada... no hago nada.
—¿Quieres ir al cine conmigo? o sea, si quieres...
—Me encantaría... —le sonrio, parece penoso.
—¿Te paso buscando...?
—Si... —le digo y se levanta para irse— Mauro... —voltea— no sabes donde vivo...
—Cierto... —se pasa la mano por la cabeza— ¿me das tu dirección?
—Porqué no mejor intercambiamos números...
—Me parece genial...
—Ok, si quieres gastar dinero, hazlo.
—Con gusto...
Cenamos en un restaurante de comida rápida y luego me llevó a mi departamento y como educado que es se abajo para abrirme la puerta y dejarme abajar.
—Gracias Mauro... fue increíble, tenía mucho tiempo que no salía con nadie.
—Sí... Podemos repetirlo cuando quieras.
—Eso me encantaría...
Estamos uno al frente del otro y el mete sus manos en sus vaqueros. ¡Que encantador!
—Eh... ah yo...
—¿Sí?...
La situación me causa risa.
—Yo Ah...
Me desespere y como cualquier otra en esta situación lo tome por su chaqueta de jean y acerque nuestros labios y lo besé.
Me atreví a besarlo...
El quedó en shock por varios segundos y luego me correspondió, no hay nada mejor que ser correspondido.
¿Y si no me hubiese correspondido? Que pena...
Y nos besamos...
—Gracias... —digo cuando separo nuestros labios.— gracias por esta noche Mauro... —le doy una de mis mejores sonrisas.
—Gracias a tí.. eres especial Nech.
—Tu lo eres... —me acerqué y le dí otro beso pero esta vez de despedida.
¿A quien no le gusta un chavo como ese?
Extremadamente lindo, educado, cariñoso y nada que ver con el idiota de Stephen.
Hay hombres que el mote de perro le queda perfecto.
Stephen es un perro, perdón... los perros merecen mejor respeto.
No todos son iguales, eso dice Morey. Y espero que ella tenga razón.
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