Jefe Atrevido: Amor Retardado romance Capítulo 124

Estaba Santiago frente a la puerta, pero sin el registro de sus huellas dactilares, no pudo entrar.

La llamó varias veces, pero no recibió apenas una. Entonces llamó a Adam para que se pusiera en contacto con Vanesa. Adam no supo todavía lo que pasó entre ellos, pero la llamó directo. Sin embargo, tampoco contestó su teléfono.

—Pero, ¿qué significa lo que ella publicó recién en Facebook? —preguntó Adam.

Como Santiago no tenía su contacto por Facebook, no podía ver lo que publicó, entonces le pidió a Adam que le mandara una foto de su publicación.

—¡Que vayan todos al infierno! —así publicó Vanesa.

«Unas palabras desesperada».

Pareció que ya estaba decidida a destruirlo todo. Pero Santiago no tenía nada idea de lo que Vanesa iba a hacer, porque nunca la había visto tan enojada que golpeó a la sirviente, e incluso a su madre.

«Perdió ya todo su juicio, y la persona insensata podría hacer cualquier locura».

Hasta entonces Santiago entendió las preocupaciones de Diana de que Vanesa desprestigiara a su familia. Preocupado por su posible locura, Santiago dejó de llamarla y tocó el timbre, pero detuvo de repente porque Vanesa estaba muy enojada ahora, además, el encuentro podría provocarle más furia.

Entonces Santiago se marchó y se metió al coche, fumando y esperando.

Cuando todo se volvió silencioso, Vanesa se levantó y cuando bajó al primer piso, vio el coche de Santiago afuera.

Vanesa echó a reír,

—Santiago Icaza, te lo mereces.

Se fue directo a la cocina preparando la cena. De hecho, no comió bien en la familia Icaza ni se acostumbró a los platos fríos que la dejaron doler el estómago.

Cantando, Vanesa preparó los platos de una sorprendente manera de paciencia.

Tras fumar un cigarrillo, Santiago vio a una figura estando en la sala.

«Por fin bajó Vanesa».

Entonces Santiago bajó la ventana del coche y observó con atención a la figura, pero no vio nada más que sus desplazamientos entre el comedor y la cocina.

Suspirando largo y profundo, Santiago salió del coche. Llegó delante de su casa y volvió a tocar el timbre.

En este momento Vanesa ya tuvo la cena preparada y se sentó a la mesa ignorando el timbre, pero por mucho tiempo éste siguió sonando.

«Rara vez lo vi con tanta paciencia en mí».

Luego Vanesa abrió la puerta,

—¿Algo importante?

Santiago la miró confundido porque apenas pasaron los momentos dulces en que pasó con ella anoche, en un santiamén ya cambió ella de emoción.

Mientras Santiago se mantuvo callado, Vanesa le cedió un paso,

—Adelante.

Apenas entró a su casa, Santiago se quedó sorprendido. Era su casa también y la conocía más que nadie, pero ahora se cambió radicalmente. Estaba equipada de muchos nuevos muebles y deshechos algunos viejos. Se cambió incluso el color de la alfombra, y al lado de la puerta estaba colgado las campanillas.

—Espero que tengas bien pensado lo que me ibas a explicar cuando termine la cena —dijo Vanesa.

Luego se fue directo al comedor sin mirarlo.

La cena la preparó bien suculenta, que la dejó sentirse feliz, entonces comió acompañada de las canciones suaves.

Rara vez pudo comer tan tranquila.

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